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Inicio / Cuenteros Locales / zorin / LA UNIVERSIDAD DE SAN MARCOS (CUARTA PARTE)

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El padre Alonso Guerra era oriundo de España y vino muy joven al Perú, cuando la fama de su opulencia entusiasmaba hasta a los menos audaces incitándolos a correr en pos de la fortuna, pronto contribuyeron los desengaños a templarle el espíritu trocando en el las aspiraciones terrenas por otras más espirituales y nobles, obediente a la voz de la gracia el año 1547 solicita el habito dominicano en el convento del Rosario de esta ciudad de los Reyes, se la concedió de buen grado el Rdmo fray Domingo de Santo Tomas prior a la sazón de esta casa, al año siguiente emitía sus votos monásticos y comenzaba los cursos ordinarios de artes y teología en las aulas de su convento; años más tarde y como prior del convento dominicano de la ciudad de Arequipa, intervino en el capítulo electivo que en julio de 1569 se celebrara en esta ciudad de los Reyes, actuando en el cómo definidor, aun no había fenecido aquel año cuando el convento del Rosario lo eligió prior y como tal asumió el rectorado de la universidad reteniendo ambos cargos solo dos años hasta 1571, pues su quebrantada salud lo obligaron a reasignarlo en busca de un mejor clima sus prelados lo enviaron al convento de santa Ana de Huamanga(59) aunque no logro restablecer sus dolencias la suavidad del clima contribuyo sin embargo a mitigársela; se encontraba pues en ese lugar entregado a las austeridades propias de su estado y viviendo ajeno a las menudas ambiciones que suelen agitar a frailes menos austeros, cuando lo sorprende en 1576 los reales despachos que le participaban su promoción a la sede episcopal del Paraguay, vacante por el fallecimiento del obispo fray Juan de Almaraz, de la orden de san Agustín quien no había llegado a obtener las Bulas ni a tomar posesión de su iglesia(60) habiéndose echo la presentación del Rdmo Guerra el 27 de noviembre de 1577, los gastos que devengara la curia pontificia y la expedición las hizo la real hacienda, pues el Rey no ignoraba que la pobreza del nuevo prelado no iba a poder cubrirlos, aun así cuando llegaron las Bulas a la ciudad de los Reyes su ejecución hubo de postergarse por largo tiempo, y hubiera sido poco menos que imposible si el virrey don Martín Henríquez de Almanza y el arzobispo don Toribio Alfonzo no le hubiesen contribuido con sendas limosnas, que le permitieron hacer los gastos de pontifical y luego llevar a cabo su consagración, que solo pudo verificarse el 10 de agosto de 1582, cuatro días antes de la apertura del tercer concilio provincial(61) desde luego que el Rdmo Guerra fue uno de los padres que intervino en aquella memorable asamblea de la iglesia, y que sancionaron los atinados decretos que ahí se debatieron y acordaron, así los obstáculos que se le presentaron y que retardaron su consagración, vinieron al cabo a beneficiarlo pues le permitieron vincular su nombre al más importante de los concilios indo hispanos.

Ahora los encontrados intereses que se agitaron en el concilio, y la multitud de asuntos civiles y eclesiásticos que ahí se debatieron, contribuyeron a multiplicar sus sesiones ordinarias y a retardar sus acciones solemnes, se prolongó por más de un año(62) solo a fines de 1583 emprendía el Rdmo Guerra su viaje al Paraguay y al comenzar el año siguiente tomaba posesión de su diócesis; su actuación en el episcopado fue ardua y zas difícil, pues su carácter austero e intransigente con los abusos y corruptelas, le suscito enconos en el clero y serias enemistades con algunos vecinos de Asunción, cuyos alcaldes llegaron al extremo de capturarlo en su propio palacio episcopal, luego lo embarcaron en el rio Paraguay con rumbo a Buenos Aires, alegando que la adusta conducta del prelado traía agitados a los encomenderos(63) llego con sus acusadores a Buenos Aires y aún no habían tenido aquellos sujetos tiempo para entablar su querella, cuando un repentino accidente vino a arrebatarle la vida al alcalde que lo conducía preso y que traía la voz cantante del cabildo de la Asunción, este acontecimiento aterrorizo a los regidores que lo acompañaban pues todos eran cómplices del alcalde, entonces cada cual trato de evadirse no hubo quien actuase la acusación contra el prelado Guerra que quedo libre y sus detractores corridos; no intento sin embargo el Rdmo Guerra volver a la Asunción, desde Buenos Aires escribió al Rey narrándole los sucesos y sus causas renunciando irrevocablemente al obispado y pidiendo licencia para volver a su convento de Lima, mas como su rectitud y celo quedasen suficientemente acreditados y con las indagaciones que luego se hicieron, la respuesta del Rey fue trasladarlo a la diócesis de Michoacán en el virreinato de México, vacante entonces por el fallecimiento del Rdmo fray Juan de Medina y Rincón, fraile Agustino.

Preconizado el 17 de marzo de 1591 paso luego a regir su nueva iglesia, como allí le cupiese actuar en un medio mejor organizado y más culto, su labor fue más proficua y su celo pastoral logro mayores frutos, mereciéndole preferente atención la evangelización de los naturales y el mejor régimen de sus doctrinas, a la sazón un tanto descuidadas y para asegurar el éxito de su reforma fundo un convento de frailes de su orden(64) de sus virtudes y buen ejemplo en la sede de Michoacán solo lo separo la muerte, pues falleció en 1596 en la ciudad de Valladolid de la nueva España que en ese tiempo ya era cabeza de la diócesis.

Volviendo a nuestra historia de la universidad y como ya fue relatado el padre fray Alonso Guerra solo estuvo dos años como prior y como rector, pues por cuestiones de salud dejo ambos cargos, el padre maestro fray Antonio Hervias volvía al priorato del convento del Rosario y al rectorado de la universidad, cargos que obtenía ahora bajo mejores auspicios pues en su anterior gobierno, el provincial fray Pedro de Toro con quien disentía en puntos doctrinales(65) no lo dejo trabajar y perjudico su labor, ahora con el nuevo provincial el padre fray Alonso de la Cerda gozaba de gran valimiento; durante el efímero rectorado del Rdmo Guerra ya se comenzaba a advertir en el claustro cierto descontento, debido en gran parte a la poca pericia del rector, si bien su bondad y virtudes eran recomendables su cultura era deficiente, comparada con la actuación de los anteriores rectores su actuación resultaba desmedrada, y como no satisfacía los anhelos del claustro ello contribuyó a fomentar el desconcierto, y que cobrase mayor vigor los proyectos de reforma que ya se debatían osadamente entre los doctores y maestros laicos, quienes preconizaban un régimen de elección libre que los emancipase de la tutela de los priores, confiando el gobierno a los más doctos y capaces de sustentarlo honrosamente(66) por otra parte los mismos frailes dominicos habían contribuido a que se creara tal conflicto, pues llegaron a monopolizar el régimen de estudio de la universidad, que acabaron por hacerlo inaccesible a los hombres doctos que entonces florecían en el clero y en las demás ordenes, y aun en el seno de la real audiencia olvidando que la universidad era legitimo patrimonio de la ciudad de los Reyes(67).

De ahí que la rebelión del claustro contra la autoridad de los priores rectores fuese ganando terreno, creando opinión entre los vecinos y principalmente entre los clérigos y los frailes quienes la alentaban con entusiasmo, porque de su buen éxito dependían las reformas y con ellas medrarían muchos, hasta parece que el propio arzobispo fray Jerónimo de Loayza simpatizaba con aquel movimiento no obstante su carácter y vinculaciones con los dominicos, todo indica que si porque algunos años antes en 1566 don Alonso de Herrera su procurador en la corte, pedía al Rey en nombre del prelado que se mandase erigir en esta ciudad de los Reyes una universidad, porque eran muchos los hijos de Españoles legítimos y mestizos que lograrían dedicarse al estudio y los apartarían de actividades peligrosas, que en esta parte se solía fomentar (68) en ese memorial nada se decía de la universidad que ya por varios años venía funcionando en el convento de santo domingo, y que en sus aulas se dictaban diversas cátedras y frecuentemente se conferían grados, se incorporaban al claustro doctores y licenciados graduados en universidades españolas(69) como nada de esto podía ignorar el arzobispo Loayza es probable que formulase su petición al Rey, con el deliberado propósito de provocar una intermediación oficial, que contribuyese a abrir las puertas de la universidad a muchos hombres doctos, a despecho de la impolítica intransigencia de los dominicos.


(59) de esto dice el maestro Meléndez, que es la ciudad de Huamanga “lugar de los más templados que tiene el Perú” de tesoros verdaderos de las indias, tomo I libro V cap. IX.
(60) falleció en su convento de san Agustín de Trujillo, el 5 de abril de 1592 cuando hacia la visita canónica de aquel convento, pues era el provincial. Del libro “Monasterios apuntes para la historia de los Agustinos en el Perú”.
(61) el concilio celebro su sesión solemne de apertura el 15 de agosto de 1582.
(62) la quinta y última sesión solemne se celebró el 18 de octubre de 1583.
(63) porque les reprochaba sus crueldades e injusticias con los indios, conminándolos con censuras eclesiásticas.
(64) dice el padre Hernaez, que fundo también un monasterio de carmelitas descalzas, pero en esto parece haber un error y no ser exacto, puesto que el primer monasterio de la reforma carmelitana que se erigió en las indias, se estableció en Puebla en 1604, pero en 1593 siendo todavía obispo de Michoacán el Rdmo Alonso Guerra fundó en Valladolid hoy llamado Morelia, el convento de frailes carmelitas descalzos, de ahí parece provenir el error. De colección de bulas tomo II y del libro Santa Teresa de América página 290.
(65) aquel sostenía que las comunicaciones espirituales obtenidas con la intervención de la médium María Pizarro procedía de ángeles y santos, en cambio el padre maestro Hervias atribuía todo aquello a espíritus malignos y acusaba de supersticiosos a cuantos intervenían en los exorcismos, ver el libro de Medina “historia de la inquisición de Lima, tomo I.
(66) ello no podía lograrse con rectores impuestos a voluntad de los conventuales, que en sus capítulos electivos más tenían en cuenta las condiciones monásticas del candidato, que las necesidades científicas de la universidad.
(67) cuyo cabildo prohijó el proyecto del padre maestro San Martin y le dio forma legal, incluyéndolo en el pliego de instrucciones que le diera a sus procuradores.
(68) de ahí que las revueltas encontrasen siempre gente resuelta a correr el albur de una rebelión armada, y jugarse la vida en la contienda.
(69) era uno de los cargos que los émulos hacían a los dominicos, no precisamente porque incorporaban sino porque dispensaban aquella gracia a personas ineptas, que cuando llegaba a obtener cátedras desprestigiaban las aulas, así lo afirmaba el virrey Toledo y de ella se hacía eco Felipe II en su real cedula del 16 de julio de 1572. De gobernantes del Perú tomo III correspondencia del virrey Francisco de Toledo.



Texto agregado el 13-05-2014, y leído por 118 visitantes. (0 votos)


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