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La Misión

La mision le había sido encomendada a él por su supuesta sangre fría y capacidad de análisis. Ya antes había llevado a cabo, exitosamente, otros proyectos. Pero esto era algo que lo hacía vacilar.
La Comisión de Viajes en el Tiempo llevaba, desde el año 2,890, haciendo reparaciones y modificaciones en hechos históricos del pasado para lograr un mayor bienestar en el presente. Gracias a este grupo de científicos, se habían evitado masacres y otros hechos terribles. Algunos dudaban de la conveniencia a largo plazo de estas "reparaciones" pero era indudable que la humanidad gozaba de una era de paz y abundancia sin precedentes y esto bastaba para silenciar a la oposición.
Pero ahora Lex vacilaba. Sus anteriores misiones no habían involucrado niños. Jamás. Y estaba dejando pasar los días, uno tras otro, sin tomar acción. Lo cierto era que la vida en aquella pequeña aldea bastante primitiva pero hermosa, era idílica y se le había hecho fácil no comunicarse con su base y dejar que la vida transcurriera entre paseos al aire libre y risas y cervezas en la taberna local. Pero su objetivo no era andar de parranda, y él lo sabía muy bien. Por las noches, la incertidumbre lo abatía. Apenas unos meses antes se había fundado en Londres la primera institución dedicada a combatir la crueldad infantil y él tenía órdenes de asesinar a un bebé de pocos meses de nacido! La ironía resultaba macabra.

Después de meses de desvelos y dudas, tomó la decisión. En aquel pequeño lugar nadie se preocupaba por conceptos como "seguridad" y eso le fue de gran ayuda. Aprovechando un descuido de la madre, mientras tendía su ropa al sol, tomó al pequeño en brazos y se alejó rápidamente. Llegó al portal trazado previamente, en la espesura del bosque y comprobó que el niño seguía profundamente dormido. Ya con anterioridad había cambiado las coordenadas de su viaje para trasladarse al México de ese año, 1889. No fue una decisión al azar sino todo lo contrario, sabía exactamente dónde iba a dejar a la criatura.
La mujer que vivía en aquella casita sencilla de paredes blancas sufría por no poder darle un hijo a su marido y al descubrir en el umbral de la puerta aquella canasta con el bebé dentro, todo fue sorpresa y alegría. Lex sonrió satisfecho. No le importaban mucho las consecuencias que su acción sin precedentes pudiera tener. Sabía que entre estas personas cariñosas el niño crecería como uno de ellos. Incluso tenía el cabello oscuro y los ojos castaños, nadie sospecharía su procedencia.

Mientras, en la pequeña aldea al otro lado del mundo, la madre del niño robado lloraba angustiada. Fueron días terribles y la comunidad se volcó para ofrecer su apoyo y cariño a la desdichada familia Hitler.

Texto agregado el 20-02-2014, y leído por 228 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
19-08-2015 ¿exportaciones no tradicionales?. NOOOO, Pobre México. NeweN
14-03-2014 Excelente. elisatab
09-03-2014 Qué interesante. Buen relato.+++++ PiaYacuna
09-03-2014 Que buen cuento! Cambiar el destino de la humanidad, casi..no se que pasaría. Muy bueno! silvimar-
26-02-2014 Excelente microcuento, bien escrito, con ingenio y dejando el final abierto.. y que el lector saque sus conclusiones... sendero
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