¿Sabes, muchacha? Existo para ti. Para tus extravíos y tu dolor. Para tus locuras y tu... ¿Amor? Jajaja, no lo sé, realmente. Pero sé que en mí siempre podrías encontrar un pequeño pilar para apoyar tus largos codos.

Espero que eso sea suficiente para ti, nunca he sabido servir para mucho más.

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A veces pienso que no nací aquí. No aquí como refiriéndose a esta ciudad o a este país, no. Aquí como este mundo, esta realidad. Y entonces me siento tan solo, tan desamparado. Los edificios se vuelven extraños gigantes que me persiguen a todas partes y el aliento de los autos pareciera abrazarme las mejillas. Sé que no es verdad y me duele. Quizá por eso es que soy quien soy y busco lo que busco. Me siento un engranaje suelto en la gigantesca relojería de la Tierra. Y siento a la tierra misma como ajena, la brisa brusca y la hierba dura y reticente. Y entonces me busco en las historias de mundos lejanos, en amores perdidos y muertes no sentidas. Pero tampoco allí me encuentro. Ni aquí ni allá. En el medio, no esta lo mejor de ningún lado. Esta nada de los dos lados. Todos necesitamos algún lugar al cual amar. Yo... No se. No creo haberlo sabido nunca.


Que fugaces serán mis años, que perennes mis recuerdos.

Que frio, este dolor que me atenaza.


Mi corazón suda de dolor, en medio de esta, tuya y tan solo tu tormenta.




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- Color dorado, sobre las hojas.

Sentimiento de viento, que acaricia suavemente.

Se abre, se abre. Comienza.


El viento se estanca, desaparece.

El sentimiento se va con el. El calor también.

Sonido, sonido. Barullo, barullante y barullador, todo alrededor.


Color, color, no más. Te aferras y te vas.

La tierra vibra, siempre jamás. Todo se asegura, oscuridad, negrura.

Se cierra, se cierra. Comienza de nuevo, comienza. -



Lloré, la primera vez que aquel árbol me leyó su poesía.


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Yo Amo.


Y El Resto Existen.


¿Que Mas Puedo Pedir?