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Inicio / Cuenteros Locales / carlosB / La Niña del Vestido Blanco

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Un sonido intermitente y agudo se escuchó por toda la sala del hospital un aparato color blanco mostraba en su pantalla una línea recta de color verde, el medico hacia todo lo posible por revivirlo, apretaba con sus manos entrecruzadas el pecho del paciente, lo hizo varias veces hasta que se dio por vencido y exclamo: “se nos fue”; las enfermeras taparon con una sábana blanca el cuerpo, el medico salió del cuarto, se alejó lo más que pudo y se sentó en una silla plástica que estaba junto a un escritorio, con su mano hecha un puño golpeaba fuertemente el escritorio y exclamaba: “se me fue, lo perdí”, mientras golpeaba con su puño el escritorio una niña se le acerco, portaba un vestido blanco y uno zapatos de charol del mismo color, tenía una trenzas en su pelo una a cada lado, su color de piel era blanca, la niña al verlo le dijo:
-¿A quién perdiste?-
Él se asombró al ver a la niña y le dijo:
-Que haces acá, ¿Dónde están tus padres?, no es muy tarde para que andes tú sola-
-Pero, ¿a quién perdiste?-le insistió la niña.
-No estás muy chica para que te lo cuente-le dijo el médico.
-Chica yo, no te fíes no es lo que parece, pero ya tranquilízate no será el primero ni último que pierdes-le dijo la niña.
El medico observo como la niña se alejaba por el pasillo del hospital, se alejó cantando y dando unos saltos como feliz de haber hablado con el médico, al final del pasillo estaba otro médico con mucha experiencia y ya de varios años, tenía puestas sus piernas sobre el escritorio en el cual descansaba, la puerta estaba abierta notó que la niña del vestido blanco y zapatos de charol se acercaba dónde estaba él, cuando se acercó la niña le dijo:
-Hola como estas, no has….-
En ese instante el medico se adelantó y le respondió muy fuertemente:
-¡Vete y aléjate de mí hoy no he perdido a nadie!-
La niña siguió por todo el pasillo del hospital, subió al segundo piso y encontró a unas enfermeras jóvenes al parecer estaban recién llegadas, unas lágrimas salían de sus ojos y se consolaban entre sí, una de ellas exclamaba: “pobrecito, se nos fue”, la otra enfermera le contestó: “pero hicimos todo lo que pudimos”; la niña del vestido blanco se acercó dónde estaban ellas y les pregunto:
-¿Por qué lloran?-
-Perdimos a un paciente-contestó una de ellas.
-Pero que haces tan noche acá en el hospital ¿Dónde están tus padres?-dijo la otra enfermera.
-No se preocupen no tengo padres-le contestó-no será el primero ni el ultimo paciente que pierden-
Las enfermeras se asombraron por lo que había dicho la niña y una de ellas le increpo:
-Niña no sea mal educada ¿dónde están tus papas?-
La niña dio la vuelta y se alejó de donde estaban las enfermeras se fue cantando y saltando como alegre de haber hablado con las enfermeras.
Caminaba y saltaba como jugando peregrina, llegó a un cuarto donde noto varios cuerpos tapados con sábanas blancas eran seis tres a un lado del cuarto y otros tres en el lado opuesto, era la morgue del hospital, paso por entre los cuerpos saltaba y cantaba muy alegre diciendo: “cuantos se han ido y cuantos vendrán después”, salió de la morgue y su figura se desvaneció por un pasillo oscuro del hospital. Otra noche un cuerpo era sacado de la morgue por una funeraria, el cuerpo era transportado en una camilla y tapado con una sábana blanca, mientras el empleado de la funeraria lo introducía a la carroza fúnebre miro a una niña de vestido blanco junto a un lado de la carroza, él se asombró y le dijo:
-Niña no es muy tarde para que andes tú sola-
-Nunca ando sola, que te vaya bien-le contestó-me cuidas al difunto.
-Que te cuide el que…-respondió muy asombrado.
En ese instante mientras subía el cuerpo y cerraba la puerta de la carroza fúnebre, miro a un lado y la niña del vestido blanco había desaparecido, la persona miro a todos lados y ya no había nadie.
El joven médico que anteriormente haba perdido a un paciente estaba en la sala de operaciones, operaba a un señor que había tenido un infarto y lo hacía junto a otro médico muy experimentado, cada uno ponía de su parte para poder salvar al paciente, cuando terminaron y estaban cerrando la herida del paciente que le habían hecho en el pecho, el joven doctor levanto la mirada y en una ventana observo el reflejo de una niña con un vestido blanco, ésta lo saludo con la mano derecha, toco al otro médico para llamar su atención y con la mirada le hizo la señal de que viera el reflejo, el médico experimentado observo también y le respondió:
-No le pongas atención, éste no lo vamos a perder-
Al cabo de un par de días el joven médico hacia las visitas a sus pacientes, entro a una habitación y adentro estaba el señor que habían operado del corazón, la condición de éste había mejorado notablemente, el joven doctor saludo y empezó a tomarle la presión, puso el estetoscopio en el pecho del paciente y oyó su ritmo cardiaco, le dijo:
-Bueno creo que todo salió muy bien, dentro de poco saldrá del hospital-
-Le agradezco por haberme salvado la vida-le dijo el paciente.
-No tiene nada que agradecerme-le contestó el médico.
En ese instante una mujer entro a la habitación llevaba de la mano a una niña con vestido azul marino, los zapatos era de charol del mismo color, tenía unas trenzas a cada lado de su cabeza y su piel era blanca, al mirarla el joven médico se asombró por completo, miro al paciente, a la niña y dijo:
-Pero…a usted no lo he perdido ¿verdad?-
-Perdón-dijo el paciente.
-Sí, usted está vivo, ¿verdad?-
-Claro, si usted fue el que me salvo-le respondió.
El paciente puso su cuerpo en el respaldo de la cama, la mujer que llevaba a la niña lo ayudo, ella le dio un beso en la mejilla y la niña hizo lo mismo, le dijo al doctor:
-Le presento a mi esposa y a mi hija-
El joven doctor las saludo a ambas y con un poco de temor saludo a la niña también, el paciente notó el asombro del médico y le pregunto:
-¿Qué le pasa doctor?-
-No pasa nada, será mi mente, pero disculpe, hay una niña que deambula por el hospital, pero haga caso omiso, solo es mi imaginación-dijo el médico.
La mujer que había entrado con la niña tomo la mano del joven médico y le dijo:
-Gracias por salvar a mi esposo, ni me imagino perder a otro ser querido-
-Disculpe, perder ¿a quién?-pregunto el joven médico.
El paciente interrumpió a ambos diciendo:
-Perdimos a una de nuestras hijas, eran gemelas, una falleció y otra sobrevivió, creo que fue este hospital-
El joven doctor salió de la habitación y se dirigió a su escritorio, llenaba unas formas y varios papeles del turno nocturno, se recostó en la silla y para descansar un poco coloco las piernas sobre el escritorio, la puerta estaba entre abierta, a lo lejos en el pasillo del hospital escuchó el canto de una niña, observo por la puerta y la niña que cantaba y jugaba portaba un vestido color azul marino, zapatos del mismo color y unas trenzas a cada lado, paso frente a él jugando y cantando, no lo saludo, pero éste al verla le dijo fuertemente:
-¡Vete de aquí, este día no he perdido a nadie!-

Texto agregado el 09-04-2014, y leído por 347 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
09-05-2014 Tienes una fluida y grata redacción pero no creo que ese final sea el adecuado, creo que tiene que haber la sensación de haberse tejido una trama que impresione como el galope de un caballo. !Un gusto leer tu cuento!. inkaswork
09-04-2014 Excelente cuento!!!***** MujerDiosa
 
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