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Es tan difícil recorrer un camino que está lleno de piedras, rocas y espinas y al final querer encontrar en él una felicidad cierta pero dolorosa y quizá fantasiosa, es tan sencillo caminar por un suelo blando rodeado de bellos amaneceres y flores hermosas, abundantes jardines, una felicidad lógica con el simple hecho de mirar pero una verdad incierta a sabiendas que es una fantasía que no deseas.
Mi corazón me dictó que la flor escogida cierta mañana era una rosa con una peculiaridad en su tallo, poseía una espina fina con una punta afilada, era tan hermosa que mis ojos iluminados por la luz del sol se enamoraron de ella, no pude contenerme y enseguida quise cortarla de su raíz para llevármela por siempre a mi lado pero me fue imposible, su largo y filoso espino me cortó la mano que desangraba y dolía demasiado, la sangre corría por mi brazo al grado de manchar mi pecho y ya no supe si era el dolor físico que me debilitaba o el dolor que comenzaba a sentir mi nostálgico corazón.
Otra mañana caminaba por un hermoso jardín lleno de bellas rosas, habían lirios y tulipanes y me percaté que una rosa era similar a la que no pude cortar, fue tan sencillo obtenerla pues ninguna espina pudo penetrar mi cicatrizada mano, no desangré pero me dolía en el alma aceptar que no era la flor que amaba, era tan solo una rosa más que quizá con el tiempo podía ocupar el lugar de aquella flor que nunca pude cortar.
Ahí estaba aquella rosa hermosa y delicada, mis sentimientos me recordaban a cada instante que no era la que mi alma necesitaba, mi mano estaba dañada a causa de una espina que me lastimó profundamente, una cicatriz que se empeñaba a recordarme cada segundo que la flor que yo poseía no era de la cual me enamoré, una rosa que pronto se marchitaría por no darle los cuidados que realmente merecía.
Jamás pude obtener la flor que quise, lo único que pude obtener fue el recuerdo causado por una cicatriz que me marcó físicamente y que mi corazón resguarda como el más doloroso pero el más bello tesoro que jamás haya tenido.
Le susurré a mi delicada rosa que mi alma estaba siendo traicionada por un recuerdo que me va consumiendo día a día; la rosa simplemente se marchitó y continué mi camino, el camino que decidí recorrer, el camino más difícil y que al final obtendría la verdadera felicidad.
Mentí a mis sentidos pero jamás al latido de mi corazón.
EDUARDW JAKE G.R

Texto agregado el 16-01-2013, y leído por 112 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
16-01-2013 La cicatrices son difíciles de borrar, sobre todo las del alma, hermoso, te felicito. Carmen-Valdes
16-01-2013 hermoso! lourdesmasen
 
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