León y cronopio 
 
Un cronopio que anda por el desierto se encuentra con un león, y tiene lugar el diálogo siguiente: 
León.-Te como. 
Cronopio (afligidísimo pero con dignidad).-Y bueno. 
León.-Ah, eso no.  Nada de mártires conmigo. Échate a llorar, o lucha, una de dos.  Así no te puedo comer.  Vamos, estoy esperando. ¿No dices nada? 
El cronopio no dice nada, y el león está perplejo, hasta que le viene una idea. 
León.-Menos mal que tengo una espina en la mano izquierda que me fastidia mucho.  Sácamela y te perdonaré. 
El cronopio le saca la espina y el león se va, gruñendo de mala gana: 
-Gracias, Androcles. 
 
Cóndor y cronopio 
 
Un cóndor cae como un rayo sobre un cronopio que pasa por Tinogasta, lo acorrala contra una pared de granito, y dice con gran petulancia, a saber: 
Cóndor.-Atrévete a afirmar que no soy hermoso. 
Cronopio.-Usted es el pájaro más hermoso que he visto nunca. 
Cóndor.-Más todavía. 
Cronopio.-Usted es más hermoso que el ave del paraíso. 
Cóndor.-Atrévete a decir que no vuelo alto. 
Cronopio.-Usted vuela a alturas vertiginosas, y es por completo supersónico y estratosférico. 
Cóndor.-Atrévete a decir que huelo mal. 
Cronopio.-Usted huele mejor que un litro entero de colonia jean-Marie Farina. 
Cóndor.-Mierda de tipo.  No deja ni un claro donde sacudirle un picotazo. 
 
Flor y cronopio 
 
Un cronopio encuentra una flor solitaria en medio de los campos.  Primero la va a arrancar, pero piensa que es una crueldad inútil y se pone de rodillas a su lado y juega alegremente con la flor, a saber: le acaricia los pétalos, la sopla para que baile, zumba como una abeja, huele su perfume, y finalmente se acuesta debajo de la flor y se duerme envuelto en una gran paz. 
La flor piensa: «Es como una flor». 
 
Fama y eucalipto 
 
Un fama anda por el bosque y aunque no necesita leña mira codiciosamente los árboles.  Los árboles tienen un miedo terrible porque conocen las costumbres de los famas y temen lo peor.  En medio de todos está un eucalipto hermoso, y el fama al verlo da un grito de alegría y baila tregua y baila catala en torno del perturbado eucalipto, diciendo así: 
-Hojas antisépticas, invierno con salud, gran higiene. 
Saca un hacha y golpea al eucalipto en el estómago, sin importársele nada.  El eucalipto gime, herido de muerte, y los otros árboles oyen que dice entre suspiros: 
-Pensar que este imbécil no tenía más que comprarse unas pastillas Valda. 
 
Tortugas y cronopios 
 
Ahora pasa que las tortugas son grandes admiradoras de la velocidad, como es natural. 
Las esperanzas lo saben, y no se preocupan. 
Los famas lo saben, y se burlan. 
Los cronopios lo saben, y cada vez que encuentran una tortuga, sacan la caja de tizas de colores y sobre la redonda pizarra de la tortuga dibujan una golondrina.   |