Era la década del 30 del siglo pasado. El rio Magdalena, el más largo de Colombia, se creció y se metió a una ciudad muy importante que está ubicada en la margen izquierda. Para la época no existía ninguna tecnología que permitiera conjurar esa amenaza. El Concejo municipal se reunió y no faltó quien dijera que los indígenas tenían la solución y como, francamente, no había alternativa llamaron a los indígenas rivereños y les propusieron controlar al río. Los indígenas asumieron el compromiso por un pago de treinta mil pesos. Llegado el día se aparecieron con unos cuantos objetos que para nosotros son amuletos aunque quizá no lo sean. Se metieron en el río y se dedicaron a rezar o eso al menos parecía. Por la tarde el rio se tornó obediente y se retiró de la ciudad y formó dos ramales con una isla en el centro. El chaman de los indígenas se apareció a una sesión del concejo y dio por finalizado el trabajo y al tiempo que garantizó que nunca más el rio se metería en la ciudad. En unos cuantos años se cumplirán 100 años y la promesa se ha cumplido.Como nosotros desconocemos la cultura indígena nos parece que la represa de Aswan en Egipto si es una proeza y que el trabajo de los indígenas es solo una coincidencia.