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Desde lo del incendio de ayer andan así. La verdad es que al final no pasó na grave, pero sé que están enfadaos conmigo. A la hora de cenar no hubo las risas de costumbre. Mamá tampoco preguntó a papá qué tal va saliendo la patata ni de si hay que pagar cualquiera cosa o arreglar la puerta de la cocina porque chirría. Y esto sí que siempre lo dice porque es casi una costumbre, papá que mañana y ella que ya ya pero sabiendo que no lo va a hacer. No es que mi papi no quiera, pero supongo que después de pasarse el día en la leira es normal que llegue cansao. Mamá sirvió la comida. Me llenó el plato y se quedaron los dos como tontos mirándolo. Entonces a mamá le asomaron unas lagrimitas pequeñitas que le hacían brillar los ojos, y se le puso fea la cara como en una mueca de contenerse de llorar. Luego sí me miró diciendo ‘meu neno, meu neno’, pero cuando le pregunté qué pasaba no me quiso contestar, es muy raro. Papá le puso la mano en la muñeca y se la acarició triste pero con cariño. Al final acabaron llorando los dos, y yo me encogí en la silla porque supe que era por mí. Están moscas conmigo, pero juro que me rompo la cabeza a pensar pero no entiendo qué hice mal, porque ellos no pueden saber lo de la ventana en casa del Aurelio, que naide nos vio, y además fue el Suso y yo no, yo sólo estaba allí y él tiró la piedra y corrimos y nos escondimos y no nos vio naide casi seguro. Desa nos libramos, tiene que ser otra cosa, pero pienso y pienso y no sé lo qué. Algo con lo del incendio, supongo, estarán de mal humor por eso. ¿Pero qué culpa tuve yo? Ni probé la cena de la angustia que me dio su silencio y sus lloriqueos. Tanto pasaron de mí que ni mamá me gritó pa que comiese como hace siempre que me pongo remolón. Yo intenté ser bueno, me quedé callao mientras los vía cenar y, cuando acabaron, les pedí permiso pa levantarme. Na, ni mu. Se limitaron a machacarme con su silencio y qué rabia me entró, jolín. Cómo me habría gustao que me dijeran que castigao sin salir a jugar a la tomada con la Carmiña y el Suso o na de bicicleta o yo qué sé. Cualquier cosa mejor que ese fastidio de no hablar. Me levanté y me fui corriendo a la habitación a llorar, porque ya que estaban en ese plan no quise darles el gusto de verme de choromica. Mamá no vino a darme el beso de buenas noches...

Hoy papá se quedó en casa. Lo vi meterse en el establo y ahí lleva horas, sentao en el taburete de ordeñar a la Sabela. Mamá no sé adónde está, pero antes oí un ruido en su cuarto. Pegué la oreja a la puerta y creo que escuché sollozos, aunque tampoco lo podría asegurar porque mamá llora como cuando se cuela la corriente por las rendijas de las ventanas, así que igual era eso. Luego entré en la cocina y me sorprendió ver la mesa sin recoger, a lo mejor es que está mala. Fui a preguntarle a papá pero parece que siguen con su castigo y no contestó. Ni me atreví a pedirle permiso pa ir a la del Suso.

Tengo que descubrirlo, sé que es por lo del incendio, es desde entonces pero sigo sin entender qué hice yo de malo. En realidad, deberían estar contentos: aún no me explico cómo consiguieron salir del cobertizo tanto que ardía.

Texto agregado el 25-09-2002, y leído por 511 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
25-10-2004 Interesante. El final parece por peteneras, pero justifica todo el texto que es muy bueno a base de modismos e intriga. Artesano (por cierto como me gusta esta palabra oye). hemefeo
16-11-2002 me ha gustado. para mí el niño es inocente, como yo. saludos welip
 
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