La rata vivía en un oscuro sótano con sus crías recién nacidas. Había escapado justo a tiempo del laboratorio donde unos científicos, mezclando su ADN con algo humano, multiplicaron las conexiones sinápticas de su pequeño cerebro y aumentaron su inteligencia.

Con el tiempo las crías crecieron, unas parecidas al padre, negro como el carbón, y otras a ella, blanca como la nieve. Permanecieron en dos grupos separados hasta que un día los encontró atacándose tan ferozmente que ella misma quedó herida de muerte al intentar evitarlo. Su último pensamiento fue que el experimento había sido un éxito.

¡Eran demasiado humanas!


Participante en el Cien VI