Pasas la vida pasando de las cosas. Hace tiempo que no haces lo que debes. Volverte loco. Molestar a la gente que viene aquí a ver qué. Tal vez ya lo descubrí, eso que tenía que descubrir. Y ya no me acuerdo, y se volvió a ocultar. El viento se siente bien. No estoy usando las palabras difíciles que alguna vez usé. Hay algo que me recuerda la verdad. Tengo el presentimiento de que todo está bien a pesar de los terribles actos que tienen lugar en el asfalto. Pero todo eso mientras estoy a salvo. Mientras escucho mi música. La guitarra de ese loco sin nombre que no descansa en la otra vida, atormentado de la mente, tal vez debería hacerse un corte de pelo más normal. Así las ideas circularían mejor. Aunque no es así. Comienza el fin de semana y para mí es lo mismo. Ya no me da tanto orgullo ser un ocioso. Empiezo a desear un empleo, la muerte, ser normal. Esto era lo que yo hacía antes de ponerme a leer libros bien compuestos, y nunca debí dejar de hacerlo. Debería existir un libro como esto. Hasta ahora no he visto ninguno. Algo verdaderamente espontáneo. Una cosa que sólo pasa una vez y no hay vuelta atrás. Como un pensamiento de la media noche. ¿Cuál era esa palabra? Abstracto. Abstracto con historias que se pierden, así como en la realidad. Debe haber una cosa que prevalece. La vida está destinada a la búsqueda. Para algunos todo se resume en buscar una mejoría colectiva, imponiendo ciertas ideas y señalando a los malos. Todos nos montamos en nuestro macho y no hay quien nos saque de ahí. Es tan inmensa la soledad. Es tan asqueroso el hastío. Todo ese creer que se sabe algo y al final quedarse boquiabierto. Uno tiene que encontrar su propia forma. Parece que se trata de gustarle a los demás. No se puede tener a todos contentos. La gente debería darse tiempo para buscar lo imposible en alguna parte, porque lo posible no vale tanto la pena. Lo ideal es estar bien sin nada, simplemente estar bien, sin haber conseguido nada, nomás porque sí.