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La cacería en busca de lo incierto comenzó; mas nada descubrió. La noche caía, el sol dormía y otra historia sin sentido se enmascaraba en insomnes sueños sin importancia.
Como de costumbre el insomnio le impedía cerrar los ojos, se acerco a la ventana a encender un cigarrillo, que mas tarde serían 12 o 15. Diviso la calle y lo único que distinguió fueron un par de borrachines que caían mientras entonaban un bolero de cantina; así transcurrió su noche y ya había perdido la noción del tiempo. El sol empañó su vista y dejó caer un cigarro más.
La ciudad se vestía de luto y, ante las lágrimas de Dios, una nueva guerra comenzaba.
Al auto destruirse desecho de sí toda evidencia del pasado, soñando despierto mientras vivía dormido, procurando no caer en un desierto muerto.

I
Su cabeza se despertó, tras el humo de una colilla, llena de depresión y angustia...buscó en el vacío recuerdos de algo que algún día fue y que hoy no es más que eso: un recuerdo, !Váyanse al carajo!...el sol se encontraba cabizbajo, la luna no se asomaba y él se encontraba a oscuras.
_Cuando pases llévame contigo_ le dijo.
_Por qué lo haría_replico.
_Porque es necesario, porque la dicha humana no dura más que un sueño. Llevo veinte años aquí, esperando por ti. Tal vez nunca me hayas visto y no es necesario que ahora lo hagas, si no quieres...No sé quién soy, ni porque te espero...se que no reaccionaras ni dirás nada...sin embargo no me afecta...está bien, ahora decide: vive por mí o lárgate como siempre y renuncia a vivir, quizás no entiendas nada ahora, pero basta que mires el lago rojo dentro tuyo, mira tus recuerdos desde dentro y comprenderás_detalló.
_No sé que carajo esperas de mí, ni que demonios seas..._gritó ante la nada.

II
De repente se desató un aguacero. Mientras un ave caía muerta junto a su corazón, volvió a recordar el fin del comienzo de una historia por terminar, una melodía abstracta penetró dulcemente sus oídos y la imagen de aquella niña de mirada distante y tierna invadió por completo su recuerdo. No entendía nada y por más que intentaba alejarse no lo consiguió, el infinito ruido de palabras atormentaba su corazón envuelto en un estúpido laberinto. Luego de varias horas de haber caminado sin rumbo ni sentido frenó, la ciudad estaba muerta, o tal vez se encontraba en el Macondo de su memoria o en la Cómala de su soledad, en fin no tenía noción de su ubicación exacta, sin embargo, por una razón, tenía ganas de no estar ahí en ese momento.

III
Luego de pensarlo decidió, sin saberlo, luego de varios años, partir hacia su encuentro. Llegó nuevamente al lugar donde solían encontrarse; la fragancia de las flores que hace tantos años no sentía alimento su nostalgia.
Un vagabundo decidió hacerle compañía y repetía que había tenido tantas amantes como las estrellas de Plutón, finalmente se rió de la nada y se despidió diciendo que otro caminante lo necesitaba.
De pronto, tras una intensa búsqueda, estaba ahí, frente a ella, la suave brisa acariciaba suavemente su cara y su fragancia aún se percibía en el ambiente fresco.
Con un nudo en la garganta y una flor en mano se acercó, trató de alcanzarla, pero estaba tan lejos.
Se quedó observando el infinito azul mientras el viento secaba sus lagrimas. Las ramas de los árboles se chocaron entre sí...
_¿Cuánto más resistirás?_ dijo alguien.
_Cuanto más se me permita_ contestó con la mirada fija en el horizonte.
_¿Y quién te lo permite?_preguntó.
_¿Quién sabe?_le dijo.
_Quién te entiendo_ dijo con una voz que sonaba tenebrosa.
Al volverse no había nada ni nadie a su alrededor, volvió la mirada para despedirse y sobre su tumba decía: "La dicha humana no dura más que un sueño. Llevo veinte años aquí, esperando por ti."

PERENTORIO
Decidió volver nada había cambiado la historia seguía siendo la misma y para cambiarla nada podía hacer. Las heridas del pasado seguían siendo llagas abiertas...

El sol volvía a dormir; la luna se manifestaba, vanidosa, con su inmenso brillo, mientras la brisa montañosa atacaba como de costumbre, las alas sin vida de un vuelo suicida reposaban bajo un árbol.
Luego de dos semanas volvió a casa, encendió un cigarrillo, tomo una copa y la lleno hasta el tope, encendió la radio y enseguida Arjona, cumplía su deber, maltrataba sus oídos. Luego de dos horas se encontraba navegando en un pozo de cenizas que revestía de lueto la alfombra de dolor dentro suyo, con los ojos cerrados volvió a ver los mismos árboles de ese lugar, que ahora yace en el olvido, donde la lluvia una vez paró, pero el invierno se perpetuó.
Despertó dos horas más tarde de lo normal. Salió de casa, encendió el motor y comenzó a caminar,sin saber lo que sentía, ni porque sentía. Mientras caminaba exclamo para sí: Odio que me interrumpan, que carajos ya perdí la noción del tiempo...
_Qué mierda hago aquí_ Exclamó.
_Relájate la dicha humana no dura más que un sueño. Llevo veinte años aquí, esperando por ti._replicó alguien que por alguna razón no podía ver.
El miedo atravesó su cabeza fuertemente y, de repente, se encontró frente a un desierto muerto y le ganó al labio el silencio.

Texto agregado el 03-10-2013, y leído por 94 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
04-10-2013 Casi me describe este relato. Saludos siemprearena
 
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