Esos griegos: Cuando eramos inmortales y vagábamos libres entre las sombras del templo nos adoraban con humo e incienso y los contemplábamos hacerlo Nos divertían el sol, la luna el mundo y su tiempo jugábamos con el fuego las montañas y el cielo y la gente sufría pero no podíamos verlo cuando el Olimpo era el hogar y nuestras risas desataban tormentas y castigábamos ciegos de ira a los que no podían vernos cuando eramos dioses y ellos apenas siervos hasta que apareció el carpintero mostrando sus horribles llagas sus muñecas agujereadas la mirada triste y la palabra y nuestro fértil mundo se transformó en un desierto antes de los sacerdotes antes de todos los signos y antes de la cruz y su misterio
Texto agregado el 20-05-2013, y leído por 164 visitantes. (3 votos)