TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / hgiordan / ¡CUIDADO CON LAS CABEZAS !

[C:538326]

¡¡ CUIDADO CON LAS CABEZAS.!!..

Siempre yo había sido un tipo luchador y tenaz ante la adversidad, y esta capacidad mía tuvo su prueba máxima después del accidente que tuve con la moto… Cuando aún la fractura en la pierna me dolía y rengueaba, lo que más me tuvo preocupado fue aquel fuerte golpe en la cabeza. No obstante haber sido atendido de emergencia y que la resonancia magnética no arrojara ninguna lesión, al poco tiempo comencé con breves mareos. En ese entonces trabajaba como empleado administrativo en una agencia de seguros y esta afección podía perjudicar mi desempeño justamente cuando esperaba un merecido ascenso. Lamentablemente, a esto le siguió una notable pérdida de mi concentración mental, lo que me imponía un esfuerzo extra a la hora de rendir cuentas en esa oficina. En principio fue esporádicamente, pero sumado a una dispersión de la memoria que llegó en consecuencia cada día se me hacía más difícil hilvanar una vida coherente para mí y para con los demás.
A veces vivía o creía vivir situaciones ajenas en lugares desconocidos que mi razón (o lo que quedaría de ella) rechazaba. Una mañana desperté con la horrible sensación de sentirme un extraño en mi propia casa. Los muebles me parecían distintos y hasta mi esposa y mis hijos me resultaron personas completamente desconocidas, afortunadamente esto duraba apenas instantes y ellos no notaron nada raro en mí. Fue una suerte también que algo tan perturbador no me ocurriera en el trabajo todavía, aunque cada vez que subía al ascensor del edificio este temor me invadía y como llamándolo ese día llegó inexorable y precisamente ahí; una persona que viajaba frente a mí, que vestía ropa deportiva y llevaba una bolsa con un par de guantes de boxeo me llamó la atención por su penetrante e inquisidora mirada “ Por suerte bajará en el gimnasio, en el 3er piso” me dije, pero una vez pasado por ahí me sorprendió también su gran parecido a mí. Era yo, pero mucho más joven. Idéntico, si no fuera por su nariz achatada. Más cuando recordé que me había lastimado la mía en el accidente, y que también mi padre alguna vez había practicado boxeo, relacioné y mezclé todo en mi cabeza como en una coctelera hasta el punto de sentir que me estaba volviendo completamente loco. Desde ese preciso instante viajé con la vista al suelo para no mirarlo, pero cuando la levanté ya no estaba más. Así y todo acerté en bajar en el 8 vo, entré a la oficina sin siquiera saludar a mis compañeros, y me senté al escritorio consciente que debía poner mi cerebro en orden lo más pronto posible. Fingiendo estudiar una carpeta traté de serenarme, luego, pensando más racionalmente me dije tratando de convencerme: -“Si este muchacho existe simplemente se me parecía” Pero enseguida surgió la pregunta inevitable: Y si no fue real, si no existió ¿ entonces fue una alucinación?.. Por ahí concluí que mi cerebro estaba actuando como una verdadera esponja, absorbiendo todo lo que me rodeaba y convirtiéndome por momentos en casi otra persona. Y aunque hasta allí había sorteado cada situación engorrosa con cierto éxito, ya era evidentemente que con un gran esfuerzo intelectual mío no era suficiente. El asunto era irresoluble, y yo debía dejar de lado mi terquedad y la soberbia y pedir una ayuda externa.
Sabía que en el mismo edificio atendía un psicólogo, en el 5to. Necesitaba su opinión antes de recurrir directamente a un psiquiatra o a un neurólogo, y solicité un turno para la consulta. Prometió conectarse conmigo apenas tuviera un lugar en su agenda. Esta decisión tomada por sí misma me tranquilizó, aunque de todas maneras evité subir por el ascensor y desde ese día lo hice por las escaleras. Esta simple acción marcaría el comienzo de una inesperada y milagrosa mejoría. Mi pierna dejó de molestarme y mi mente poco a poco se volvió transparente como un mar en calma. Podía subir y bajar los ocho pisos con notable facilidad, me sentía tan ágil y lúcido como nunca había estado, y lo más importante, sin fantasmas a la vista.
¿Qué fue lo que provocó ese sorpresivo bienestar sin siquiera comenzar algún tratamiento?, no lo sabía y tampoco me interesó averiguarlo. Estaba espléndido y con eso me bastaba. “Estoy ganando una pelea con el golpe de la suerte, en el último round cuando perdía por puntos" me dije como si estuviera lidiando una pelea conmigo mismo ”. Pero no debía bajar la guardia y decidí seguir esta rutina fija de subir por las escaleras y bajar por el ascensor, mientras tanto esto me mantuviera en buena forma y no sufriera ningún sobresalto de aquellos…
Más cuando todo esto parecía ser parte ya de un reciente pero extraño pasado, tuve una nueva sorpresa; estaba yo frente a la puerta del edificio cuando noté a través del vidrio polarizado que alguien del otro lado necesitaba salir, y que sin su llave esperaba alguna ayuda desde afuera. Entonces fue ahí que le abrí y me encontré cara a cara con el muchacho del ascensor. Con su misma ropa deportiva, con su bolso y con su nariz achatada, pero esta vez lo ví con el verdadero rostro que en nada se parecía al mío. “Definitivamente, estoy curado del espanto ” me dije mientras él agradecía mi gesto con amplia sonrisa. Pero de pronto, como acentuando esto, resueltamente dándome fuerte la mano muy solemne y cortés, agregó. “Muchas gracias señor... gracias por todo” Y se alejó para no verlo nunca más ...
Por primera vez en esos últimos tiempos entré a la oficina con la seguridad de que ahora solo debía obsesionarme por obtener el tan postergado ascenso. No obstante algo me distraería otra vez; en la computadora me esperaba un mensaje del doctor ofreciéndome el turno que había solicitado. Aunque ya no creía necesitarlo, por una razón de ética decidí visitarlo y darle personalmente mis excusas correspondientes. Ya en su consultorio me vi obligado a hacerle un ligero resumen de lo ocurrido conmigo, pero antes de despedirme con la disculpa del caso esperé una respuesta esclarecedora a tanto misterio guardado por mí mismo.
Tras una breve cavilación se justificó por no poder darme una explicación satisfactoria al respecto ya que no era un neurólogo autorizado sino sicólogo...
Quizás al notar mi decepción por su vaga contestación igual me dijo que arriesgaría una hipótesis profesional: Que dado este proceso, era muy posible que haya existido una conmoción esporádica que produjera en principio esas alteraciones en la zona sensorial y cognitiva, pero que luego por causas desconocidas su efecto se revirtiera lentamente hasta una cura definitiva. “Esto suele suceder, es todo lo que le puedo decir” acotó. Luego se animó a agregarme: “A veces en psicología también suceden casos extraordinarios, nuestra cabeza es una caja de sorpresas, el cerebro guarda sus recursos bien escondidos, y hasta en mentes simples y despojadas saben aparecer innatos y con alcances cercanos a la parasicología donde yo ahí tampoco me meto… Puedo darle un ejemplo parecido y reciente: Durante éstos tres últimos años estuve asistiendo a un joven deportista, un boxeador que llegó aquí con severos síntomas de falta de convicción e inseguridad en lo que practicaba. Esta gran falta de concentración en lo suyo lo llevaba al límite de su vocación profesional, mientras que en momentos claves de una pelea era su vida misma la que corría peligro. Más cuando muy poco había logrado yo avanzar en su mejoría, sucedió algo inesperado; de un día para otro comenzó a recuperar su autoestima y la seguridad en sí mismo. Seguidamente logró forjar una fuerte personalidad a toda prueba, tanto que hace quince días le di el alta. Precisamente hoy vino a saludarme y a traerme aún mejores noticias: Acababa de ganar su primera pelea.”
“Con el dinero del premio se compró la moto que tanto deseaba y quiso compartir esa alegría conmigo. Lo noté tan feliz que recuerdo perfectamente la manera en que se despidió; con un fuerte apretón de manos diciéndome solo por cortesía en realidad:“- Muchas gracias doctor... gracias por todo” y acariciando un flamante casco que sacó de su bolso como irónicamente agregó : “…y ahora, ¡Cuidado con las cabezas! como siempre nos dice el árbitro sobre el ring… Pero todo el tiempo y en cualquier lugar ¿ no es así doctor?...


Texto agregado el 05-03-2014, y leído por 155 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
05-03-2014 Una historia bien contada. Imaginación e idea y un final inesperado. !Muy buena ! Me gustó. Un saludo y ***** NINI
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]