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Estoy navegando por una larga Avenida de asfalto en una ciudad fantasma, una de las nueve ciudades prohibidas; la nave es un acorazado, soy parte de un ejercito de sombras que recibe ordenes divinas; dentro de la cabina, a mi alrededor, hay olores extraños como miedos y silencios fuertemente instalados. Puedo observar las riveras iluminadas de ambos márgenes ribeteados por viejos arboles bien diagramados; tanto de un lado como del otro la indiferencia inmediata de los hombre; veo sus palacios y sus mercados populosos donde se escuchan complicadas historias de sátiros que yo recibo como recibo la realidad, sin indagar si son verdaderas o falsas.
Una alta torre babilonica sobre la esquina donde amaramos nuestros silenciosos movimientos; seis pisos por escalera; ascensor para oficiales y comandantes; un pasillo largo en tinieblas de media noche; siete puertas dormidas; una está señalada por un arcángel.
Ruidos y fuegos de artificio o violenta artillería al derribar la puerta; desequilibrio de los sentidos; la tierra insegura bajo mis pies; gritos desesperados de un hombre herido; el llanto histérico de un recién nacido por los pisos; ruidos de ordenes enloquecidas, de mampostería en añicos, de lozas descuartizadas, de vidrios en mil cristales filosos, de vidas rotas. Sangre, sudor y desesperación me conquistan.
La veo desnuda en el umbral de la ventana iluminada por la luna en esta niebla de pólvora china. Una efigie de otro mundo, una belleza nada humana. Me gritan una orden que no escucho. Entre nuestras pupilas construimos un puente de mágica telaraña; nos encontramos en el medio; conversamos sobre la vida y la muerte; nos perdimos en nosotros y los silencios que aturden. Me ordenan un grito, Nos enamoramos en ese instante eterno alejándonos de todos los miedos que nos rodean. Una amenaza me grita un hombre de verde. Charlamos con los ojos de esas cosas que nadie quiere hablar, poseemos el mismo tiempo de inocencia sobre este planeta. Un fuego como un rayo mas allá de mis carnes Recuerdo, creo recordar, que llegamos a la conclusión que morir, es lo mas ridículo y obsoleto que le puede suceder a un ser viviente, ya que sin ese acto, no sirve de algo o se aprecia el haber vivido.
Desapareció atravesando las cortinas de la noche por esa ventana al cielo en medio de mi sonrisa tranquila sincera, amplia; la vi volar hacia la luna nueva; me saludaba abanicando una mano mientras se elevaba y con la otra, me lanzo un beso de despedida.
Ahora retorna silenciosamente a esta ventana donde en sus cristales veo reflejado a un hombre que se me asemeja y no estoy seguro de ser yo, a reencontrarse conmigo y su misterio oculto; trae palabras y frases secretas desde ese confín infinito de ese otro día que a veces me encuentra perdido en un pasillo de desvelo entre la noche y el alba, pensando, tratando de hacerlo; porque yo, bueno,… yo no logro recordar si m suicide aquella noche.

Texto agregado el 12-05-2013, y leído por 118 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
13-05-2013 Imagenes muy literarias. Estupenda narración. Un abrazo. umbrio
13-05-2013 Estupenda tu narración que disfruté de principio a fin, un un placer leerte.***** gialir
12-05-2013 Un relato con un final que sorprende glori
 
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