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Los gritos de Tulio Garrido despertaron a su hijo José que dormía sobre unos cartones en el rincón de la pieza donde vivían. Todos los días desde las cinco de la mañana, salían a enfrentar el mundo para tratar de conseguir el sustento diario. Trabajaban como ayudantes de carga en el mercado del pueblo. Aunque José era un niño de ocho años, había aprendido a cargar los bultos que sus clientes le ponían sobre sus hombros; y no lo hacía por la propina sino por temor al regaño que su padre le daba, si no podía hacer su trabajo. Al finalizar la tarde su padre le pedía todo el producido del día y con eso compraba arroz, dos huevos, un cuarto de aceite, dos bananos y una panela para la sobremesa. Tulio preparaba la comida y le daba a su hijo; después se marchaba con el resto del dinero a una tienda cercana para comprar ron. Todas las noches regresaba a la pieza sin una moneda en el bolsillo, pero si traía la panza llena de ron. Borracho llamaba a los gritos a su hijo para que lo ayudara a entrar y quitarle los zapatos. José aun adormitado, no podía sostener el cuerpo de su padre y sin quererlo lo hacía tropezar poniéndole de mal genio; motivo que usaba para maltratarlo con golpes a la cabeza para que aprendiera a la fuerza lo que tenía que hacer. José vivía muy triste con un padre como Tulio, porque siempre mantenía borracho y cada día lo maltrataba aun peor. Cada noche añoraba las caricias de su madre que en el pasado lo habían hecho tan feliz, pero esta vez, solo quería salir corriendo de aquella pieza y no volver a saber nunca más de aquel borracho que hacia su vida muy difícil e imposible. Un año después, José aprendió a ser violento. Los niños del barrio le temían y esto lo aprovecho para sacar ventaja en todo lo que hacía. Su padre empezó a utilizarlo en trabajos sucios que le encargaban en el bajo mundo. Le enseño a manejar armas, a robar, a golpear, a drogarse y a esconderse de la policía. Una noche en unos de los trabajos que hacían vio como su padre mato a un hombre indefenso que se ganaba la vida vendiendo papas en el marcado y esa escena de sangre lo marco para siempre y desde ese día empezó a tener más respeto, admiración y miedo por su padre. Pero como dice el refrán tanto va el cántaro al pozo que algún día se rompe y esto fue lo que le paso al padre de José. Una tarde tomaron la decisión de asaltar un banco y sin pensarlo dos veces entraron disfrazados de vigilantes y después de inmovilizar a todos tomaron el dinero y salieron a la calle sin darse cuenta que la policía los esperaba. José al escuchar los disparos se escondió en una alcantarilla y desde allí pudo ver como las balas le quitaban la vida a su padre y a el resto de la banda. José en su escondite solo abrazaba una tula que contenía muchos millones de pesos que su padre le había dado para disimular la huida; por primera vez sintió miedo y lloro. Una semana después José llego a un tugurio a esconderse. Arrendo una casucha para ocultar el dinero y poder evitar cualquier contacto con la ley. A nadie le importo que un niño llegara a vivir solo en el vecindario. José salía por la mañana y regresaba por la tarde con varias bolsas que despertó la curiosidad de una niña en el barrio. Ella se preguntaba, cómo un niño podía vivir en una casa tan fea sin el cuidado de sus padres. Todas las mañana, esperaba en la ventana de su casa verlo salir y quedaba pendiente toda la tarde para verlo regresar. La curiosidad convirtió a la niña en una espía y una tarde cuando José regreso pudo ver por las endejas de las tablas, algo que llamo mucho su atención. Esa tarde vio como José levanto del piso una vieja alfombra, quito también unas tablas y por ultimo saco una bolsa de tela gruesa. Vio como de ella sacaba billetes para olerlos. La niña se sorprendió y salió corriendo para su casa para guardar el secreto. A la mañana siguiente la niña Marcela cuando vio que José salió de la casucha, cuidadosamente pudo entrar y fue directamente al sitio donde estaba escondido el dinero. Quito la alfombra, las tablas y saco la polvorienta bolsa donde estaba el tesoro de José. Recordó que en su casa no había dinero para el desayuno y menos para el mercado del mes y sin pensarlo dos veces tomo un manojo de billetes de cincuenta mil pesos y dejando todo en su lugar se marcho. José al llegar a su casa lo primero que hacía era mirar si su bolsa se encontraba en su lugar; nunca contaba el dinero y nunca supo cuanta plata había en aquella bolsa; así que no sospecho si faltaba dinero, solo metía su nariz en la bolsa porque le fascinaba sentir el olor de los billetes nuevos.
Con el pasar de los días José iba mostrando su diferencia en el barrio. La casucha la convirtió en la mejor casa de la cuadra, traía la comida de las mejores tiendas, su ropa era de marca y vestía elegante, su poder económico se notaba y comenzó a ganarse el respeto de todos hasta el punto que se atrevía a mirarlos inferiores a Él. Las niñas del barrio comenzaron a desfilar frente a él para conquistarlo y a todas les ponía apodo y se burlaba de ellas. La niña que más opción tenia era Marcela pero al verla le pareció horrible hasta el punto de humillarla y hacerla llorar. Este acto tan bochornoso hizo que la gente le cogiera rabia y desde este día casi todos comenzaron a alejarse de él y a despreciarlo. Pasaron los días y José comenzó a sentirse solo, que lo llevo a conocer unos vagos que tenían mala fama en el barrio. A José no le preocupaba eso, porque él había aprendido de su padre, a ser rudo, vulgar y delincuente. José decidió ser parte de una banda de peligrosos jóvenes que atracaban los buses, vecinos y las tiendas del sector. José empezó a robar no por necesidad sino por el afán de tener amigos; y una noche para probarlo, fueron a robar a una panadería cercana pero fueron recibidos a balas por los vigilantes, haciéndoles pasar un gran susto. José sintió como las balas silbaban al pasar por su cabeza, llenándolo de temor al recordar la muerte de su padre; desde ese día, prometió a sus amigos comprar unas armas de fuego que le dieran el poder en cada asalto. Esta promesa lo convirtió automáticamente en el jefe de la banda. Con el pasar de los días, José apareció con las armas y de inmediato les mostro el lugar donde las iban a estrenar.
El supermercado cerraba a las nueve de la noche. José y los chicos esperaban la última revista policial para atacar el lugar. Cuando los policías se marcharon llegaron mostrando sus armas creando el pánico. José fue directo al dinero y con su arma apunto a la mujer que lo custodiaba. Esta al ver que se trataba de un niño pensó que podía dominarlo y se lanzo sobre él; después se escucho un disparo y la mujer cayó agonizante. José tomo el dinero y dio la orden de salir y al momento que pensaban hacerlo la policía regreso para capturarlos
Marcela al enterarse de la captura de José, decide entrar de nuevo a la casa pero esta vez estaba remodelada y no sabía dónde estaba el dinero; pero su sentido de niña exploradora busco y rebusco hasta encontrarlo en una vieja lavadora. Marcela se convierte en una niña muy juiciosa y comienza a utilizar el dinero para las necesidades de su casa y pagar sus estudios. Los padres de Marcela comenzaron a sospechar y al final descubren de donde salía tanto dinero para cubrir sus gastos. Sus padres se enojaron con ella y le pidieron informar a la policía pero ella los convenció de tener la única oportunidad para salir de pobres y de aprovechar el dinero para negociar y hacerse ricos. Al final los padres aceptan y toman el dinero para colocar el negocio de su vida. Al pasar los años los padres de Marcela deciden ampliar su negocio, sus finanzas se aumentan, salen del tugurio y se van a vivir en un barrio exclusivo, compran carros último modelo y su apellido se vuelve importante en la ciudad. Su trabajo honrado los llevo al éxito y todo gracias a la magnífica idea de su hija Marcela. Cinco años después José salió del reformatorio y sin pensarlo dos veces fue directamente a su casa en el viejo tugurio pero esta vez no encontró su dinero donde lo había dejado porque en el lugar donde estaba su casa el gobierno había construido un colegio para niños de escasos recursos. José miro sorprendido y se desplomo sobre el piso para llorar y maldecir su mala suerte. Varios días camino las calles sin poder dormir ni comer bien. Recordó los días en el penal y le pareció mejor estar allá; fue entonces cuando tomo la decisión de trabajar por primera vez en la vida. José encontró un trabajo de jardinero en la casa del hombre más rico de la ciudad. Una mañana salió al jardín la hija mayor del patrón y al verla se enamoro intensamente de ella pero recordó que era un simple trabajador incapaz de conquistar a semejante princesa y lamento haber perdido la fortuna que un día lo hizo sentir poderoso. La niña era la encargada de ordenar el jardín y todo lo que el jardinero hacia le parecía mal y lo humillaba con palabras feas que le hacían recordar a su padre y con solo escuchar su voz sentía deseos de ahorcarla por su soberbia y petulancia. La niña le puso las quejas a su padre y le pide que lo cambie a otro lugar donde aprenda a hacer las cosas mejor. Entonces el patrón lo llevo a trabajar con los cerdos, vacas y caballos de su finca. José empezó a sentir lo duro del trabajo; a toda hora andaba sucio de porquería, no tenía tiempo de comer, estaba tan flaco que un día se desmayo y al volver en si estaba en medio de la porquería de los cerdos. José recordó las caricias su madre, lloro y maldijo por segunda vez su suerte. La niña sonreía al ver como José sufría y lloraba y aun así le ordeno continuar con su trabajo.
La hija del patrón preparaba la fiesta de su cumpleaños en la finca y escogió a varios de los empleados para servir en las mesas y entre ellos estaba José. La fiesta se animo poco a poco y al final de la tarde la niña revelo a sus padres que hacia tiempos estaba enamorada y les pidió que le concedieran por primera vez el deseo de tener novio. Los aplausos inundaron el lugar y pidieron en coro que revelara quien era ese afortunado. La niña sonrojada llamo a un joven de extraña apariencia y les dijo a sus padres. “De este jovencito es de quien estoy enamorada y con el quiero vivir todos los días de mi vida” sus padres y los invitados murmuraron al ver que había escogido a José el mesero de la fiesta. Marcela les confiesa a sus padres la identidad del mesero; y por fin conocieron a José, el verdadero dueño de su fortuna. Marcela comenzó contándole porque había hecho todo eso, también le recordó el humillante desprecio que un día le hizo en el tugurio, la forma como descubrió su fortuna y como la aprovecho para volverse millonaria; finalmente prometió devolverle todo el dinero que tomo en el pasado. José comprendió todo lo sucedido y recordó ese tiempo de como su orgullo y soberbia humillo a mucha gente inocente que al final recibió la misma medicina. El sufrimiento le enseño a cambiar sus errores y orgullo por una vida de humildad y sencillez, José comprendió el plan de Marcela y le agradeció haberlo ayudado. José por primera vez olvido las caricias de su madre porque ahora las manos de Marcela lo ayudaban a vivir feliz en un paraíso que nunca construyó.
NOTARIADO EN SUR AMERICA.

Texto agregado el 05-07-2013, y leído por 111 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
07-07-2013 hola, en mi opinión este cuento está escrito con demasiada torpeza, y tiene muchos errores y lugares comunes, además de ser poco original, pero reconozco tu labor, y no es para nada aburrido. Gracias por entretenerme un rato. Saludos! dromedario81
06-07-2013 La vida que va y vuelve en una entretenida historia, actual en los tiempos que vivimos y personajes de los cuales tenemos conciencia a diario. Me encantó la lectura, mis 5 *S Ignacia
 
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