Te siento y me pulsas cada segundo, fluyes por mis venas y vuelves al centro de mi corazón... y así me tienes latiendo amor.

A veces estás en mis pupilas, contemplando, mirando en lontananza, más allá del horizonte, donde el sol abriga mi destino.

Allí estás cuando me siento a quemar mis lágrimas… cuando el calor de mis labios se desvanece en el frió de las tardes.

Te siento cuando estoy abrigándote en el pecho, arropándonos en el camino bajo el viento, mientras las hojas vuelan.

Te siento en mis manos tibias, Cuando tomo un papel y entre la tinta de las líneas comienzas a liberarme.





A Marcela...