…Y SEGUIRÉ SIENDO EL PEOR De LOS SORDOS.

Hace rato que tengo sordo un oído y estoy estrenando unos audífonos gratuitos para jubilados. Pero si sigo escuchando tal cual, deberé desecharlos por ineficaces y obsoletos, salvo que acepte sus limitaciones y opte por beneficiarme con la única cualidad que le encuentro provechosa: La exaltación de esos sonidos imperceptibles e inéditos para cualquier ser humano. ¿ Y cómo hacer que esto me sirva?... lo explico ahora: Yo continuaría con ellos puestos como si nada, oyendo a medias. Y como es ya habitual en mí, con esas pocas palabras aisladas que nítidamente capto en boca de mi mujer, armo una versión aproximada de lo que ha dicho y termino contestando lo que se puede esperar así. La ventaja estaría en anticiparme a sus consecuencias. Así podré escuchar claramente el nervioso repiquetear de sus dientes mientras piensa de qué manera replicarme hoy. Dado el caso, el chirriante deslizar de un cuchillo sobre la mesada amenazando mi desprevenida espalda. O de pronto, anunciando su decisión final, ese zumbido ahuecado que produce un pocillo de café lanzado furiosamente directo a mi nuca para que de una vez por todas entienda las cosas como la gente…