Este poema evoca el encuentro de dos brisas que recorren un mismo camino, como dos almas que colisionan para complementarse. Una brevedad luminosa, intensa, que estremece como mariposas en el estómago: perceptible para los anhelos del corazón, pero inalcanzable ante la añoranza de quien solo dejó su esencia. Habla del deseo profundo por una caricia de manos, por coincidir en el umbral de un parque, por ese gesto simple y eterno que no llega.
Anhelos que resisten a recoger un beso, o a escribir la leyenda "tú y yo" en la corteza de un árbol. Y, sobre todo, hace referencia al no olvido de aquella primera vez en que se reconocieron.
DIFERENTE
No tendremos recuerdos de arboleda,
no trozaremos la gentil corteza,
no veremos ¡el ocaso y su belleza!
* No haremos nidos con plumas no voladas,
no tendría sentido, !tantas miradas!,
* no abrirá el cielo azul, ni el blanco vuelo.
No lisonjearas suavemente mis mejillas,
no olvidaré esa bella melodía,
que tocó el viento, ¡aquel día!
Kristy Navez
* Los dos versos marcados fueron propuestos por "mandarina-26", gracias Lorenzo. |