Palomas Negras

Siempre tuve la curiosidad y el hábito de observar las palomas en las grandes ciudades. Mi trabajo como reportero gráfico me dio la oportunidad de conocer grandes urbes con sus enloquecidos habitantes que pugnaban por vivir, atolondrados y desesperanzados.

Desde mi humilde sitio de observador de la realidad me dedique a analizar los comportamientos de estas aves citadinas que deambulaban por los cielos, daban pequeños saltos por las plazas y dormían en plazas o edificios.

Lo que más me llamó la atención fue su plumaje, de extrañas y variadas mutaciones que la ciencia quiere explicar y que fruto de la observación me demostraron que a través de sus plumajes logran expresan sus emociones y estados de ánimos.

He visto infinidad de variantes desde los blancos más puros a los colores más oscuros.

Pero lo más me impresionó fue encontrar palomas negras. Estaban allí, por cientos, cansadas del agobio cotidiano de una ciudad enferma. Historias de violencia, atropellos, marginalidad y desigualdad social en los rostros de sus habitantes que se reflejaban en los comportamientos de sus aves. Una ciudad devastada por una guerra absurda, tratando de sobreponerse a una adversidad profética.

Ya repuesto de mi asombro pude ver ante mis ojos el reencuentro de una madre con su hijo, un abrazo sin llantos y un amor inconmensurable que bañaba la escena. Esta situación espantó a un puñado de palomas buscaron refugio en otros lugares. La energía de unos ancianos puesta a la reconstrucción de su vivienda hizo otro tanto con las colombófilas presentes. Cada acto o hecho de amor las hacía huir hacia otros lares.

No tardaron en aparecer las primeras palomas grises que reposaban en los barrios que se recuperaban y a medida que la sociedad se encaminaba hacia la concordia, el plumaje de estas aves se aclaraban aún más.

Hoy en las plazas de esa ciudad feliz, se las puede ver vestidas de blanco níveo, compartiendo el mundo con otros seres que las acompañaron en ese proceso, que fueron transformando sus ánimas negras, cuando todo parecía perdido, en la pureza actual de sus almas impolutas.

Recién ahora pude comprender como el símbolo de la paz es representado por la paloma blanca, testigo privilegiado de las pasiones humanas.

OTREBLA