TIEMPO DE LOS MIL ESPEJOS
El día apareció
Por el ojo de una aguja,
Y el sol
A través del ojal de una camisa
Emitió sus destellos con sueño, fugaces,
Y una astilla de brisa
Se coló entre las rejas,
Leve, suave:
El roce de la mano amada
Que te acaricia;
Y agraciadamente
Vino de visita tu insigne presencia
A descolgarme recuerdos
De agua pura y viva:
Que frágil era la espiga
Que en mis brazos se trizaba
Sin un nudo siquiera.
Una brizna serena y tersa
Como las amapolas
De una juventud pasada.
El aroma no omitía detalles
Y el talle de tu figura
Transparentaba una silueta.
Entonces, que frágil es el presente,
No más sino una espera,
Un tiempo sin decisiones
Sólo una paciente espera.
Sugiero destruir el tiempo
Y aunar todas las cosas,
Modelar las situaciones fortuitas,
Construirlas no más a una imagen tuya,
Renacer de las circunstancias pasadas
Aun estilo sencillo y bello
Como el perfil de tu rostro
Que no envejece
Más bien sólo madura;
De la sabiduría que se extraen
Las materias más sólidas
Hacer cúmulos de esperanzas
Y fronteras sin rendiciones,
Vuelos que sobresalten
Más allá de la distancia de mi ojo
Y el alcance de mis manos.
No es tan sólo una visión de recuerdos
El frágil suspiro que enmudece
Pues nutre asimismo que un beso
Y el sueño que martiriza
Aferra más mis sentimientos,
Así cuando entre sombras
Te veo en el cristal oscuro
Me hace revivir más un poco,
Es por eso que mis manos
Conservan la calidez de tu cuerpo
Y a tientas no doy derrota
Al infortunio maligno
Y del río apaciguaré las aguas
Hasta trasponerlo,
Y del fuego apagaré
Las llamas del infierno
Que infructuoso trata de consumirnos.

El día tiene sus horas demarcadas
Y estas se arruman en el ocaso
En donde cansadas limitarán
dando paso a un tiempo nuevo,
el tiempo de los mil espejos.