Martina, llegué a tu vida sin tener conciencia de ello 
Guiaste mi crianza y mis pasos, amorosamente,  
Me vistes crecer rápido como la mala hierba, dicen. 
Te fuiste convirtiendo en el ser necesario de mi vida. 
Fuiste mi cómplice, mi amiga, la niña de mis ojos.  
Mis recuerdos contigo hoy son como espinas que clavan el corazón 
Tu ausencia aún no la concibo y duele 
A pesar de mis dulces momentos a tu lado 
Tu partida se ha tornado hasta hoy amarga. 
Recuerdo tus ojos brillantes como luceros 
Capaces de alumbrar hasta a noche más obscura. 
Tus consejos brillantes, permitían siempre encontrar el camino 
Tus manos aun cuando abrazaban la tierra, eran suaves como la seda. 
Tu piel añosa hermosa como la corteza de un roble milenario. 
Mientras más pasaban los años, más niña eras. 
Quisiste un jardín de flores de un día 
Despertaste un día de Septiembre y lo tuviste. 
Desojaste Margaritas y me mirabas risueña, bien sabias que te amaba. 
Ordenabas que leyera para ti, esos libros en los que sólo tú creías 
Yo tristemente obedecía. 
Te preparabas para tu último viaje, pero yo no quería. 
¿Quiénes pueden vivir un siglo, siendo amados por todos……? 
Mi Martina, que tan grande mujer se puede ser, 
Para recibir el regalo de tanta vida. 
El cansancio siempre se hizo esperar, eras mi amiga de tertulias 
De noches interminables de festejos y sonrisas. 
Las tristezas no eran parte de tu repertorio. 
Nunca he conocido y no conoceré esa fuerza personificada en ti 
Tu estoicismo, tu grandeza. Martina……….fue un honor ser tu nieta. 
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