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Los McCain eran una familia muy reconocida en los altos estratos sociales, eran dueños de todos los bancos de la ciudad y sin duda eran una familia muy peculiar que llamaba la atención por su manera de vivir. Constaba de los señores McCain y sus 3 hijos, tenían un hijo pródigo en el béisbol y dos hermosas gemelas que prometían ser excelentes profesionales.

Eran tranquilos y amistosos, no parecían una familia de complejos adinerados, actuaban como una familia normal y cálida, pero eran más reconocidos por su padre a quien le agradaba dar fiestas por cualquier motivo, él se consideraba un “bebedor social” sin recordar que al final de cada evento terminaba haciendo el ridículo o en el piso.

Sin embargo, el lado oscuro de la familia no quedaba en las vergüenzas del padre, continuaba cuando la fiesta se acababa y entre burlas y miradas de lástima, la señora McCain lloraba desconsoladamente pidiendo a su marido que dejase de una vez las fiestas, el alcohol, quería hacerle entender que dañaba a sus hijos, pero solo ella resultaba dañada cuando el mar de veneno que su marido ingería lo convertía en un animal violento.

Una noche, el mayor de sus hijos tras ver el salvajismo de su padre, sus impulsos adolescentes le gritaban que lo golpeara hasta matarlo, pero sus hermanitas lloraban y no las podía dejar solas, en verdad, él era un padre para ellas. Luego del altercado, se dirigió a la habitación de sus padres para hablar con su madre, pues no podía soportar tal maltrato y cuando entró su madre estaba a punto de engullir un puñado de pastillas mientras dejaba una carta en la mesa, era obvia su intención.

Cuando la señora McCain vio a su hijo éste ya estaba en el suelo, arrodillado ante la sorpresa, sus ojos llenos de lágrimas parecían reclamarle un seco ¿Por qué?... Soltó las pastillas y abrazó con fuerza a su hijo. Entre el llanto, juró jamás escoger la vía del cobarde, juró que no los abandonaría nunca en un mundo tan horrible, pasara lo que tuviera que pasar.

Algo despertó en ella, siempre había sido sumisa y aceptaba todo lo que su esposo le decía. Recordó su pasado en donde el galán joven McCain la rescató de la calle y luego de casarse con él, la convirtió en una dama de sociedad. En verdad lo amaba y le estaba agradecida, por ello perdonó las primeras borracheras de su esposo.

Con el tiempo, el alcohol ocupó un lugar demasiado grande en la casa, y fue cuando comenzó la violencia, pero él pedía perdón y ella lo perdonaba, porque lo amaba… Ese amor murió a golpes y con el tiempo se decía a sí misma: “si me voy regresaré a la calle, no quiero que mis hijos estén ahí, no tengo más remedio que quedarme, por mis hijos”.

Pero esa noche, se dio cuenta que no era la niña abandonada y maltratada de la calle, se había superado y ahora era capaz de desenvolverse por sí misma, se dio cuenta de los logros que había hecho y que las empresas de su marido existían gracias a ella que tachaba con su labor las fallas que el alcohol le hacía cometer. Despertó y decidida, tomó a sus hijos y se fue, demandó a su esposo y luego de divorciarse, se convirtió en dueña de la mitad de la mitad de los bancos de la ciudad y era exitosa.

El señor McCain, por su parte empeoró, y perdió más y más todos sus bienes y su reputación. Estaba hundido y ahora era él quien lloraba cada noche por que no solo su esposa lo había dejado sino que su hijo, su gran orgullo, le repugnaba verlo en un estado tan lastimero y sus queridas princesas le temían.

También decidió algo, procuró cambiar, pidió ayuda a su hermana, (cosa que jamás había hecho) una psicóloga que le ayudase en su problema, y aun que en el pasado él se había comportado pésimamente con su familia, ella lo aceptó y le ayudó a buscar el perdón que tanto ansiaba.

Luego de un par de años, se propuso la tarea de reconquistar a su esposa, Aunque ella se negaba, en el fondo, sus sueños parecían cumplirse, pues el éxito que tenía y la familia feliz que encabezaba, quería compartirlo todo con la persona que amaba. Luego de una segunda oportunidad todo parecía andar bien, incluso el enorme rencor de sus hijos poco a poco se desvanecía.

Pronto sería la final de béisbol de la escuela y sería el primer partido al que el señor McCain asistiría, en el fondo, a su hijo, eso lo hacía feliz. Se quedó hasta noche entrenando mientras sus padres tenían una cena donde por segunda vez, el señor McCain se arrodilló para pedirle matrimonio… ella aceptó y con una hermosa joya como símbolo volvieron a unir sus vidas.

Luego de la cena, la señora McCain fue a recoger a su hijo de su práctica, en el instante en que bajó del su auto, el brillo tintineante de su aniño nuevo despertó la codicia de una rata que rondaba y con un solo disparo, puso fin a sus sueños…

La tristeza y la amargura reinaron de nuevo en la casa McCain, de nuevo los ojos llenos de lástima se juntaron para observar la desgracia de la familia. El señor McCain no se lo podía creer, justo cuando sus hijos lo habían aceptado, justo cuando su vida al fin tomaba un camino amable, el rojo color de la sangre manchó un paisaje que fue tan difícil de pintar para todos.

Una vez más deseó refugiar sus penas en las aguas malditas, en la oscuridad de su casa silenciosa de noche y de día, tomó una botella de whisky y se sirvió, a punto de beber, detrás de él escuchó un pequeño gemido, ¡Mis niñas! ¡No debo permitir que me vean haciendo esto!, pensó, pero al voltear estaba arrodillada una mujer con la cara golpeada y ensangrentada “¿Por qué no lo dejas ya? Te hace mal ponerte así, no sabes cuánto me duele verte en éste estado, me duele más que lo que me haces a mí”.

Vinieron a su mente todas las veces que llorando en el piso le rogaba que se detuviera. Ebrio, nunca escuchó, pero esa noche no lo estaba y todas y cada una de las veces que vio aquel rostro tan bello marcado con color rojo de sangre. Aunque pareciera una ilusión, tomó sus manos y dijo “Te prometí que no lo haría y no lo haré, ya que nunca rompiste una promesa, cuando le dijiste a nuestro hijo que lo protegerías siempre, ¡en verdad ibas en serio!



Para muchos el color rojo significa “¡Alerta de peligro!” o “Guerra”, incluso otros lo toman como el “color de la pasión” o el “Comunismo” pero es algo tan sencillo como la sangre; la vida y no la muerte, el amor y no la lujuria un cálido abrazo y no la guerra. ¿No es hermoso, que se derrame sangre, que se derrame la vida para bien de aquellos que son amados en vez de ser vertida como presagio de muerte y dolor? Esto para CrimsonCrow es uno de los colores que conforman una promesa viviente en el cielo.

Texto agregado el 04-02-2013, y leído por 130 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
14-04-2013 Qué fuerte. Me gustó mucho.***** MujerDiosa
05-02-2013 Intensas letras escarlatas envuelven una historia de sufrimientos y tristeza como hay muchas; los protagonistas en esa voragine de acontecimientos parecen no tener escapatoria. Un abrazo!!! Cinco aullidos yar
 
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