MI PURITO MAÑANERO.- El humo del purito asciende hoy desde un lugar extraño: una base negra, redonda y dura; el purito no siente la cálida aspiración de la boca del Jefe, sino un contacto frio y sepulcral. Desde la altura observa al Jefe en una extraña posición con la cabeza apoyada en la mesa. Las manos no se mueven con agilidad sobre el teclado como otras mañanas. ¿Qué pasará?
“Las manos parecen tener vida propia. Se rebelan contra las órdenes que le llegan del cerebro, escriben por su cuenta y lo que tendrían que ser frases que expresan ideas y conceptos se escorzan, se desarticulan en palabras sin sentido, inconexas, que no tienen más que su propio significado, nada más: gol, cariño, cabrón, fusión, muerte, vida, mar, naturaleza, amistad, propiedad.. No puedo hacer que escriban algo inteligible y la angustia se apodera de mí. No puedo expresarme, no puedo comunicarme con nadie, me falta la palabra y la escritura y me asfixio en la soledad de mi cerebro inteligente que crea ficciones y describe realidades que se congelan en su interior”
El humo vuelve sobre sus pasos y, en su afán de recuperar el pulso de su Jefe, se introduce por su nariz, viaja por su garganta, llega a sus alveolos y un estornudo atronador despierta al gato de mi hijo que me observa asustado desde el respaldo del sofá.
¡Coño, menos mal que me he despertado! ¡Que agobio!