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Tengo una cicatriz en el brazo, oculta bajo los vellos entrecanos.
Estaba con Raúl. Su novia lo había cortado, la mía se desvaneció. Le di una gran chupada al cigarro y en vez de apagarlo en el cenicero, lo apagué con la piel de mi brazo. ¿Qué haces?, e intentó Raúl romper la liga entre la brasa y mi piel. Dejé de pensar intensamente en ella, para solamente pensar. El ardor me duró una semana. Hoy recuerdo.


Dormía en el autobús. De la casa a la facultad y de ésta hacia la pensión. Quería estar alerta para succionar las letras de los textos. Dejaba de leer, hasta que las palabras brincaban de un renglón a otro. A las dos de la mañana me permitía un descanso y entonces me largaba con el pensamiento buscando a la novia ausente. Hasta que un día, dejé de ir…

Hace cinco años visité a un compañero de la preparatoria que vivía en otra ciudad. Me enseñó una foto ampliada, tan grande como un pliego de papel de china. Quedé perplejo: Allí estaba ella, la novia que se desvaneció y que en la madrugada, en el silenco del cuartucho iba por ella.

Eramos preparatorianos, pero, ya se nos cocían las habas por ser médicos. Aquella noche salimos los cinco a cazar un perro y lo “cazamos”: desnutrido y dócil, se dejó conducir hasta la casa de Coco. Habíamos quedado que lo operaríamos en un cuarto de azotea, que colindaba con el cuarto de su bisabuela, que ya no se daba cuenta de nada, pero que impresionaba por los gritos. diciendo “pecho a tierra.”
Conseguimos instrumental prestado, -coperacha para comprar éter. Y nos dimos cita: vestidos con bata azul y cubrebocas. Allí, en esa azotea donde se veía pasar un arroyo mal oliente, le quitamos la virginidad a la panza del perro. ¡Cómo no acordarme, si esa vez cuando empuñaba el escalpelo, se me nublaron los ojos y me hice de chicle! Esto que pasó lo tengo vivo en mi cabeza.

V i la foto. Estábamos los cinco y ella, la única mujer. ¡Qué memoria más mierda tengo! Hoy, que los párpados me cubren la mitad de los ojos, intento hacer un esfuerzo y no, no hay nada, hay silencio, oscuridad, pero nada de esa imagen en que estamos todos y ella. Tengo una laguna que parece mar sin fondo. Sin recuerdo, sin ella, sin mí. Está escondido, o borrado, no lo sé. Ella está al centro, con sus ojos abiertos de negro y vida. Los demás, la rodeamos vestidos con traje de cirujano. ¿Qué le pasó a mi memoria?, ¿quién se atrevió a operarme el recuerdo? Bastardo hijo de la chingada, ¿cuántos recuerdos más te llevaste?


En una fiesta de la generación vi a Raúl, pues quedamos hombro con hombro. Quedo, le pregunté.
— ¿Qué fue de Carmen?
Se sonrió y ladeo la cabeza para acercarse y hablar bajito:decidió casarse con un maestro de obras. De esos que tienes dos empleados y agarran de albañilería, pintura y lo que se arrime. Tuvo dos o tres hijos y ella los mantiene porque su marido la dejó por otra. Un día, la vi por el mercado, flaca, plana y tasajeada por la mala vida y el tiempo. Sé que me vio, pero se hizo la loca. No digo que soy un santo, pero su vida conmigo sería muy diferente.
— ¿Y tu Isabel?
-Después de que se la llevó su papá, no supe nada de ella.

Hay cosas que no se pueden decir, y tuve dos noticias; una de primera mano, y la otra de segunda. La primera es que yo estuve con ella, una noche en el que vivimos una secuencia de besos y quejidos. Toda la noche. Nunca la volví a ver luego de aquella vez. La Segunda noticia, sucedió uno o dos años después, a quinientos kilómetros. Me dijo el Pepe:
—Isabel vino a verme al sanatorio, te acuerdas de ella.
— ¡Claro que sí!
— Anduviste con ella hace siglos.
— Cierto… ¿Qué pasó?
— Quería que le diera trabajo en el laboratorio, pero no tenía espacio. Cosas de la vida, recién había contratado a una chica. La invité a comer y después no sé cómo sucedió, pero terminamos en el motel. Oye, que pechos más grandes y erectos tiene.
— Pero no te encabronas, ¿verdad?
— Lo nuestro terminó hace mucho tiempo. No tengo porque encabronarme.
— Ya ves cabrón, y tú que la respetaste tanto.



Texto agregado el 02-05-2013, y leído por 418 visitantes. (11 votos)


Lectores Opinan
09-05-2013 Hay tanta nostalgia en esta narración que hasta se huele. Un abrazo, Senderito querido. SOFIAMA
06-05-2013 A veces la memoria se esfuma como queriendo protegernos del recuerdo, otras veces rememorando la memoria se vuelve más nítida a la vez que constatamos realidades. Me gusta tu narrativa, pasos del ayer que les das presencia en tus letras. Shou
04-05-2013 Me maravillo ante tu narrativa!!... Un abrazo. gsap
02-05-2013 Siempre te destacas. En tus recuerdos la nostalgia ríe y llora, ama y reniega. Felicitaciones Senderito.***** girouette-
02-05-2013 historias de la vida que siempre dejan el mal sabor de una nostalgia vencida. mis supernovas. el_mesiaz
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