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Inicio / Cuenteros Locales / kalazum / El último viaje ( the last trip)

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- Qué hora es, tengo que estar a las once en el aeropuerto -
- Si amor -. Apuntó mi esposa con un aire de nostalgia, mientras revisaba los documentos de mi viaje.
Esta vez la noche estuvo tranquila, televisión hasta la media noche, par de tragos, no hubo resaca, por la mañana un apetito feroz me tiró de la cama. Un buen desayuno, total que en esos viajes la comida había que hacerla a modo de despedida en casa, ya que encontrar en Nueva York un buen arroz con frijoles ( gallo pinto ) con cuchara tica, era un tanto difícil, y si aparecía alguno, distaba mucho de los que se cocinaban en casa, aparte de la bendita hamburguesa de avión, sintética poco más grande que una moneda, sin sabor y una lata de refresco, la cuestión era, mejor irse bien preparado con la panza bien llena.
Llamé a Nelson, el taxista para la ocasión, me responde que llegará en veinte minutos porque se encuentra en otro servicio, lo que me pone algo nervioso, además le había adelantado parte del dinero del viaje como señal de trato.
Marlen me mira y con la voz entrecortada dice: - Que dicha que es el último viaje –
- Así es amor, ya pasaron diez años de viajadera, se acabó la visa, lo que pasa es que por estar casados, quizás se nos hace más difícil esta despedida – Le respondí con un nudo en la garganta.
Me pregunta si falta algo, y automáticamente llevo mi mano derecha a la bolsa trasera del pantalón, sentí la billetera en su lugar, una mirada a la maleta y listo, para esos momentos Nelson llegaba como una tromba y en reversa, me decía algo excusándose por el atraso. El viaje al aeropuerto se me hizo largo, irónicamente más largo que ir a centro de la ciudad de Alajuela, que se encuentra unos kilómetros más adelante del aeropuerto, no tenía el dinero exacto para el pago del taxi, tuve que darle un billete grande y el cambio me lo daría para cuando regresara, ya iba mal el asunto.
Para la ocasión me rapé totalmente los pocos pelos de mi cabeza, una barba de quince días desapareció y me presente en el aeropuerto después de la hora indicada, el empleado de la aerolínea me entrevista, me confiesa, me interroga en inglés, quizás porque vio mi pasaporte color azul, pero cuando vio que era costarricense y ya no le entendí el inglés, le saque mi español y le dije: - Que le pasa compa, voy pal el norte, voy para Nueva York
- Ah es tico, verdad? - como el gallo pinto le dije.
Ya una vez en las salas de abordaje la misma mierda, llamar por teléfono, que ya pasé el primer escollo, segundo reto, la mirada repugnante de los agentes de seguridad buscando un descuido emocional para la entrevista, como si llevara alguna droga, bueno ese era su trabajo y yo por otro lado tenía la conciencia tranquila.
Me corresponde lugar sobre el ala derecha , no se puede ver nada, aunque pude haber cambiado el lugar, esta vez lo dejé pasar, aunque siempre me gustó mirar por la ventana cuando volaba sobre Cuba, en fin, tedioso el viaje como siempre, mucha turbulencia, lluvia, truenos, no voy a negar que algo recé y de casualidad, para rematar la misma puta película, la de los pingüinos que hablan, bueno, cinco horas de mi vida en el aire, tiempo en que uno no vale nada y lo peor es que la adrenalina no deja dormir.
Me gusta Nueva York, aún sin las torres gemelas, porque el avión al aproximarse para el aterrizaje, hacía un giro turístico alrededor de éstas, y siempre tuve el temor de que el piloto se quisiera suicidar ó le diera un ataque cardiáco y fuera a darle de lleno a una de las torres, pero para este viaje no sucedería.
Llegó la hora, durante el vuelo estuve tratando de memorizar muy bien la historia de rigor, que venía a hacer, donde estaría, donde me quedaría, todo para enfrentar al oficial de turno en migración, me coloqué en la fila, un policía de ascendencia latina, digno de una postal de las planicies ecuatorianas, me mira y con el dedo índice me indica que me acerque, después de ver por un par de minutos la computadora y en un inglés medio sancochado le dice a su compañero: - “piece of cake “- Pensé, esta es mi oportunidad, pedazo de pastel, le caí bien al policía, supuse. La entrevista tediosa como siempre, con su respectiva revisión total de equipaje, con guantes por aquello de algún contagio, la mirada inquisidora del agente. Vaya siéntese aquella silla, me dijo el oficial, sin dejar de verme a la cara.
De pronto una voz me despierta, era el capitán anunciando la llegada, sentí de pronto unos golpes en el hombro, una rubia oxigenada y fingida, con su voz varonil me indicaba sujetara el cinturón y enderezara el asiento, me acomodé y en ese momento miré por la ventana, a lo lejos el volcán Turrialba seguía emanando humo de sus entrañas, humo que se confundía con la contaminación de la ciudad de San José en Costa Rica.

Texto agregado el 27-02-2013, y leído por 210 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
27-02-2013 De ida y vuelta en un solo sueño. Buen viaje, muy parecido a la vida felipeargenti
 
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