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COINCIDENCIAS

Cuando le dio la noticia, Mireya, su esposa, no lo podía creer ¡ doscientos cincuenta mil ..! en un boleto de la rifa anual del gobierno. Nunca habían soñado tener tanto dinero junto.

La historia comenzó cuando Julian, aquella hermosa mañana, caminando de su casa a la pequeña bodega, diviso, en un rincón del abandonado placer que atravesaba para acortar camino, una insignificante y mal formada piedrecilla que le llamo fuertemente la atención. Una piedra común, de las que el terreno estaba saturado, piedrecillas que adoptaban distintos relieves, formas extrañas y sin ningún valor estético, sin ningún uso artístico solo eso: un simple y sin valor guijarro . Fue como un reflejo, una orden subconsciente que quizá heredara de su difunta madre que tenia la obsesionante costumbre de recoger y guardar objetos insignificantes; botones, alfileres rotos, pequeñísimos pedazos de lapices, ganchitos para el pelo partidos, pedacitos de cristales pulidos por la tierra o, en los casos de caminar por la orilla de la playa, pulidos por la arena de donde recojia caracoles sin color o pedazos de conchas anacaradas. Todo lo inimaginable recogía la señora. Julian, con el dedo indice,del medio y pulgar, de la misma mano, le limpio la arenilla que el canto tenia adherido y, sin ningún motivo, la guardo en uno de los bolsillos de su ajado pantalón continuando su camino hacia la bodega, que también servia café y unos sabrosos pastelitos de carne.
La bodega, a aquella hora, contaba con pocos marchantes y Julian pudo, en poco tiempo, estar dispuesto a pagar los pocos víveres . Cuando guardaba su vieja cartera de lona en el bolsillo trasero del pantalón , allí delante de el, en el piso, un estrujado billete de a uno. Lo recojio y sacando de nuevo su cartera la reviso pensando que el billete se le había caído a el cuando sacaba el dinero para pagar , en realidad no tenia idea de cuantos billetes de a uno el guardaba en su vieja cartera . Comprobando que solo contenía dos y, lleno de dudas, se dirigió a la mujer que estaba delante de el, en la corta fila, para pagar.
– Joven; ¿ Es de usted este billete de a uno ? – Pregunto mientra le mostraba el usado billete –
Me lo he encontrado tirado en el piso.
La muchacha sorprendida rebusco en su pequeño monedero .
– No, no es mio. Mi dinero esta completo – La contesta fue acompañada de una picara sonrisa.
De cuantas formas se valen los hombres para entablar conversación, Pensó – Mire, si lo encontró aproveche y juegue la lotería, – le dijo de manera irónica.
Y, Julian, con el billete, ¡ jugo! Cualquier numero, a elección de la maquina expendedora .
Comió un pastelito y tomo una tasa de café caliente, acabado de hacer .

Julian, por costumbre, entraba por la parte de atrás de su humilde casita, atravesando por la rota cerca de madera del descuidado patio. La puerta solo tenia un pestillo,oxidado y flojo, que se podía accionar a través de la ventana que quedaba, justamente, en la pared donde estaba colocada la mal hecha y remendada puerta . Esta puerta comunicaba directamente con la diminuta cocina a la cual ,por la colocación de una mesa y tres sillas convirtieron en comedor. En esta ocasión, Julian tubo que tocar, en la astillosa puerta, para que su mujer le abriera. La ventana de cristales, que accionaba verticalmente, en esta oportunidad estaba cerrada.
Deposito, Julian, los pocos mandados encima de la desvestida mesa y, vaciando sus bolsillos, coloco la pequeña piedrecilla en una esquina de el saliente de la moldura de la ventana, por donde entraba la luz que iluminaba la estancia y, a la cual, vestía una improvisada y mal confeccionada cortina diseñada y cosida por Mireya.

Como siempre lo hacia, en la mañana Julian se encamino hacia la bodega para tomar su acostumbrado cafecito y saborear un delicioso pastelillo de carne recién sacado del horno. Una vez allí reviso los números ganadores que, en una pequeña , improvisada y sucia pizarra, se anunciaban .
En la bodeguita se formo un alboroto, Julian sin poder contener la alegría y sorpresa gritaba loco de contento.
– ¡ Los coji ! ¡ Los tengo todos..! – Enseñando, con los gestos de su brazo levantado , a modo de bandera, el boleto ganador . Tanta fue su alegría que perdió el sentido de las consecuencias que podría acarrear el que todos ¡ Todos ! Los allí presentes se enteraran que aquel desarrapado e indefenso hombrecillo tenia, en un simple pedazo de cartón numerado, el cupón ganador de toda una fortuna. En todos los presentes siempre había alguien que pensaba que se le haría fácil la obtención de aquel billete. Como dice el refrán “Caras vemos,corazones no sabemos”

Cuando le dio la noticia, Mireya, su esposa, no lo podía creer ¡ Doscientos cincuenta mil.!
Allí mismo comenzaron a hacer planes. Una casita con su pedazo de tierra, muebles nuevos, ropas , un anillo, quiso Mireya y, J ulian, una cadena de oro y un buen reloj .
Hasta tarde en la noche no pararon de hacer planes, al otro día viajarían para hacer efectivo el premio.
Al fin ,Julian, adormilado y ya un poco atontado sintió un sordo y retumbante ruido dentro de la silenciosa casa . Sus sentidos le orientaban hacia la cocina. Con presteza se incorporo y presintiendo alguna fatalidad , despertando a su mujer, grito.
– ¡ Mireya alcanzame la pistola.! – Orden amañada, jamas Julian había tenido un arma en sus manos, en realidad, odiaba las armas. – Fue avanzando hacia la cocina mientras encendía las luces y haciendo el mayor ruido posible. Cuando encendió la luz, de la pequeña cocina, comprobó que la ventana estaba abierta por el ligero movimiento que causaba el aire en la trasparente tela de la cortina y, que la puerta estaba con el pestillo corrido. Salio al patio en actitud desafiante, la ira de sentir como ultrajaban su morada le daba ese valor del que los cobardes carecen . En el patio dos fuertes policías sujetaban y esposaban a un hombrecillo de tosco aspecto y mirada amenazante.
– Salia de su casa, amigo – Le grito uno de los policías al verlo parado en la puerta.
– Si..yo..yo sentí un ruido y vi la ventana y la puerta abierta – les contesto despistado .
– Este es un sujeto peligroso, ¡Mire el cuchillo con el que andaba! – Le dijo mientras le mostraba un cuchillo de carnicero , largo y afilado – Hace tiempo que se nos había escapado – Continuo el forzudo policía – Necesitamos que usted haga la denuncia del allanamiento de su casa, mañana le esperamos en la delegación . Tenga usted buenas noches. – Se despidió entretanto empujaba al siniestro hombrecillo, apurandole el paso hacia la cárcel.
Cuando cerro la puerta, tras de si, se tubo que sentar en una de las sillas del comedor cocina, las piernas le temblaban y no podían sostener su peso. Mireya se comía los pocos pedazos de uñas que le quedaban en sus dedos, de los cuales afloraba ,ya, un poco de sangre.
– ¿ Y el sordo y retumbante ruido que lo había alertado..? – Se pregunto.
La diminuta,insignificante y común piedrecilla, deslizada por el ladrón cuando trataba de entrar, descansaba sobre la tapa plástica de un pequeño, viejo y descolorido deposito de basura , situado directamente bajo la ventana de la violada cocina comedor, el cual sirvió de tambor y alarma.



Texto agregado el 31-01-2013, y leído por 95 visitantes. (0 votos)


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