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LA HERENCIA


Si; todos sabíamos que era un hombre fuerte y que había vencido la malaria, el tifus y que, después, jamas padeció de catarros o fiebres o dolor alguno; o al menos nunca se quejaba, pero la edad no perdona . ¡ Sesenta y siete años son sesenta y siete años..!
Papa nunca se cuidaba el pensaba que era indestructible y, según sus propias palabras, se sentía como un hombre de treinta, a veces nosotros los hombres nos hacemos una idea , nos creamos una imagen de nosotros mismos sobrestimando la capacidad de nuestra fuerza, de nuestra salud e incluso hasta de nuestra apariencia física o intelectual . Quizas por ese, su carácter y la manera de autoestimarse, papa pudo hacer prosperar la finca hasta el punto de ganar lo suficiente para que en la zona se nos considerara personas de dinero; la mayor fabrica de conservas de la capital nos compraba nuestras cosechas de maíz y guisantes y el buen ojo que tenia para los caballos contribuyo para que sus crías fueran cotizadas en el mercado nacional . ¡ Si, teníamos dinero! Pero nuestras vidas siempre continuaron siendo humildes y sencillas a pesar de la nueva camioneta americana que el viejo compro.
Papa una o dos veces al mes visitaba el pueblo y se quedaba una o dos noches , mi hermana y yo sospechamos que el viejo tenia su “asuntico” pero El se consideraba tan joven y a pesar de los hijos de mi hermana que le alegraban su vida, como El decía, después de la muerte de mama en realidad lo que le daba fuerzas eran sus misteriosas visitas al pueblo, ¡ Bueno ! En realidad no sabíamos en cual de los dos pueblos que nos quedan cerca, pues estaba San Jose que estaba a la derecha de la carretera que nos conduce a la capital o a San Roque tomando la bifurcación hacia la izquierda .
A San Roque lo había visitado una o dos veces , siempre me parecía un pueblo aburrido, muchos viejos y muy pocas mujeres jóvenes y bonitas ademas tenia un cochino burdel que daba miedo al pensar las muchas enfermedades que se ocultaban detrás de sus sucias y despintadas paredes por lo que siempre pensamos que el “asuntico” de papa no estaba en ese pueblo. En cambio, en San Jose se sentía otro tipo de estimulo, su parque lleno de arboles brindaban un refrescante refugio en los días en que el sol castigaba mas fuerte , lleno siempre de vendedores ambulantes, sus coloridos kioscos donde vendían refrescos y comidas. Sus calles adoquinadas y limpias, las fachadas de sus casas pintadas con cal resaltando el rojo de sus tejas de barro ennegrecidas por el tiempo y otras de ladrillos desnudos con ese color indefinido que le da el aire, el sol y las lluvias.

– ¡ Corre Jacinto, papa se ha caído del molino..! – Gritaba mi hermana con el rostro desfigurado por el llanto, haciendo círculos con sus manos levantadas hacia el cielo mientras corría hacia mi.
– ¿ Que paso..? ¡ Como que se cayo..? – Pregunte aturdido sin asimilar aun la noticia mientras
me apresuraba rumbo al alto molino de viento que nos suministraba el servicio de agua .
Allí al pie de la base de hierro yacía mi padre sobre un charco de sangre. Mi cuñado , arrodillado a su lado lloraba también , mis pequeños sobrinos se mordían las uñas y en sus rostros se reflejaba un miedo nunca antes sentido.
– ¿ Esta muerto...? – Pregunte incrédulo.
– No..pero... – Contesto el cuñado sin levantar la vista mientras sostenía la mano de mi padre entre las suyas
– No lo toquen ..; ¡ Rogelio...! – Grite a uno de los empleados de papa que llegaba al lugar – Corre a buscar al medico . ¡ Llevate mi caballo ! – Ordene.

Tres semanas estuvo mi padre en el hospital central de la capital . Serias lesiones en la columna vertebral le impedirían que volviera a caminar , todo el lado izquierdo de su cuerpo quedo sin control, inerte . Apenas podía hablar y el deterioro de su salud se hacia notorio de un día al otro.

– Francisco , papa te llama – me aviso mi hermana.
El cuarto de papa se mantenía en penumbras y el silencio que manteníamos en la casa, ya de luto sin muerto, contribuía, según creíamos, al restablecimiento de la salud de nuestro padre o al menos a que pasara lo mejor posible sus malestares . Arrime un taburete a la cama y tomándole la mano le pregunte con voz muy queda – Padre, ¿ Dice Maritza que usted quería hablar con migo?
– Si, – Dijo mientras con un ligero movimiento de cabeza señalaba que me acercara mas a El.
– Hijo necesito.. que me jures por tu madre ... que guardaras el secreto; de lo que te voy a pedir – me hablaba con dificultad ya el aire que podía almacenar en sus pulmones no alcanzaba apenas para su corta e irregular respiración y lo penoso de la confesion que me haría aun lo hacia mas difícil .
Dos días después mi padre moría a sus sanos sesenta y siete años.

Lo que mi padre pidió y me obligo a jurarle que mantendría en secreto no creo que en estos tiempos sea criticable. Que un hombre viudo y con sus nietos e hijos criados tenga una amante no es motivo de censura y que me pidiera que la ayudara a terminar de criar al hijo de El, que ella tenia...Bueno eso me causo un pequeño malestar, pensar que tenia un hermanito de apenas cuatro años de edad.
Mi padre todos los meses le daba a su amante cierta cantidad de dinero para el cuidado de su hijo y para que ella viviera con cierta holgura económica. Quede con mi padre en continuar pasando la misma cantidad de dinero y que velaría por el futuro de mi....¡Hermano..!
Para mi sorpresa la dama en cuestión residía en San Roque.
Debo confesar que la misión que me encomendara mi padre me causaba un cierto resquemor y por eso temía el encuentro con la tal Miranda, así se llama la ex-amante de mi padre. Un mes después del fallecimiento del viejo y ya mas un poco calmado los ánimos comencé a visitar el pueblo donde residia la mujer , en tres ocasiones fui a San Roque para enfrentar el problema, pasaba por delante de la casita donde residian la madre y el hijo pero no me atrevía a entrar ; algo en mi interior me detenía, ¿ Celos..? ¿ Rencor..?
Pasaba y continuaba hacia el bar que quedaba frente a la desclavada casucha que hacia de burdel. Allí en aquel miserable tugurio sentado en una oxidada banqueta con mi vaso sobre el sucio mostrador de zinc conversaba con los campesinos del lugar que venían a visitar el burdel y de paso refrescaban la garganta en la única cantina que había en los alrededores .

– ¿ Usted no es de por aquí..? – Pregunto, en amistoso tono, el hombre mientras se acercaba sujetándose a todo lo que pudiera hacerle mantener el equilibrio con el vacilante paso de una persona ebria .
– No. Yo soy del caserío de La Esperanza , tengo una finca por ese lugar – Conteste con desgano
– ¿ Conoció usted al difunto Sebastian Hinojosa ? Vivía por esos lares .
– No , no le conocí – Mentí y, ante el silencio del hombre, continué – pero si oí hablar de El.
¡ Cantinero..! – Llame. – Ponga otro trago para mi y otro para el don – Ordene mientras depositaba un billete encima del mostrador. Quería oír hablar de mi padre. – ¿ Usted si que le conoció.? – Pregunte tratando de disimular mi curiosidad .
– A la verdad conocerlo; conocerlo, no, pero la Ada si que conoce a la Miranda y entre ellas hablan. – dijo con la mirada atenta al vaso medio lleno de licor que el dependiente colocaba frente a El.
– ¿ La Ada..? ¿ La Miranda..? – Pregunte con torpe indiferencia.
– La Ada es la compañera de cuarto, aquí enfrente, de la Miranda – el hombre se empino el trago de un solo tirón y continuo. – El don la conoció allí – Dijo señalando al burdel con la mirada y una inclinación de cabeza – no se que cuento le habrá hecho al viejo pero de buenas a primera ella dejo de trabajar en el burdel y que dice que el viejo la mantenía a ella y después al chavalito
– ¿ Al chavalito..? – pregunte mientras levantaba mi mano para llamar al mesonero , sabia que la promesa de mas alcohol le aflojaría la lengua .
– Si; al hijo de la Miranda – Contesto emocionado . Note como le brillaban los ojos.
– Ah..¡ya..! El hijo del tal don Sebastian – Un nudo se me formo en la garganta. Tosí. Hablaba de mi padre y de..mi hermano.
– Bueno; eso le dijo ella al viejo – Me contesto el hombre con el tono de los que están bien informados, mientras, con el rabillo del ojo. observaba los movimientos del cantinero . Me contuve para no hacer notar mi ansiedad por conocer y volví a llamar al mesero ordenandole ,con un grito, dos tragos mas .
– No entiendo , ¿ Dice usted que eso fue lo que le dijo a don Sebastian ..?
– Mire, amigo , yo tengo mas de ocho años que vivo con la Ada y ellas dos son uña y mugre . Mire – dijo con la lengua trabada por los efectos del alcohol – Cuando el viejo la conoció ya la Miranda estaba preñada de Emilito Cabañas, ese es su marido que tiene... – El hombre callo y se quedo con la mirada perdida hacia el burdel – Ese es el hombre que ella quiere como la Ada me quiere ami...¡ Mire !.. ahora mismitico están en el cuarto, si usted se fija bien los vera salir.
– Usted no esta seguro de lo que dice amigo, según me cuenta el tal señor era un necio .
– No, si no es que fuera tonto es que la doñita es bien despierta y sabe aprovechar su juventud .
Las veces que los cuatro nos emborrachamos con el dinero que le sacaba al viejo haciéndose la santita … Mire amigo usted es bien joven y no sabe mucho de mujeres...
Aturdido pregunte.
Y el niño. ¿ Sabe el hombre de la Miranda que es su hijo ?
– De El fue la idea de que se lo cargara al viejo para sacarle mas dinero. ¡ Como carajo no lo iba a saber si ya ella se había sacado uno de El ! La Miranda le había contado a la Ada que estaba preñada como un mes antes de empezar a cogerle dinero al viejo Sebastian y ya Emilito le había dicho que tenia que sacárselo igual que el otro, amenazándola con dejarla .

La vieja vitrola del bar, llena de luces de colores parpadeantes comenzo a sonar. El ritmo alegre y contagioso de una cumbia lleno el espacio estremeciendo los sentidos. Del burdel llego una pareja y se pusieron a bailar exagerando los movimientos lascivos de la cadencia musical . Sentí una pesada mano en mi hombro y mi compañero .ya borracho me dijo.
– Mira muchacho esa; esa... es.... la Miranda y el es.... su marido Emilito.



Texto agregado el 01-03-2013, y leído por 120 visitantes. (0 votos)


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