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UNUS – El Sol primero es idéntico al descrito en la Ignorática. . El astro incandescente ilumina la apacible tarde de dos hombres sentados en torno a una mesa circular. Simulan —con éxito— una insólita e innecesaria amistad. Mirándose esquivamente dialogan acerca del universo, y de la posibilidad de existir idénticos y disimiles en espacios inalcanzables de tan lejanos. El uno más ciego que el otro, el otro más alto que el uno. Se corrigen, se insultan —con gracia¬—, se censuran y complementan. Bajo este sol, concluyen: “Ignoramos en demasía”.




DUO – El segundo Sol alumbró Jerusalén y las afueras de Atenas. . El más ciego y el más alto a simple vista parecen idénticos a los anteriores. Sólo cuando abren la boca para emitir un mensaje, es posible notar que ambos tienen los dientes deformes y sucios. Mientras conversan, algunas mujeres marimachas con cucharitas de azúcar depositan la porción diaria recomendada de piojos en las cabezas de estos sabios. El tema es la posibilidad de que este mundo no sea más que el reflejo del Infierno subterráneo, cuya existencia ha sido demostrada por el Granparalítico. El vidente sugiere la necesidad de una conducta desenfrenada, el otro difiere. Luego de acordar la renovación ulterior de la sesión, fingen una despedida fraterna. Aquí, desde el ascenso al trono del Granmisófobo, el contacto físico es ilegal so pena de muerte, aunque el visual es altamente tolerado.




TRES – El bellísimo y tercer Sol fue soñado y representado en piedra, bruñido hasta alcanzar el lustre de lo sagrado. Sol de sectas extremistas y religiones oficiales. . El artista describió la instalación como una metáfora del ensimismamiento y de la incomunicación. Los dos hombres de cera amarilla se derriten lentamente sentados a la mesa bajo los rayos ultravioleta del desierto, vigilados vía satélite y retransmitidos en vivo a todos los ordenadores del globo: “Quise dejar claro que dos hombres en una mesa, en nuestra era, son incapaces de comunicarse efectivamente. En cambio, la red desencadena un flujo de respuestas inmediatas que recorren el planeta y unen los pensamientos más bellos y diversos, venciendo todo tipo de obstáculos espaciales y lingüísticos. La distancia es el medio que nos une, la proximidad y el miedo al otro nos entorpece y calla”.




QUATTUOR – El cuarto Sol de fatigas, ámpulas y piel agrietada. El Sol que detesta la raza oscura. .


...Acababa de hablar con él. Cercanos de toda la vida. Me repitió el texto de la promesa. Él sabía de los números sagrados, de lo escrito en la oscuridad del espíritu. Calmó mi corazón con sus palabras: “No te afanes en el dolor, que su nombre será revelado”. Luego de abrazarme con fuerza y de gritar lo que aún creo que fue mi nombre, vi a mi hermano dejar el lazo de mi mano, para seguir a los suyos.


...Sentí por un momento que hablaba a un muerto. Oré exasperado a los lejanos cielos. Supliqué al Dios de mis padres la respuesta. Jamás contestó. Vi hombres arrastrados por caballos indómitos, mujeres que abofeteaban a sus hijos pequeños, ancianos se arrojaban de la célebre torre... Escuché que me llamaban, lo abracé, su rosto idiota y desconcertado se clavó en mi corazón como una daga. Poseso de algún mal espíritu, se expresó diabólicamente atrayendo otras bestias a él semejantes. Incapaz de exorcizarle lo dejé. Aquel fue el día de los abandonos.





QUINQUE – Este sol es la copia infiel del Sol verdadero, centro indiscutible del sistema interplagiario. . En este universo mínimamente singular, rigen las leyes conocidas y desconocidas de la física, y una más: “Todo lo dicho, escrito o por enunciar tendrá que ser imitado incesantemente” Teoría de la paráfrasis sin fin. Frente a la Fotocopiadora Central (0.17 ¢), una larga y creciente fila de estudiosos solicitan desesperadamente la reproducción de algunas secciones de los textos que han elegido de la biblioteca “No más de tres por vez”. Toca turno a una joven que chilla de tan blanca. Según se observa, copiará de dos libros los siguientes intervalos: 5-25 y 23-41. El primero lleva por título El arte de la cacofonía y otros estudios aporísticos; el segundo, mucho más ambicioso en extensión, se titula —según dicta la contraportada¬¬— De la distancia entre el título y el contenido. El autor del primer libro soy yo. En el otro, alcanzo a ver tu nombre.




SEX – La caricia del sexto Sol descendió al cuerpo y el cuerpo se tornó erógeno, emergió del hueso la voluptuosidad vuelta carne y en ésta germinó el placer. Está escrito. . La mujer de rodillas pide piedad. Los dos moralistas, defensores infatigables de la rectitud, exponen desde la castidad de sus vestimentas impolutas las afrentas y deshonras de la Ramera en perjuicio del pueblo: “Se le vio en ayuntamiento con dos santos varones, columnas de nuestra nación” “Adoradora de dioses falsos, culpable de sacrificar, a ídolos paganos, el producto de sus desafueros” “Estudiosa de libros indebidos, propagadora incorregible de principios aberrantes” “Practicante acérrima de la autosatisfacción, privativa del desahogo de los hombres” “Portadora de toda clase de pestes” “Inventora de una decena de brebajes y ungüentos para evitar la gravidez, comprometiendo la continuidad de nuestra Santísima Sangre”. Expuestos los argumentos, el juez de largas y blanquísimas barbas a todas voces comunicó su sentencia: “Que esta Ramera sea lapidada de inmediato, para que no contamine ni un segundo más nuestros ojos con su existencia inmoral”. Los detractores bajaron de sus altos púlpitos, para complacer al público ansioso de besar los rubíes de sus anillos, símbolos indiscutibles de superioridad moral. Tras la acostumbrada ovación, los dos seres celestiales se encaminaron al burdel para dar continuidad a su infatigable búsqueda de iniquidad.




SEPTEM – El séptimo Sol arderá por siempre. . Tras largos años de interminables sesiones de lectura, encontraron, no por casualidad, el apartado de Las incandescencias en aquel libro execrable. El jardín se desbordaba en lilas y el aroma de las rosas del pórtico inundaba el salón, reanimando las maderas ancestrales, acento de inmaterialidad en el vodka que expande los sentidos. Leyeron en voz alta el capítulo: Duratividad del hereje, ultimaron que “el cuerpo de un blasfemo arde con mayor intensidad que el de un adultero, sosteniendo su incandescencia por arriba de traidores y asesinos”. Los dulces poemas de La celda iluminada, escritos durante la Guerra Polar por el laureado torturador, desencadenaron las reflexiones más apasionadas, así como una breve pero entusiasta discusión en torno al soneto Triste quemadura, cuyas extravagancias morales consideran el sadismo como “vehículo de la catarsis pura”. Bebieron más de lo habitual. Atribuyeron al etanol su incapacidad para descifrar las metáforas más embrolladas. El artista advirtió la falta de luz, “El día termina”; la tarde regalaba los oros y magentas de su retirada. Dedicaron los últimos esfuerzos al estudio de la sección titulada: Combustión trascendente, mientras fumaban el cigarrillo de costumbre, apoyados en los almohadones de la sala. El poeta leyó en voz alta la tabla de contenidos: “Ignición espontanea, Fuego oscuro, Zarza en llamas, Tonalidades de la flama…” Volcaron su interés en la sección que hablaba de lo Reservado para el fuego. Lo que en principio les pareció “un texto filosófico”, avanzó hacia “manual de alquimia muy elaborado”; terminaron por considerarlo “charlatanería”. El escrito sugería la creación de un Universo Solar, a partir de la destrucción controlada del inexpugnable libro. Pero quién ¬¬—luego de tantos años de firme devoción¬— se atrevería a arrancar una hoja de aquel misterio y comenzar el ritual. “Dice que los creadores no experimentarán ningún dolor” “el libro debe consumirse en ambas direcciones” “serán como dioses”. Quizás por heredada curiosidad, quizás por influencia del alcohol, “Debemos cerrar el libro una vez más” “Que sea una de las lenguas absurdas”. Brindaron con el resto de la botella de vodka. Fumaron con parsimonia el último cigarrillo. Un pacto de silencio. El artista dejó el libro abierto sobre la mesa circular; no sin placer, el poeta arrancó la hoja derecha “Qué delgada es”, el otro arrastró con fuerza la cabeza de un cerillo sobre el borde de la caja. La mano con la hoja de difusas y desconocidas palabras y la otra, temblorosa, con la diminuta flama en estrecho contacto. El papel comenzó a arder, la luz emitida era blanca, casi eléctrica, aun sufriendo la memoria del fuego, lo introdujo en su boca. El fuego envolvió sus labios, sus ojos se llenaron de flamas y las manos del poeta ardieron en fuego líquido; él las miraba y sonreía, mientras las llamas fluían como agua de su interior. La hoja izquierda fue cortada con violencia por la mano del artista e incendiada con el fuego que manaba de su amigo. Tragó con miedo y fe la leve y fugaz incandescencia, y el fuego hizo de él una antorcha humana; de sus pies brotaron feroces llamaradas ascendentes que entibiaron su corazón. Y surgió en ellos el deseo de permanecer, cortaron una y otra hoja atizando el fuego de cada uno casi con desesperación. Las maderas soltaron su fragante resina, la mesa de mármol gris se partió en dos, la biblioteca floreció en ascuas atormentadas, la mansión era una hermosa hoguera nocturna de rojizas flamas. En breve la ciudad entera se consumió en gritos endemoniados de dolor. Las bestias y los hombres huyeron a las montañas cuando la noche se volvió día. Y surgió en ellos el deseo de saber y engullendo las innumerables páginas incendiaron el bosque y el desierto, hirvieron los mares primitivos y las arenas soltaron su cristal y pronto la tierra entera era un pequeño incendio en expansión. Nada hecho por el hombre, ni siquiera el hombre sobrevivió al furor de su deseo. Y las lenguas de aquel libro les fueron reveladas, llegaron a ignorar nada. El símbolo de la primera lectura, que enloqueció a sus predecesores, fue descifrado y su insignificante significación. Y surgió en ellos el deseo de ser y el libro satisfizo su deseo con inagotables recursos. El intenso calor atrajo los lejanos planetas, las estrellas, las galaxias, la materia oscura y las energías del cosmos fueron consumidas; y fue así como fue lo que es. Y al final, la oscuridad dominante acompañó la sosegada meditación de los devoradores, hasta que la impredecible voluntad del libro develó su misterio:





Antonio Carrillo Cerda
Toluca, Estado de México
Disponible en pdf en: http://es.scribd.com/antonio_cerda_2

Texto agregado el 27-03-2013, y leído por 825 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
27-03-2013 Un mural de buenas imágenes. Nunca se me hubiera ocurrido el término "Granmisófobo" (¿Gran horrorizado del odio?) para designar a una divinidad. Gatocteles
27-03-2013 Tus siete soles me han transportados a los siete cielos coránicos. granada
 
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