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Preludio no integrado al cuento

Esta pequeña historia puede parecer larga pero no lo es ya que consiste mayormente de diálogos y pretende recrear un poco de la cultura Hillbillie de los residentes de varios estados internos de los Estados Unidos. Sus personajes pueden ser comparados a los inmortales dibujos e historias que escribió el inefable Al Capp.

Gracias por la paciencia de leerme.




La rifa


Capítulo 1

El Pequeño Zeb estaba empujando su carretilla en el alto camino de las montañas al sur de los Apalaches, agregando chirridos disonantes a los sonidos de cascadas y gorjeos de pájaros del amanecer.

Esta no era una hora convencional para estar empujando una carretilla en los senderos más altos pero era una emergencia.

El Pequeño Zeb había vaciado su última botella de licor destilado ilegalmente sólo unos minutos atrás y tenía que conseguir otro suministro pronto o el cielo se iba a caer sobre la cabeza.

Él habría bebido algunos tragos de la botella de la parlanchina Ma Spalder pues sabía donde ella la escondía luego de sorprenderlo una tarde robándole pero últimamente Ma comenzó a marcar el nivel del líquido con una bandita para curar heridas y era difícil cambiarla de lugar y limpiar el resto de tierra que dejaba con el temblor de sus manos sucias.

Había visitado a un hombre de medicina en la ciudad a causa de estos temblores pero el médico farsante le dijo que debía culpar a un señor de apellido Parkinson por ello. Él no conocía ningún Sr. Parkinson y no recordaba haber visto a esa persona nunca, así que ¿cómo puede ser que este señor Parkinson le hiciera temblar las manos? Quizá era un hechizo.

Estaba seguro de que el médico farsante sólo quería quitarle el dinero, por suerte no tenía dinero y el médico tuvo que tomar una tarjeta de plástico que su vecina, Lotty Blonde, le había dado antes de su partida a la ciudad, escribir algunos números y devolverla, por lo que no pudo ganar nada, ese pensamiento hizo que el Pequeño Zeb se sintiera feliz.

De todos modos, cada vez que sus manos comenzaban a temblar, el Pequeño Zeb oteaba sospechosamente a su alrededor en caso de que pudiera descubrir al Sr. Parkinson escondido cerca y hechizándolo.

Ahora, de vuelta a las botellas, si las necesitas, sabiendo que son ruidosas por definición, lo más sensato es buscarlas cuando el propietario está en un sueño profundo y sea poco probable que despierte durante el "trabajo", aunque, para ser justos, el Pequeño Zeb no tenía nada de sensato en su cabeza, ni podía darle algún significado la palabra "trabajo". Pero él sabía que necesitaba el licor y eso aclaró su mente, si podemos usar esta palabra, lo suficiente como para hacer su movimiento en ese momento.

Después de haber envuelto las botellas en harapos y de cubrir también la caja de la carretilla regresaba al desván del granero de Ma Spalder donde le permitía vivir desde la muerte de su esposa y donde él tenía una caja oculta para mantener las botellas seguras.

Los primeros rayos del sol acariciaban el camino polvoriento y se concentraron en un gran helecho cercano, el nublado cerebro del Pequeño Zeb percibió el helecho y vio una zapatilla de deportes que sobresalía de una rama baja de la planta.

-¡Guau! Su mente estaba abrumada, -zapatillas de deportes producidas por las plantas, es un gran avance. Pensó erráticamente.

Acercándose, pudo ver que lo que pensaba, bueno, lo del pensamiento es una forma de hablar, el alcohol se había llevado esa función de su cerebro hacía mucho tiempo, lo que él vio como una gran rama era la pierna de un hombre con la zapatilla de deportes puesta y descansando sobre en el camino.

La confusión se extendió en su mente y dejando la carretilla a unos metros de distancia, se acercó lentamente a la pierna.

Estaba muy atento, sabiendo que hay muchos duendes sueltos en estos bosques, listos para hacer bromas pesadas a la gente descuidada.

Estaba alerta, es decir tan alerta como su cerebro podía estarlo sin desintegrarse y listo para correr hacia la espesura a la primera señal de peligro. Abrió lentamente las ramas superiores del helecho y miró hacia abajo ...



Capítulo 2

Ma Spalder estaba barriendo la despensa y tratando de convencer con su palmeta anti-insectos a un abejorro que saliera por la ventana cuando oyó el crujido de la puerta de malla, seguida de pasos pesados y el suspiro del viejo sofá cuando alguien se sentaba en él.

Caminó por el pasillo y entró la sala de estar con curiosidad pero tan pronto como vio a el Pequeño Zeb sentado en el sofá, regresó corriendo a la cocina y buscó su botella de licor.

Para su alivio, estaba limpia y con la última marca que había hecho la noche anterior intacta.

Más a gusto, volvió a la habitación principal y preguntó al Pequeño Zeb:

-Ahora, ¿qué?

El Pequeño Zeb tragó varias veces antes de poder decir:

-¡Encontré la zapatilla de deportes de Zeke en el bosque!

No mencionó que había descargado las botellas de alcohol en el granero antes de llegar a la casa de Ma Spalder. Podía ser un borracho pero no carecía del elemental sentido de seguridad.

Ma parecía la diosa de la Paciencia, mientras esperaba que el Pequeño Zeb terminara de hablar, luego dijo:

-Bueno, has encontrado la zapatilla de deportes de Zeke en el bosque.

-¿Por qué no lo buscas, ¡seguro que está en la taberna bebiendo el dinero que gana en las apuestas! Nunca le vi perder una apuesta en su vida, ¡diablo afortunado!

-No puedo,
fue la respuesta.

-¿Y por qué, en este glorioso sol, no puedes?

-Debido a que el pie de Zeke está dentro de la zapatilla de deportes!

-El pie de Zeke está .. ¿y dónde está el resto de Zeke?
-Ma Spalder tuvo que hacer un esfuerzo para que la vieja pipa de maíz que siempre tenía en la boca no se le cayera.

-Junto con el pie, afuera en mi carretilla, creo que es un finado ya.

El Pequeño Zeb se dio cuenta de que estaba hablando al aire porque Ma Spalder había salido corriendo de la casa para ver cuanto había de verdad en todo esto.




Capítulo 3

La minúscula campana de la pequeña iglesia blanca de la aldea tañía con tristeza. Los pájaros seguían gorjeando una elegía mientras que un canto gregoriano saliendo del reproductor de CD daba el marco de la ceremonia fúnebre .

El Reverendo Zach Wailer vestido con su mejor traje estaba parado en la puerta dando la bienvenida a los vecinos de luto.

En los primeros bancos se sentaban Ma Spalder, Lotty Blonde, Bert Motty y viejo Benny Fored, este último un anciano venerable que, se decía, sabía todo lo que debe ser conocido en la Tierra, además varias otras personalidades importantes de la ciudad colmaban casi toda la nave.

Lotty dijo en un susurro, mientras miraba de soslayo hacia el ataúd rodeado de flores y velas delante del altar:

-No entiendo cómo pudo caer sobre una roca y romperse la cabeza, él siempre tuvo mucha suerte, no perdió nunca una apuesta en su vida; es una pena y ¡siendo tan buen mozo!

Suspiró profundamente.

Todo el mundo hizo un respetuoso silencio porque sabían que tenía "algo platónico" acerca de Zeke, pero nadie podía definir qué era ese "algo".

-¡Sí! -Dijo el viejo Benny, -ayer le ganó un reloj de un extranjero que se atrevió a aceptar una apuesta de él.

En ese momento el reverendo Wailer se acercó al estrado y carraspeó ruidosamente para llamar la atención y obtener silencio.

-Este es un momento triste, comenzó el reverendo, para todo nuestro pueblo, hemos perdido a uno de nuestros vecinos más respetado.

Hubo un movimiento de pies desde los bancos de los dolientes como si ellos disintieron de esta calificación.

-Él era un buen hombre, movimiento de pies, otra vez, -y debo decir que con una suerte prodigiosa. -Esta vez se hizo el silencio, como para asentir este punto.

-Por lo tanto, nos hemos reunido aquí para decir adiós a un amigo, más movimientos de pies y también un crujido desde el ataúd.

Todos miraban a su alrededor asustados pero el reverendo se apresuró a explicar que los ruidos ocurrían a veces por los gases que se juntan en los cuerpos muertos y son expulsados ruidosamente.

Todo el mundo parecía aceptar esta explicación cuando en el ataúd, Zeke, se sentó y comenzó a hacer algunos esfuerzos tratando de bajar del estrado.

Lotty puso sus ojos en blanco y se deslizó hasta el suelo sin ningún tipo de ayuda, todos los demás miraban con los ojos fuera de sus órbitas cómo Zeke bajaba de la tarima y se ponía delante del reverendo.

Wailer haciendo acopio de valor preguntó a Zeke:

-¿Eres un hombre o un fantasma?

Zeke hizo un ruido con los labios y le dijo:

-¡Soy un hombre, tonto! Y añadió: -¿No quedó algo del licor preparado para mi velorio?

El reverendo estaba fuera de sus cabales y le importaba un bledo el alcohol, lo que quería era saber qué había pasado con el supuesto cadáver, así que le preguntó de nuevo:

-Pero, pero, si no eres un fantasma ¿cómo es que estás vivo? ¿Es que no habías muerto en primer lugar?

-¡Oh, no, hombre, la gran piedra que tomó mi vida me hizo un agujero en el cráneo, estaba bien muerto, sólo que Brat Digger, el embalsamador, puso un pedazo de cartón sobre el agujero y luego me peinó para ocultar la herida, buen tipo este Brat, conoce bien su trabajo. ¿Estás seguro de no hay alcohol cerca?

-Pero, pero,
-el reverendo parecía haber comprado esta palabra, -pero, si estuviste muerto ¿cómo es que ahora estás vivo, ¿es un milagro? "

-Oh, eso!, no, no, no es un milagro.

-Mira,
-Zeke parecía molesto de tener que explicar los hechos, -cuando me desperté cerca de la Puerta Perlada, había una gran fiesta allí y no había guardias, así que entré sin oposición y pedí a un alma que andaba caminando por ahí que me explicara de qué se trataba todo eso, si era normal encontrar una muchedumbre sin contención alrededor.

El alma me dijo que era la Fiesta del Milenio, que se celebra una vez cada mil años, por supuesto, donde todo el mundo es liberado de sus lugares y llegaban al Jardín para participar en un gran sorteo, cada uno de nosotros debía conseguir un billete para la lotería. Así que fui a conseguir uno.

-Y, y,
-el reverendo parecía haber comprado esta letra también, -y, ¿qué pasó? ¿Ganaste?

-¡Puedes apostar! le contestó Zeke por encima del hombro mientras se dirigía hacia el bar para conseguir un poco de la bebida que tanto estaba necesitando.

Texto agregado el 19-02-2014, y leído por 230 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
23-02-2014 Aaah!!!! Qué suerte la del tipo!!! Es un relato increíble, Liam. De ninguna manera hubiera podido adelantar los acontecimientos. Los personajes son perfectísimos (en efecto, pude imaginarlos como caricaturas de Capp sin dificultad, era el marco perfecto). La ignorancia pueblerina es palpable, esa vida que parece irreal, de alambiques que destilan veneno que fulmina el cerebro y de hombres que, con saber leer, ya son considerados sabios. Ikalinen
23-02-2014 Un mundo miserable... y lo has descrito con tanto arte, que se podía ver. Olvidé por un segundo el título, y no lo recuperé hasta el final. El humor ácido del colofón, ni que hablar de él... Simplemente magnífico, y ante las puertas perladas!! :) Ikalinen
20-02-2014 Tu narración, me permitió todas las escenas; desde otear al sr Parkinson, la curiosidad de Ma spalder, el ruido de los pies y el ataúd, la pobre Lotty en el suelo, el asombro del padre, y el final " zeke tán afortunado" un relato que he disfrutado :) saludos ***** krisna22z
20-02-2014 Ah, la introducción da muestras de una gran humildad. Solo_Agua
20-02-2014 Me gustó sobre todo, el final de la historia y el cinismo del tal Zeke :) Me gusta la forma en que separas párrafos (considero que es amable con el lector), y el lenguaje por tí usado es sencillo y hace ligera la lectura.***** Solo_Agua
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