¡Vaya sorpresa me he llevado al ver que hay delincuentes en colegios, universidades y empresas! Si se quieren dedicar al delito, pues no estudien, no trabajen; dedíquense a sus estructuras sádicas, y no se disfracen tratando de educarse o intentando trabajar como si fueran buenos ciudadanos. Ya desde las escuelas, hay algunos que encuentran refugio en las pandillas; si sus intenciones son de seguir en sus fechorías, pues entonces váyanse a vivir solos, dejen de andar dependiendo de sus acudientes para que les den todo. Porque ustedes por las noches salen a atracar a la gente, y luego llegan a sus hogares a que sus padres les den la comida. ¡Descerebrados!

Me ha aterrorizado tremendamente saber que en instituciones de educación superior hay algunos de estos personajes. Lamento decirles que el estudio no es para las bestias que gozan con el sufrimiento de los demás, jamás llegarán a ser buenos seres humanos; yo no tengo porque hacer una separación de buenos y malos entre los estudiantes que van a la universidad, yo asumo que todos están allí, porque son optimistas en cuanto al futuro de nuestra especie. ¿Qué quieren, que con visión especial, sepa quiénes son asesinos y quienes no, y que además, entienda que dentro de un salón de clases hay un grupo de malhechores?

¿A cuántas personas habrán atracado? ¿A cuántos seres humanos han matado? Por la noche salen a las calles como muertos-vivientes, dispuestos a matar o a que los maten. Al otro día, se sientan en un salón de clases; y nadie supo acerca de sus obras. ¡Qué sistema tan paupérrimo! No los meten a la cárcel, porque no los han cogido en el acto, ¡ah! ¿Qué están esperando para meterlos a la prisión de por vida? Porque es que lo mínimo que se merecen es lo mismo que les han hecho a los demás, si han robado, deberían quitarles hasta la ropa, y ponerlos en un cuarto de dos por dos metros, atados con una cadena hasta que mueran. ¡Para ver si así aprenden! Si han asesinado, acuchillando a alguien, pues deberían ponerlos en una doncella de hierro. Sus crímenes no pueden ser perdonados ni olvidados. Deben pagar aquí en la Tierra, cada uno de sus delitos; no me vengan con el cuento de que Dios los perdona y todo queda en el olvido, no seamos ingenuos; nunca voy a aceptar que alguno de estos personajes esté en una iglesia predicando, mucho menos que tenga hijos.

Uno va a revisar si tienen antecedentes penales, y ni siquiera eso. ¿Dios, tú que los viste cuando le ponían un cuchillo a alguien en el vientre, mientras lo atracaban, porque no pusiste eso en sus antecedentes? Más triste es que durante muchos años, ellos delinquen y siguen estudiando, incluso se gradúan. También obtienen títulos de posgrado. Lo que faltaba era que ingresaran a laborar en establecimientos del Estado, también lo hacen; ¿hasta cuándo seguirán delinquiendo? ¿Cuántos años más tienen que pasar? ¿Cuántas víctimas más van a acumular? Merecen todos los insultos posibles y la peor tortura, ni siquiera deben ser comparados con los animales, estos últimos son más decentes que ellos. Son unas alimañas que toca extinguir de raíz, incluso sus familiares deben ser extinguidos, pues tienen la misma genética. Ellos se esconden para cometer sus atropellos, yo no me voy a esconder para denunciarlos. Espero cada día que caigan, y como Dios no hace nada, estoy analizando otras maneras en las que sí haya justicia.