EL ABUELO QUISO ESTAR SOLO.

“Bueno… hoy voy a debutar como jubilado en el banco. Me va a ir bien, así que no se preocupen si demoro un poco más” avisó el abuelo levantándose de la mesa tan pronto terminaba su comida como para que no nos ofreciéramos a escoltarlo pensando ya en su riesgoso regreso. Y debimos quedarnos plantados cada uno en su silla dispuestos a esperarlo con el corazón en la boca, porque una cosa es ir a pagar los impuestos y otra es regresar con el primer cobro destacándose desde su reconocido flaco bolsillo. Pero también analizando esta circunstancia; cómo podíamos nosotros coartarle esa intención suya de demostrarse que aún seguiría siendo útil al menos para sí mismo. Que aunque retirado de la actividad laboral su mente se mantenía ágil y predispuesta a lo previsible. Bien conciente de los peligros que siempre acechan en la calle y sin olvidarse de todos los recaudos que aconsejan tomar en estos casos…
Había dicho que iría al banco pero no sabíamos a cuál, y cuando ya demoraba más de lo previsto nerviosamente revisando sus papeles supimos que era el mismo, a unas cuatro de casa. Pero como para no disipar del todo nuestra intranquilidad, la fecha de pago que figuraba ahí era la del día de mañana, así que ya salimos decididamente a la búsqueda de una persona confundida y perdida por las inmediaciones Por suerte esta angustia fue corta, al pasar por la plaza lo divisamos enseguida. Ahí estaba el hombre, estrenando su nueva condición de retirado y pasivo, sentado cómodo y distendido al solcito dándole de comer a las palomas. Las mismas que siempre se espantaban delante de sus pasos indiferentes y apurados, ahora muy confianzudas se le acercaban como dándole la bienvenida a esta mansa costumbre que estrenaba…