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Inicio / Cuenteros Locales / La_columna / Sobre el Hablar y el Escuchar (Columnista invitado de este viernes: Islero)

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En esta confusa y contradictoria época, donde estallan bombas y el espacio se ha llenado de líneas virtuales de información, resalta el griterío gigantesco de la existencia humana. Aturdidos, hombres, mujeres y niños, corremos de aquí para allá, en el Océano de la incertidumbre. Existen como contrapartida realidades brillantes pero silenciosas.

El hablar y el escuchar son dos actitudes y actividades distintas y complementarias. Se pueden realizar muchísimas tipologías de hombres y mujeres desde este tópico de la condición humana. Elijo una, entre tantas otras, muy simple y dentro de la cual caben múltiples subclasificaciones. Seré breve. Un comienzo para el diálogo.

Como es sabido las clasificaciones se llevan a cabo a partir del criterio seleccionado. He optado por el siguiente: la finalidad que persigue el que habla y escucha. He aquí una primera muestra:

1.- Los que hablan por hablar. No escuchan.
2.- Los que hablan para ponerse en la mesa a sí mismos. Suelen hacer que escuchan.
3.- Los discutidores. Tienen que imponer su razón. No tienen tiempo ni espacio para escuchar.
4.- Los que, metafóricamente, no hablan. Escuchan.
Podría seguirse. Por hoy, basta.

Los primeros: gente simpática, y de todo tienen que decir algo. No se pueden quedar callados. Su hábitat casi natural: el chisme y la opinión. Como siempre están hablando, no pueden escuchar ni el ritmo y musicalidad del Cosmos ni a sus congéneres, salvo para contestarles de forma rápida. No pueden perder tiempo. Siempre a otra cosa. Gozan con el palabrerío. Muy extraño: como si el charlar fuese una finalidad valiosa en sí misma.

Los segundos: son mucho más astutos. Hay una razón: solo saben escucharse a sí mismos. Y por eso tienen un único tema. A menudo se ponen atentos, te miran a los ojos y, mientras tu hablas, permanecen quietitos, silenciosos. Pero, ¡zás!, terminas de hablar y comienzan ellos: “ es verdad lo que dices... Yo... Yo... Mi familia, mis hijos... Yo...”. No te han escuchado ni jota. No es que sean perversos, pero no pueden otra cosa, pues están llenos.

Los terceros: en general son inteligentes pero diablísimos. Algo, sea un interés, una ideología, muy pocas veces: algún proyecto, tienen entre manos para imponer. El porte es arrollador. Un gran escritor argentino a nuestros políticos los denominaba: “la clase discutidora”. Hacer, ¡qué va! Discutir es lo esencial; deben convencer, pues ya tienen “la verdad bien redonda”, según la feliz expresión del venerable Parménides. Aquí la subclasificación es amplísima; se señala una: los vendedores . La mercancía es infinita.

Los cuartos: ¡Son mudos pero hablan! Y no es una contradicción a pesar de las apariencias. Desde hondonadas diversas escuchan y escuchan. Pues en ellos habita el silencio. Entonces surge la palabra cargada de sentido. Emergen cantos y poesías de la más diversa especie . Estos, casi nunca discuten: dialogan.

En este tiempo gélido el mito cretense del Minotauros y el Laberinto es una realidad. Existe El Laberinto y allí vive el Animal voraz. Es probable, si se quiere reorientar el tiempo, que a los últimos les corresponda ingresar al lóbrego antro y, sólo con la palabra, matar al Minotauros...



Islero


Texto agregado el 13-08-2004, y leído por 1340 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
21-08-2004 Creo que si muchos de los cuenteros nos encotráramos con el Mudo, resultaría casi imposible callar. Pero es seguro que él nos daría cátedras en el arte de "Saber escuchar para poder decir" Un abrazo enorme. Shou
21-08-2004 Pero vaya! esto se debe avisar!! Bueno amigazo, tu texto ATURDE...no es fácil de comentar para nada, y casi da miedo por meter la pata estrepitosamente. Sin embargo algo diré, porque por desgracia no pertenezco al cuarto grupo: decía alguien por ahí que no es lo mismo "mirar" que VER, ni "oir" que ESCUCHAR, ni "hablar" que DECIR. Querido amigo, ¡tú ves, escuchas y dices! Ya más densamente podría incluso decir que no "ves" sino OBSERVAS, pero seguir por estos lares es harto peligroso, pues las sendas de los matices son peligrosas y claro, ten en cuenta que tan solo soy un pobre andaluz bruto.... Y en cuanto a la palabra del mudo, cierto que su poder es enorme, muy cierto...dicen por aquí que el café "bueno" cargado "espabila" pero que el malo cargado "da cagaleras". En fin...un tema para dialogar largamente. Eres magnífico, un maestro, y es un gusto siempre leerte y meditar contigo. Un gran abrazo amigo!! Loboazul
20-08-2004 Islero: me ha dejado en silencio. En pocas palabras. la descripción de nuestro tiempo y su incertidumbre futuro. ¿El escuchar y el hablar!. Mas vale sigo escuchando. Una gran lección. moncholo
17-08-2004 Me esta gustando escucharte, algun dia puede que hable. Saludos. Nomecreona
16-08-2004 Muy buena reflexión Máximo. Decía Buda "Cuando no tengas nada importante que decir, guarda el noble silencio. Si no puedes mejorar lo dicho por otros, guarda el noble silencio." Pues eso. Un fuerte abrazo. juanrojo
13-08-2004 ... (y continuando con el discurso de Alberto) .. y están los que piensan en alto, los que tienen necesidad de comunicar, de buscar, de encontrarse en el otro.. de dialogar ¡Por Dios! ¿Quien puede quedarse callado contigo? Si eres una invitación permanente a reflexionar y vaciar el pensamiento, pero también a callar para aprender a escuchar. A mí me hace falta de esto último mucho ¡no creas! Dos besos maravillas
13-08-2004 ...y están los que escuchan y hablan de cuando en cuando, añandiendo, rescatando, orientando, rebatiendo, afirmando, estimulando, entregando esa caja de resonacia que es el escuchar con empatía. Rara avis in terris...pero a veces se los encuentra... Un abrazo albertoccarles
 
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