La pequeña mano de la suave brisa acaricia las hojas y pétalos multicolores que pueblan los árboles y las flores en el pequeño jardín produciendo un murmullo de antiguas historias.

El arroyo cantarín que baja por la ladera no muy empinada entona una canción de amor jamás escrita y luego, como cansado por el esfuerzo se detiene en un estanque poco profundo que refleja el mundo a su alrededor, mientras que la Orquídea cediendo ante el impulso animoso de la mano del viento, inclina su hermoso rostro hacia el agua tranquila de la pequeña alberca.

El lento balanceo del tallo, largo y flexible, permite una mejor percepción de la belleza mágica de la regia flor reflejándola por todo el espacio cerrado del jardín y despertando ecos de admiración en otros racimos apretados alrededor de la laguna y mientras los alhelíes emiten, como debido homenaje, un aroma suave que le da dulces olas de perfume a la brisa, las camelias reconocen la nobleza de la hermosa Orquídea con un tímido aleteo de sus pétalos blancos como la nieve añadiendo maravilla para el asombro del atardecer de verano!

Todo el jardín vibra en armonía con la suavidad y el placer que la contemplación de la belleza trae a las criaturas de la naturaleza !

Desde lo lejos, en el horizonte rojo cochinilla, la puesta de sol llega a través de nubes rasgadas y coloreadas por un aura rosada hasta el jardín dando a luz una sonrisa de Madre Natura encantada por su propia artesanía!