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Expectativas.
Cuento

Un nuevo año escolar. Nuevas conquistas. Un nuevo jardín de emociones. Tiene cinco años dando clases a cuarto de primaria. En cada comienzo de año surgen nuevas expectativas. Y hoy no es la excepción. El bullicio de los niños no te quita la concentración. Ni la extraordinaria cantidad de alumnos te abruma. Estás acostumbrado. Los observas a todos. Con un marcado interés por las niñas. Éstas son las que te estimulan en medio de éste caos escolar. Son tu inspiración.

Fijas la mirada en una estudiante. Su belleza a acaparado tu atención. Si que es hermosa. Supera todas tus expectativas. Caminas hacia ella para darle la bienvenida. Te abres paso en medio del desorden. Escucha uno que otro alumno que te llama. Otros te preguntan que si vas a dar clase. Otros te preguntan tu nombre. Los que están parado por ausencia de butacas te piden permiso para ir a buscarla a otro curso. A ninguno lo escucha.

Has llegado donde la niña. Te encuentras muy excitado. Ella al ver que te has detenido a su lado se inquieta. Y tu lo percibes al instante.

- Cómo se llama ese ángel?
- Marimar profe...
- Oooh! Qué bien. Marimar, igual que la joven de la novela. Que bien... Pero veo a mí angelito un poco nerviosa.
- Ay no profe...
- Qué no?
- Ay no...
- Que bueno entonces. No quiero que mi alumna preferida se sienta mal por mí.
- Profe...

Mientras conversaba con la niña la lujuria se apoderó de ti. La devestiste con tus ojos. Viste su cuerpesito desnudo mientras hablabas con ella. La comparaste con otros cuerpesitos que estuvieron entre tus garras. Y ésta la supera a todas en belleza.

Un estudiante interrumpe el trance en que te encuentras para preguntarte dónde se sienta pues no hay butacas en toda la escuela.

Le dices en tono molesto que se siente al final del aula junto a todos los que no tienen butacas. En el suelo.

Y, enfocando de nuevo tu atención en la niña, le pones la mano por la espalda deslizandosela suavemente. Y, acercandole la boca al oído le dices...

- No te preocupes mi niña, que será la mejor estudiante de cuarto C.

Apartándote de ella vuelves a la realidad. Esa realidad que a cualquiera deshace. Mas a ti no. Te sirve de manto. Ocultas detrás de ése desorden tus debilidades carnales. Las que muy pocas personas sospechan pero que muchas niñas han sufrido.

Y así ha pasado éste primer día de clase. Sin ninguna novedad. En el recreo le regalaste un chocolate a Marimar, tu nueva obsesión. Pero de ahí a algo más trascendente, nada. A demás no eres de los profesores que saturan de clase a los estudiante el primer día escolar.

Ahora caminando hacia el parqueo de la escuela donde tienes el motor que te sirve de transporte, piensas en Marimar. En su belleza. Ninguna de las niñas que has tenido entre tus garras se compara a ella te repites. Y, lo mejor, introvertida. Sabes por experiencia que las niñas introvertidas no dicen lo que les haces. Éstas son tus preferidas.

Has llegado donde está el motor. Colocas el malentin encima de él. Te agachas para quitarle el candado que le colocas para que no te lo roben. Mientras abres el candado, sientes que te incrustan un objeto por el costado derecho. Lanza un grito de desesperación mientras te volteas. Al mismo tiempo te propinan otra estocada, y otra, y otra. Te dan cinco estocada mortales en cuestión de segundo que te hacen caer al suelo en medio de un charco de sangre.

Al caer escuchas algunas palabras que te dice tu verdugo.

- Para que vuelvas a abusar de niñas. Maldito degenerado.

Sandy Valerio

Texto agregado el 26-03-2014, y leído por 104 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
26-03-2014 Un merecido castigo.UN ABRAZO. GAFER
 
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