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Inicio / Cuenteros Locales / luis_oviedo / ¿Y tú? ¿Le gustas con ropa o solo sin ella? 2

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Mis pasos retumban por toda la casa. Estoy sola y molesta, doblemente molesta; Eduard me ha llevado obligada a un reencuentro de amigos y he terminado bailando sola y lo que puede resultar aun peor: en la cama con Alex. No obstante Ramón me ha rogado que salga con él está noche y por alguna razón (que espero no tenga que ver con sus enormes bíceps) he aceptado.

Un haz de luz se cuela por la ventana. Está amaneciendo pero decido darle una última mirada a mi celular. Paso al menos diez minutos tratando de escribir un mensaje para Alex que termina en un “Te extraño”, y justo antes de mandarlo pienso: "¿Para qué?” Si da igual. Si dos palabras no cambian los sentimientos de nadie.

El reloj de la cocina marca las dos menos cuarto. Eduard entra en la cocina. ¿A qué hora llegó? Su aspecto es horrible. Hace un día bonito allá afuera.

-¿Te la cogiste anoche? –pregunto con pocas ganas de saber la respuesta. Solo quiero molestarlo.

-¿De qué va Claudia?

-Eres un traidor, de eso va. –suelto con furia.

-Lo vas a superar algún día. –dice cortante y sale de la cocina con una taza de cereal sin leche.

¡No Eduard Rodriguez, tú no me dejas así! Intento recordar mis notas mentales y me paro de un salto.

-¿Podrías hacerme un gran favor? –Grito desde la puerta de la cocina- Deja de meter tu nariz dónde no te incumbe. –Estoy roja como un tomate- ¡Alexander no tiene que saber todo lo que hago, grandísimo idiota!

-Supe que no la pasaste tan mal después de todo. –dice con una calma que hace que me enfurezca todavía aun más.

Obviamente está enterado de todo y me quedo congelada en el umbral de la puerta.

Subo a mi habitación a toda prisa en cuanto Eduard me da la espalda, huyendo. No encuentro otra cosa que hacer más que acomodar mi ropa íntima por colores (como acostumbro) pero es tanta la impotencia que término metiendo una bola de medias, calzones y brasieres en la gaveta de las pijamas. Despegó el celular de su cargador y me meto al baño marcando el número de Alex.

Desde que vivo sola, las cuatro paredes de este baño actúan como un campo de fuerza que nadie puede penetrar (al menos así me gusta pensar). Cuando pongo un pie en él, me siento protegida y en total privacidad.

La llamada se desvía hasta el buzón de voz. Pienso rápidamente la razón por la que le estoy llamando y lo he olvidado así que decido colgar y prepararme para salir a hacer algo de ejercicio pero no quiero ir sola.

Es el domingo más perfecto que he tenido en meses y mis problemas existenciales deciden que es día de mantenimiento físico. Hace una tarde hermosa. Llevo unas zapatillas deportivas con unas licras y una franelilla: tengo aspecto de que fui arrollada por un camión. No uso este tipo de ropa desde que dejé el gimnasio y eso fue hace más de un año.
Maria Bethania está doblando la esquina del parque y se percata de mí presencia de inmediato. Ella está hermosa, sin gota de maquillaje. Siento un poco de envidia y estoy segura que mis mejillas se ponen coloradas.

—Vaya, hasta que has notado que estas pasada de peso. –sonríe de oreja a oreja y me da un afectuoso abrazo.

Maldita. Maria está en la onda fitness y yo tengo de fitness lo que tiene de encanto un babuino.

—Cállate. –Y evito sonreír a toda costa. En vano por supuesto.

Maria (o Maribe como suelo llamarla) es mi persona favorita del mundo. Después de Jared Letto por supuesto.

— ¿Recuerdas al pelirrojo de la secundaria?

Maribe asiente con un vago movimiento de cabeza.

—Quedé para verme con él. Y antes de que digas algo: está muy simpático.

—Está bien, está bien. Es mejor que Alex. –Se le arruga la frente- En realidad cualquier hombre es mejor que Alex.

—Sí. –respondo esperando sonar convencida.

— ¿Han vuelto a hablar?

Sí, ayer me acosté con él.

—No. Alex y yo hemos decidió llevar la fiesta en paz. Ya dimos lo que teníamos que dar… Supongo.

—A lo mejor ya maduraron. Y cuéntame, ¿Cuándo sales con el pelirrojo?

—Está noche.

Llego retrasada a casa. La caminata se ha extendido como se extiende cualquier cosa cuando estoy con Maribe. Estoy bastante desactualizada en cuanto a moda se refiere. Entro en pánico.

Abro las puertas de mi closet y me siento prehistórica pero consigo elegir un vestido corto de licra con tirantes, color negro.

Una hora después. Al mirarme en el espejo sigo pareciendo una superviviente de un atropello pero lo arreglo cuando consigo darle color a mis labios (nada iguala el poder que tiene un pintalabios rojo, excepto tal vez un par de sostenes negros). Alboroto mi cabello con algo de gel y estoy lista… y estoy nerviosa, hiperventilando.

¡¿Por qué estoy tan nerviosa?!

Texto agregado el 18-03-2014, y leído por 147 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
25-05-2014 Este capitulo, es mas facil de seguir, y eso del saludo de la amiga me gustó mucho y la busqueda de quedar lista para una cita, muy bien expresada, saludos. krisna22z
22-05-2014 Seguiré con el capítulo siguiente. Saludos!!! PiaYacuna
22-05-2014 Bueno... me gusta la historia, fluye, PiaYacuna
21-05-2014 *****Esta segunda entrega superó cualquier espectativa. Logras transmitir. Solo_Agua
20-05-2014 Interesante cuento - ¿o novela?- juvenil. reacciones imprevistas a cada paso. Cinco aullidos curiosos yar
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