Dios desde una pecera
decoloraba el papel, ayudado
por nubes que escurrían sin razón
sobre osamentas abandonadas, olvidadas.

Se dio cuenta bruscamente que también
el podía morir, entonces las paredes
asustadas transpiraron su miedo
y los momentos olvidaron al tiempo.

Los latidos se aceleraron y
millones de células reaccionaron
saboteando un sueño que se repite
a un ritmo constante, fugitivo,

pausado ausente, desesperado
trastornado fulminante, aberrante.

Es larga la lista de los sueños
que sueña el sol, pero recuerdo aquel
en que la luna se desnuda al mismo tiempo
en dos dimensiones convexas , entropía diferente…

Centenares de galeones anclan
en una playa solitaria en un amanecer de tonos
metálicos, frases que se consumen antes de
ser pronunciadas, son días de conquista…

Días en que la verdad deliraba sórdida,
sola, como una nausea pasajera y fugaz,
buscando morir en un gran final, olvidando
que era un sueño, que contenía otro sueño…