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El Lápiz


Elena, estaba sentada frente a la ventana, en uno de esos lapsos en los cuales la realidad desaparece y el mundo es reemplazado por una realidad paralela, tal vez imaginaria, pero casi tangible, casi tan real que no permite percibir lo que sucede alrededor. Estos lapsos eran parte de su persona, sucedían desde que tenía uso de razón y por eso, no tenía ninguna razón para contárselo a nadie, era su normalidad.

Es mas, ella creía firmemente que todas las personas los experimentaban. Tampoco le llamaba la atención, aunque le molestaba, que la rezongaran constantemente llamándola “distraída, dormida” y a veces hasta peyorativamente “lenta”, o “haragana” o cosas peores.

La gente que la encontraba en uno de esos trances, pensaba que no era normal y hasta tenían ganas de calificarla de retrasada, pero, ella demostraba ser mas inteligente que muchos en casi todas las áreas así que no era posible.

De estos “viajes al mundo exterior” ella generalmente se despertaba con un sobresalto. A veces el sobresalto era provocado por un desarrollo no deseado de la cadena de “sucesos” durante su viaje, otras simplemente un grito de “¿a dónde estás?” la despertaba abruptamente, interrumpiendo la ensoñación.
Lo peor era cuando el viaje empezaba en medio de una clase o de una conversación. Una palabra podía detonar la partida de su capsula espacial y nunca sabía cuánto tiempo duraba su ausencia. Una pregunta a cerca del tópico que estaba tratándose la traía bruscamente de nuevo a la realidad. Y era completamente incomoda la situación, porque en general no tenía ni la menor idea de que se estaba hablando.
-Y, a vos que te parece - le preguntaban-
-Eeh? Ahhh, bueno, si... sí, estoy de acuerdo - decía para disimular, cuando la pregunta se refería a si algo le gustaba o no y entonces se daban cuenta, ¡se había ido otra vez!!
- ¿De acuerdo? ¿Que?? ¡Ja! Ya me parecía que hace rato que no estabas acá – te preguntábamos si el color azul era mas apropiado que el verde para la pared del cuarto y en vez de elegir uno, saliste con que estás de acuerdo, despertate nena, cuando vas a poner atención a lo que estamos diciendo.

Por eso, Elena disfrutaba enormemente cuando estaba sola.
No había que dar ninguna explicación. Además, si el viaje que emprendía se interrumpía por un ruido o no le parecía el rumbo que iba tomando, ella siempre podía cambiarlo o volver al punto de partida.
Esta cualidad, la ayudaba en muchas otras cosas. Se convertía en una habilidad cuando podía enfocarla voluntariamente, Por ejemplo, al poder evadirse de tal manera cuando cocinaba, podía hasta saborear un plato simplemente leyendo la receta. Esto también la ayudaba a crear sus propias recetas, porque podía saber exactamente como iba a ser el resultado final de sus combinaciones culinarias y siempre sorprendía a la familia con platillos que explotaban de sabor en la boca. Al tener tan desarrollada su imaginación, también podía Elena imaginarse la presentación del plato, como una foto de revista, así sus platillos no solo sabían delicioso, también se veían espectaculares.

La parte negativa, además de ser calificada de distraída, era que la gente creía tener derecho a burlarse constantemente de ella y no la consideraban confiable. También, le costaba mucho salir de casa, porque tenía que revisar varias veces su bolsa para estar segura que llevaba lo que necesitaba: ¿llaves? ¿Documentos? ¿Billetera? ¿La dirección a dónde voy? ¡Bien, puedo salir! Y media cuadra después la duda: ¿Cerré la lave de agua? ¿Apagué la luz del dormitorio? ¿Cerré la llave del gas? Y volvía atrás para verificar.
A menudo descubría sobre la mesa algo que debería haber puesto en su bolsa antes de salir. A veces tenía que regresar dos o tres veces antes de poder definitivamente empezar su viaje para lo que fuese (trámites, reunión con amigos, etc.) Perdía autobús, tras autobús por tener que abandonar la parada para asegurarse que todo estuviese en orden. No era nada raro que fuese al correo y llegara sin las cartas que iba a dejar, o volviese a casa cargada de provisiones pero sin la leche que fue especialmente a comprar…

Ese día, era un día particularmente difícil. No podía poner su mente en orden. Ella había desarrollado una serie de trucos para ayudarse a que la gente no notara tanto su “distracción”.
Hacia enormes listas: de cosas para hacer, de compras, del orden a seguir para lograr terminar de limpiar el cuarto o cualquier otra tarea que quisiera emprender. Pero ese día, ni siquiera lograba llegar al lápiz.
Tomo la hoja de papel y mientras buscaba un lápiz (nunca están donde se espera) pasó por la cocina y decidió entrar a hacerse un café porque recordó que no había desayunado a pesar de ser casi las diez de la mañana. Puso la hoja de papel sobre la mesa y cuando iba a llenar la cafetera de agua, vio los vasos en la pileta y empezaba a lavarlos cuando un sonido, mas bien un golpe, le llamó la atención.

Mientras se dirigía al cuarto para ver que fue, pasó por la puerta del baño notó el desorden de frascos de champú, acondicionador y geles para baño en la bañera así que entro a acomodarlos, no supo como, pero empezó a enjabonar los azulejos de la bañera, por supuesto después de poner los frascos a un lado (estos nunca llegaron a su destino en el estante).
En la mitad de la enjabonada, con los azulejos llenos de espuma, se acordó del ruido en el cuarto y se dirigió rápidamente a ver que pasaba. El viento había movido las cortinas empujando un libro que estaba en equilibrio sobre el marco de la ventana, al acercarse, vió la cama sin tender y decidió que tenia que arreglar el cuarto así que procedió a sacar las sabanas de la cama, cuando un sonido en su estomago le recordó el café que no había terminado de preparar.

Volvió a la cocina y se mojó los pies. El agua se había derramado por el piso, había dejado la llave abierta (estaba lavando vasos) por la urgencia de ver qué había sido el ruido que venía del cuarto. Cerró la llave del agua y trato de pensar en dónde había dejado el secador de piso, entonces recordó las paredes enjabonadas del baño. Decidió que mejor terminaba de hacer su café y luego, calmadamente cuarto por cuarto, emprendería la tarea de poner la casa en orden, esta vez empezando y terminado cada habitación antes de pasar a la siguiente

Claro, para poder hacerlo en una secuencia lógica, necesitaba hacer su lista…donde habría dejado el lápiz???

Texto agregado el 25-10-2013, y leído por 321 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
01-11-2013 Uy!!!, esa soy yo cuando era joven, entrando en Cielo, mi primer nombre!!! Ahora, ya cincuentona, me acomodé, creo que Selva tomó el puesto, anda primando, pero mis hijos heredaron aquella locura mía, jajajaja. Qué bueno que estuvo, reentretenido y bien contado. Gracias por el buen rato que me hiciste pasar leyéndote. Abrazooooo cieloselva
26-10-2013 Conozco a alguien que hace tres y cuatro cosas a la vez. Ninguna le queda bien. Yo una a la vez. Rentass
26-10-2013 Una narrativa brillante con una historia atractiva. El personaje "la distraída dormida" tenía su mundo único. Creo que muchas personas viven así y, tal vez, sean muy felices a pesar de las molestias causadas en su entorno. Una historia interesante y que muestra realidades escondidas. Me fascinó. Un abrazo. SOFIAMA
25-10-2013 Me encantó la forma de describir la realidad y la fantasía en la mente de la protagonista. elpinero
25-10-2013 Excelente!!! Me gustó mucho!!! ***** Romie
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