¿De qué sirve callar, si nos hablamos a la distancia?

Has vuelto... Está leyendo esta declaratoria, ¿cierto?

Lo prometí, entonces lo sostengo. Ya no he de decirte que aún te amo...
Dijiste volvería a pasar, que mejor no lo prometiera, supongo que me conoces... Pero no lo suficiente.

No lo haré y ahora todavía lo sabes, ¿de qué sirve callar si lo sabemos? Si me sigues atormentando a la distancia con tus cosas de gatos, siguiendo con esa maña tuya de sufrir a tu manera, sabiendo que me entero y aún me afecta.

¿De qué sirve si sabes que aún te pienso? Si has vuelto como solías hacerlo, a buscarte entre mis letras, y ambos siempre supimos estabas ahí.

Te dejé muchas cosas pendientes, para estas noches de insomnio, en que lejos de tus decisiones me recuerdes un poco como tú dijiste, cuando ya no te duela...

Nos hemos marcado de modo tan indeleble, que sobran algunas palabras.
Estuvimos entonces tan unidos, que es imposible fingir que no pasó mas nada.
Somos tan necios y tontos, que no basta con las ganas.

¿De qué sirve callar si nos hablamos en silencio? ¿Si nos llamamos con desvelos de insomnio compartido?
¿Si nos hacemos daño juntos, y a la distancia falta?
Si cada uno tiene una parte del otro... y es el tiempo de quemar poesía cuando más nos da por escribirla, justo ahora...

No sirve de nada, cada uno con su vida. Haciendo al loco, jugándole al tonto, ocupándonos de cosas triviales como vivir a la distancia, a sabiendas de que como nosotros, nadie mantiene las cosas prestadas, esperando el día de qué vuelva el destinatario.