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Soy dueño de una mascota un canino cuyo pelo color blanco lo hace parecer una bola de nieve,
desde pequeño fue la atracción de la casa, fue creciendo poco a poco hasta ser un perro ya grande con todas sus mañas, a veces pienso que los perros tienen un cerebro muy desarrollado, el muy “perro” ha adquirido la habilidad de ganarme la partida y hacerme ver como uno de sus esclavos, es tan admirable lo que influye en mi mente y actividades que automáticamente las realizo, cuando quiere entrar a la casa basta con que rasque la puerta con su pata y automáticamente salgo a abrírsela, cuando tiene ganas de comer emite un ladrido y se pone muy inquieto, con esas señales ya sé que tengo que darle de comer, cuando quiere jugar el solamente toma una pelota de plástico entre su hocico y yo automáticamente se la tomo del mismo y empiezo a tirársela para que él la pueda ir a recogerla y llevármela de nuevo, a veces pienso en mi interior lo siguiente: “soy yo el amo de él o él de mí”, pienso que él es el que me manda, cuando lo saco al parque o a la calle con su correa al cuello simplemente soy un humano guiado por el perro, el jaloneo es tan fuerte que lo único que me queda es seguir su camino y esperarlo cuando se arrima a una llanta de un auto, un poste o cualquier pared para que pueda marcar el territorio.

Una día dije “no más” esto no puede seguir así, llegue a la conclusión que mi vida no podía ser manejada por un perro, decidí que lo llevaría a clases para que lo amaestraran y así ser un perro sin mañas y muy obediente, asistimos el perro y yo a una escuela de adiestramiento de caninos, empezamos las clases y al cabo de un par de meses note la diferencia con mi perro, no más le hacía un señal este muy obediente la acataba, se volvió todo un perro muy obediente, no cabe duda por algo lo llaman el mejor amigo del hombre, te muestran mucho cariño y parece que siempre andan felices porque no dejan de mover sus colas. La situación había cambiado ahora realmente el amo era yo, era una tranquilidad en la casa, muchas veces pensé que el perro era nada mas una figura decorativa de cuatro patas y pelos blancos, una día por la noche oí unos ruidos extraños en el patio de mi casa, el perro estaba inquieto y ladraba, cuando me levante a ver qué era lo que sucedía me topé con otra mascota que había entrado al patio, era un felino domesticado al que comúnmente llamamos gato, era de color café, con un pelos en su hocico muy grandes, los ojos los tenia café también, al parecer llegaba a husmear entre la comida de mi perro y éste la vez aprovechaba para comer de la misma, me acerque a él y le sobe la cabeza, el lomo, el muy amable extendió todo su cuerpo y emitió un ronroneo como agradeciendo el gesto.

Era un hecho ahora tenía dos mascotas un perro y un gato, como cosa extraña acá no se cumplió aquel dicho que dice: “pelean como perros y gatos”, todo lo contrario, se había hecho muy buenos amigos, compartían el agua y la comida, al cabo de unas semanas mi vida se volvió un poco más estresante y ahora tenía a dos mascotas las cuales dirigían mi vida y mis actividades, ahora los dos rascaban la puerta y rápidamente se las abría, los dos se ponían muy inquietos, uno ladrada y el otro maullaba para que les diera de comer, uno quería jugar con la pelota y el otro quería jugar con un ratón de plástico que le había comprado, me había vuelto esclavo de un canino y un felino, mi vida dependía de ellos, un día por la noche oí que uno labraba y el otro maullaba, una sensación de miedo y asombro me abarco todo el cuerpo, era como si tramaban un plan para volverme loco, me levante de mi cama y con un poco de sigilo me dirigí donde estaban ellos ladrando y maullando, no se percataron de mi presencia, los vi a los dos como fraguando un plan para apoderarse de mi vida, cuando salí al patio para sorprenderlos estos siguieron con sus sonidos y alzaron la mirada a un árbol de almendro que tenía en el patio, alce la mirada también y noté entre las ramas del mismo un pájaro color amarillo con manchas negras, tenía el pico pequeño, me acerque muy lentamente y lo tome con mucho cuidado, él se sintió muy seguro entre mis manos lo lleve hacia adentro de mi casa y lo puse en una caja de cartón con una toalla para que estuviera muy cálido, además le puse agua y un poco de comida, en mi mente pensé: “ahora tengo que comprar una jaula”, saque al perro y al gato al patio, volví a la cama para dormir, después no sé lo que paso, no sabía si estaba soñando o me estaba volviendo loco, pero ahora escuchaba ladrar al perro, maullar al gato y el trinar del ave que había rescatado.

Texto agregado el 28-09-2013, y leído por 104 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
29-09-2013 No podes con tu genio, te gustan los animales. pero al pajaro largalo sufren mucho enjaulados, nesesitan volar y de paso tenes uno menos. muy bueno. jaeltete
29-09-2013 ja ja ja, por eso no tengo mascotas amigo. Con trabajos puedo conmigo mismo y eso muy mal... ji ji ji ¿Adoptarias un lobito?. Cinco aullidos en busca de hogar yar
 
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