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Relaciones letales


Era una madrugada helada en Nueva York. Central Park lucía tan negro como las fauces de una adusta bestia. Sin importar que la frondosa arboleda techara la Gran Manzana, la nieve permeó hasta alfombrar el piso con grueso tapiz blancuzco.

En la profundidad del parque, la nieve mancillada delataba actividad humana y la mancha roja que profanaba el níveo tapiz, un crimen. Los copos, como si fueran gusanos de seda, tejían una mortaja sobre el cuerpo postrado.

Dos tipejos de aspecto infame y mirada turbia tropezaron con el cuerpo. Uno de ellos,de nombre Mijail, lo pateó y con enfermiza filiación necrótica, sentenció:

–¡Qué desperdicio de trasero! Tal vez todavía se pueda gozar.

Luego reflexionó las rodillas hasta acuclillarse para manosearla y descubrió que su piel aún estaba tibia. La examinó para ver si lñencontraba palpitaciones y sí, las halló débiles. Antes de declarar su hallazgo, el otro sujeto, Alexey, ya le recriminaba:

–¡Misha! -le llamaba en forma paternal-. Deja de jugar con los muertos, que te va…

–¡No Alexey! Está viva y ¡muy buena! –interrumpió Mijail.

Alexey ordenó a Mijail dejar a la mujer en el lugar. Él se negó y la transportó en hombros hasta los túneles abandonados de la estación del Metro.

El azar quiso que la muchacha, que dijo llamarse Madison, se salvara, aunque había caído en manos de dos sicarios de una organización criminal.

Ella estudiaba danza en la Juilliard School, en el Lincoln Center. La práctica de este arte y el legado de los genes se combinaron para esculpir el cuerpo de Madison.

Antes de esa funesta noche, por la tarde, había sido víctima de un plan perpetrado por su madrastra. Pretendió eliminarla para adueñarse de la enorme herencia de su padre. Obligada un tanto por sus rescatistas, o mejor dicho por sus secuestradores en menor medida, y en mayor, para ocultarse de la madrastra, permaneció en los túneles durante su convalecencia.

La estancia con estos sujetos se extendió por años. Durante ese tiempo fue adiestrada para el crimen y para que los ejecute de diferentes formas; sembrando falsas pistas que no llegaban a nadie, implicando a otros, transformando los escenarios para que pareciera un accidente, etc. Ahora era una experta en el arte de matar y al servicio de una organización criminal encabezada por Alexey.

Para iniciar las negociaciones encaminadas a conseguir la paz en Afganistán, una nave militar rusa traslada al Mulá (maestro) Sufi Barader, segundo en la dirigencia del Consejo Talibán, de Pakistán a Kabul. Mijail finge ser el copiloto de esta nave. Su misión es aniquilar al segundo, para incrementar las tensiones en ese país.

A bordo del avión, Sufi es tratado con la diplomacia propia de un jefe de Estado. Su comportamiento es sobrio, no quiere probar alimento, con devoción recorre las cuentas del rosario musulmán entre sus dedos para invocar a Alá en sus 99 míticas adoraciones. Al medio día se arrodilla en dirección de La Meca para alabar a su dios y para que sus actos queden bendecidos.

El avión inicia su descenso para aterrizar, es el momento decisivo, Mijail tiene todo perfectamente preparado y abandona la cabina de mando de la nave. Sufi está sentado en el tercer asiento, inclinado y concentrado en sus oraciones. Mijail está cerca, extrae su Makarov, nueve milímetros, y cuando está a punto de disparar, Sufi levanta la cabeza. Al hacer esto, ambos se reconocen.

El supuesto líder talibán, en realidad es un exagente de “El Centro”, como se le conoce en el medio, al Servicio de Inteligencia Ruso. Mijail reacciona después de unos instantes durante los cuales recuerda cómo la CIA había avalado la autenticidad del “representante Talibán”.

Lo que hay detrás de la farsa no es asunto de Mijail. El encargo era matar al representante del consejo, y ese sujeto no lo es, nada tiene que hacer ahí. Se coloca el arnés del paracaídas, abre la puerta del avión y se lanza en caída libre.

Al mismo tiempo, Madison se encuentra en una lujosa villa en Fontvieille, en el principado de Mónaco, en especial misión. La orden es ejecutar a la magnate de bienes raíces, Mireille Allosi, quien está en la piscina. Invita a Madison a retozar juntas en el agua. Madison, que aún luce su figura perfecta, se lanza al agua. Su piel morena adquiere un brillo espectacular con la humedad. La millonaria mujer se excita, se acerca a ella y la besa apasionadamente.

De pronto se separan, en la cara de Mireille se dibuja una mueca de angustia y de sorpresa. Abre al máximo la boca intentando desesperadamente aspirar aire. Se lleva las manos a la garganta como para liberarse de algo que le impide respirar profundo.

Transcurren unos minutos antes de que Mireille se asfixie. Después, se hunde lentamente en la piscina hasta tocar fondo. Madison se sumerge, le abre la boca y jala con un hilo la esfera que le introdujo al ser besada, la cual se dilató en la garganta de la asfixiada, bloqueándole así el paso del aire.

Una hora después, Madison abandona el aeropuerto de Niza a bordo de un avión particular. Va rumbo Ibiza. Se dispone a dormir cuando recibe una llamada de Alexey. Deja que el teléfono timbre un poco antes de levantar el tubo y ponerse a escuchar:

–¿Por qué no contestas pronto? ¿Cumpliste la orden?

–¡Sí! Aprendí bien de Misha.

–Confías demasiado en ese perdedor. Yo no lo haría. ¿Sabes que no cumplió con su misión? Se está poniendo viejo. En fin, en Ibiza te verás con él pero esta vez tú recibirás las instrucciones. En la Recepción del Hotel Gran Sol, te entregarán un sobre blanco.

El avión particular aterriza, Madison aún está dormida. Mijail sube a la nave y la sacude gritándole:

–¡Despierta Madison! ¿Qué te pasa?, sabes lo exigente que es Alexey con los horarios.

–Estoy cansada, Misha. No me presiones.

–¿Qué te está ocurriendo Made? Te ves diferente, como harta.

–¡Sí!, es hartazgo. Vámonos. Cuanto más rápido terminemos con esto, mejor. Las indicaciones están en la recepción del hotel, esta vez a mi nombre.

El rostro de Mijail se descompone por la sorpresa; empieza a pagar su incumplimiento. Al llegar al hotel, apresura el paso y se registra primero. Cuando Madison entra a la recepción, él ya está en el ascensor. Antes de cerrarse las puertas, con voz maliciosa y para provocarla, se dirige a su compañera:

–No demores, tal vez tengamos tiempo de divertirnos juntos antes de que empieces a recitarme las instrucciones.

Madison, crispada por la insinuación, no le da corte, abre el sobre blanco, lee el contenido y se queda absorta.

Mijail entra en la habitación 409, contigua a la 407, donde se hospedará Madison. Deja caer sobre la cama su inmensa humanidad y del bolsillo derecho saca el celular para escribir un mensaje que guarda para usarlo posteriormente. Al concluir llama a Alexey:

–¡Listo! Se acabó su ciclo.

Corta la llamada, abandona el celular sobre la cama y como su habitación se comunica con la de Madison, la escucha decir:

–¿Puedo entrar?

–Entra –responde lacónico Mijail. Y agrega–: Te estoy esperando…

El rostro de Madison aún luce descompuesto, no ha logrado salir del asombro que le causaran las instrucciones de Alexey y como si fuera poco, lo que le dice Mijail aumenta su estupefacción:

–¿Cómo piensas matarme? No me mires así…, lo sé. También tengo órdenes de matarte.

En ese momento se escucha el sonido inconfundible del celular de Madison. Ella se extraña de no tenerlo consigo, jamás se desprende de él. Mijail le muestra una sonrisa incriminatoria y antes de contestar, aún tirado cómodamente sobre su cama, le dice:

–Debe ser Alexey para corroborar mi muerte, guarda silencio, cerciórate por ti misma.

–Misha, ¿te das cuenta lo que estás diciendo…?

–Sss… Que guardes silencio te pedí –al terminar atiende–: ¿Alexey?, te lo dije, ya no te dará problemas –hace una pausa mientras Alexey habla y después responde–: De acuerdo, aquí te espero.

–No comprendo Misha, explícame.

–Bien, Madison, seré breve, Alexey fue contratado para ejecutarte, de alguna manera tu madrastra se enteró que estás en la organización, Alexey dio la misma instrucción a ambos para asegurar la muerte de uno de los dos, él está en Ibiza y viene a matar al sobreviviente, cree que soy yo.

–Pero… no puede ser –dice confundida, caminando de un lado a otro.

Madison despliega sus labios para sí, inútilmente. Mijail continúa locuaz:

–Convencí a Alexey de tu muerte, si quieres vengarte, cuando él llegue podrás dispararle desde el closet. Después serás libre.

Llaman a la puerta con rudos golpes, Mijail no abrirá, no tiene casi tiempo, apenas escasos dos segundos. Se escurre con celeridad hacia el closet, prolija enrosca el silenciador y corta cartucho.

Alexey patea la puerta, abriéndola, entra con prisa y se planta frente a la cama de Mijail quedando convenientemente de espaldas al closet. Entonces pregunta:

–¿Dónde está el cuerpo de Madison?

–Conque… vienes a deshacerte de mí… Pues mira… Tengo que garantizar mi seguridad, lo he escondido para incriminarte –le dice, ganando tiempo para ella, mientras le apunta con su celular como si fuera un arma. Al ver que Madison no dispara, cierra los ojos y oprime “Enviar” el mensaje que había guardado.

Alexey no le responde; acciona tres veces su arma pero no escucha que detrás de él, tres balas al unísono con las suyas, le arrancan la vida.

Madison, intencionalmente dejó que Alexey asesinara a Mijail para quitarse a los dos de encima.

Para desprenderse del olor a muerte, regresa a su habitación, toma una ducha rápida, se viste y la abandona. En la recepción del Gran Sol, entrega la llave. El recepcionista le da un sobre. Lo abre y lee el contenido:

“Si lees esta carta significa que me has traicionado. Estás perdida. No confías en nadie y no hay quién confíe en ti. La policía te espera afuera del hotel. No tienes un rasgo humano por dentro. Ese es tu crimen y tu castigo.
Misha”


Texto agregado el 24-05-2013, y leído por 431 visitantes. (18 votos)


Lectores Opinan
02-03-2014 Wow!!!!! Qué bueno!!!! Al final el más listo fue Misha, pero en todo hay una facción muy triste. Confió en la humanidad de Madison hasta el final, aunque lo sospechara... Qué pena que la vida valga tan poco, las ajenas y las propias... Ikalinen
25-08-2013 El final fue de lo mejor.***** Solo_Agua
17-06-2013 Podrías escribir una novela porque tiene los ingredientes justos para ello, intriga, suspenso y un desenlace como dice sendero cinematográfico. Me encantó. nonon
07-06-2013 Magnifico. Azuliz
04-06-2013 Fue un placer venir a leerte. Disfruté el momento. susana-del-rosal
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