El sonido del viento contra el balcón de madera moldea el ambiente
hemostático aroma de prohibiciones,
me acerco a tu escritorio y se esparce lo inminente,
con las pupilas entrelazadas decimos al deseo “no te limites solo saca tu furor”
quien como tú y quien como yo,
la similitud de pensamientos acaece,
luego el destino cuenta nuestro más oscuro secreto,
resulta ser que ambos disimulábamos lo mismo,
se había roto la porcelana más valiosa y quisimos juntar los pedazos para que nadie se entere que jugando a la pelota en la sala de nuestras aburridas vidas se rompió la porcelana.
fue imposible dejarla como antes, por eso y desde ese instante,
la miramos en tu despacho oculta, sigilosa y desesperadamente prohibida, así cada que nos invade el deseo, vamos a ese lugar a mirarla y una vez más ya satisfechos, te cubres y me cubro con los atuendos de la esencia cotidiana, para que nadie se entere que cuando estamos solos miramos la rota porcelana.