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Inicio / Cuenteros Locales / chavo / La señorita del perro exótico

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Hoy ha hecho calor. Ya declina el sol. Eso significa que es el momento más esperado del día, tanto para mí, como para mi mascota. Es la hora de salir a pasear al parque. Noto que últimamente mi deseo sexual ha ido en aumento. Debe ser la primavera.
En estas latitudes el invierno es suave y el verano es largo y sofocante. Las lluvias son veleidosas.
Bajo a la cochera y abro la puerta del patio donde me espera la negra, una perra vieja, raza french puddle. Un día la trajo mi hermano, después él se fue y la dejó en casa y yo la cuido, porque me da ternura.
Tal vez salimos demasiado temprano, le digo a la negra. Me voy por la sombra para no ser cogido por los peligrosos rayos ultravioleta. Bajando la calle está el parque, y sigue a la derecha. Tomo el camino de siempre. Me gusta a veces sentarme detrás del sol a la sombra de algunos arbolitos, mientras observo el cerro que está en frente todavía iluminado por los rayos del sol.
Ya estoy aquí, sentado sin problemas. La perra juega en la pradera.
De pronto comienzo a notar que el movimiento empieza a aumentar en el parque. Un joven corre alrededor. Un par de ancianos platican y caminan. Otra mujer, nada bonita, viene escuchando su ipod. Y así hay miles de personas.
Entonces aparece esta señorita joven paseando a su perro de raza fina, parecido a un zorro de la llanura. Mi comportamiento ahora es extraño. Ella se aproxima, no sé para donde mirar. No es la mujer más bella del mundo, pero es agradable, es simpática. Una vez que pasa la miro por atrás y puedo ver unas nalgas jugosas, un buen cabello. Ella se aleja y me entrego a una exhaustiva meditación.
El resto de la gente que transita por ahí no me inquieta, es sólo ella. La gente pasa a 30 centímetros de mí, y no me importa, es como si pasara solo el viento. No saludo a nadie. A veces los veo a los ojos sólo por curiosidad, pero mi corazón ni se acelera ni se detiene.
Entonces veo que ella viene por el camino de arriba. Tal vez viva en las casas de por allá y no se atreva a pasar una vez más por donde yo estoy. Da vuelta hacia abajo y luego hacia mí. Aquí viene otra vez. No sé qué hacer. Tomo una rama seca y comienzo a golpearla contra el suelo. He vuelto a ser un niño enamorado.
Tendría que verla a los ojos y decir: buenas tardes señorita, me gusta su apariencia.
Yo sé que no le hablaré. Lo sé porque en mi vida ha habido gran cantidad de casos semejantes, de mujeres con perros o sin perros, que caminan a mi lado como si fueran simples extraños y tal vez sean mi salvación, tal vez sean todo lo que necesito. Me la imagino entregándome su cuerpo en su casa. Me imagino su sostén. Y me enredo en una reflexión acerca de los sostenes. Siempre me han parecido perturbadores. Son para mí como una barrera entre la excitación y yo. Y yo soy un viejo tímido.
Entonces ella pasa una vez más ante mi mirada inquieta. Estoy seguro que le gusto. El perro decide cagar cerca de mí. Ella resignada saca la bolsa y mete la popo adentro. Sabe que la observo.
Ella ya se va. Y voy tras de ella. Guardo una distancia considerable. Estoy pensando en inglés otra vez. Ella camina rumbo a mi casa. La veo desde lejos. Luego se desvía hacia abajo, da vuelta en la esquina y desaparece. Quería saber dónde vive. Pero se ha alejado de mi territorio. Vive cerca.
Ahora estoy en casa y creo que ella está en la suya, quizás tocándose el clítoris o cerca del clítoris y pensando en una historia erótica con el chico tímido del parque.
Nunca hablaré con ella. Ella nunca hablará conmigo. Nunca sabremos lo que pudo haber sucedido. Y esas oportunidades se van todos los días, tanto que se ha vuelto una rutina, y la mayoría nunca hacemos nada y cuando lo hacemos después nos damos cuenta que hubiera sido mejor no hacerlo.
Mientras dejo de ser esto que soy, tengo que buscar algo que hacer. Ver el box en la tele, caminatas en el parque, sinfonías en la radio, mejorar mi condición física, alimentarme correctamente, buscar un golpe de suerte, es lo que me gusta, y es lo que tengo que hacer, y después, después sólo morir y dejar de ser. Lo mejor siempre hay que dejarlo para el final. Esto de ahora es sólo cachondeo. El final nos puede coger mientras recogemos la mierda del perro en el parque. Es poco probable, pero puede suceder.

Texto agregado el 20-03-2013, y leído por 158 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
20-03-2013 GRANDE, me encantó. Un loco solitario que fantasea de mil formas. No puedo hacer mas que dejarte 5. jesusvilla
20-03-2013 El imposible plantado en el alma como el árbol prohibido. Sin el valor de la trasgresión... felipeargenti
20-03-2013 Entretenida narración. Me gustó leerte. campana
20-03-2013 Mis más cálidos aplausos, Chavo. necoperata
 
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