Me dejaste sin palabras... Dijiste observando la luna,
debo reconocer que lucía bella en la oscuridad celeste,
más tus ojos se pasaron en mí...
Me gusta la resaltez de tu corazón...
Murmuraste mientras mientras tu diestra se escurría
bajo mi chatarra y el roce de tus yemas en la desnuda
espalda activó miles de diminutos volcanes eruptivos.

Caminando lento por la oscura y accidentada callejuela comentaste...

Me gustas del corazón a la rabadilla, de los pies hasta los codos y hasta la cabeza completa...

Lo habías dicho tantas veces; tan serio... tan formal...

Del corazón a la rabadilla... no está nada mal...

Dust