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Tras 7 casualidades

La historia de como la conocí, a ella.

Barba de tres o cuatro días, extrañamente rojiza, cabello negro bajo los hombros, liso como la seda, sombra y figura en el mismo lugar; la toma a ella por la cintura. Ojos color azabache de mirada profunda, senos enclaustrados en un sostén de ensueño, Extiende las manos detrás del cuello de él. La noche deja sellarse en un beso mientras mira por encima de su hombro con inquietud al hombre que vende cigarrillos.

Barba de tres o cuatro días, extrañamente rojiza, se la iba a dejar porque pensaba que era la inaudita señal de la madurez, que le otorgaba un carácter de seriedad, que nadie se iba a acercar para molestarlo, y eso, eso era precisamente lo que él quería, ser casi invisible, llevaba tiempo ya sin pensar en nadie, pues nadie le inspiraba confianza, quería sentir de nuevo esa pasión de tiempos lejanos, esa ternura ante una simple mirada, esa confianza hacia un ser desconocido, ese amor hacia algo común. Le apasionaban enormemente las mujeres de ojos oscuros y tez blanca, que escondieran detrás de unos cortos mechones una enigmática mirada que lo sosegara. Salió tarde de casa buscando un lugar donde tomarse un par de tragos que sin explicación alguna deseaba.

Ojos color azabache de mirada profunda, senos enclaustrados en un sostén de ensueño. Mientras intenta conseguir la melodía perfecta lo recuerda con melancolía, piensa que es el momento perfecto para escapar, cierra la cubierta del piano y sale por la ventana. Se lanza a la calle en un sepulcral silencio; lo desea, hace ya como tres días que no ve su cabeza rapada y que no se siente abrigada por el regazo que brindan sus grandes brazos, en su mente la firme convicción que será la última vez y en su corazón el anhelo de llegar pronto.

Barba de tres o cuatro días, extrañamente rojiza; compró una botella de vino barata y un par de mentas, se sentó en la estación a criticar la gente que pasaba apresurada de un lado al otro; uno de sus intratables hobbies, frío como una espada de metal pasa por su garganta trago a trago la botella, despejando y abriendo millares de dudas a su continuo filosofar, que es galopante como un caballo libre.

Cabeza rapada cual militar; ojos claros y fríos, grandes brazos que bofetean fuertemente a una mujer. Cabellos rojos, cual semáforo en señal de alerta, labios finamente delineados, botas de doce broches verticales hasta la pantorrilla, agacha la cabeza sin derramar lagrima alguna, sus labios pierden la delgada línea con la sangre incuagulable, mientras corre perdiéndose en el callejón.

Barba de tres o cuatro días, extrañamente rojiza; se levanta movido por una vociferante rabia, la botella casi vacía se quiebra en una cabeza rapada confundiéndose vino y sangre en milisegundos. Cabeza rapada cual militar; ojos claros y fríos que se apagan mientras cae lentamente perdiendo el control.

Ojos color azabache de mirada profunda, lloran, derraman un océano de lagrimas sobre el pañuelo con olor a manzanilla. Él nunca llegó, para ella, él no fue nada mas que un fantasma que escapa entre las cobijas, que se esconde tras las cortinas para husmear sus sueños, que se humedece entre sus piernas para robar lo que no le pertenece, pero que ella no le niega.

Camina, camina, camina... ¿No te detienes?
Barba de tres o cuatro días, extrañamente rojiza, cabello negro bajo los hombros, liso como la seda, sombra y figura en el mismo lugar; la toma a ella por la cintura, cual coca-cola de 6 onzas; limpia su rostro, seca sus lagrimas, detiene su tristeza. Ojos color azabache de mirada profunda, senos enclaustrados en un sostén de ensueño, besa sus labios al tiempo que mira por encima de su hombro con inquietud al hombre que vende cigarrillos.

Si en un día de cielos furiosos, tras 7 casualidades te encuentras de frente con alguien extrañamente conocido que bese tus labios; No lo dejes ir, es quien tiene la parte de la naranja que te hace falta.

El anterior cuento nace después de leer con detenimiento y mucho gozo a un autor llamado Milan Kundera y su libro "la insoportable levedad del ser"; es simplemente una vision mas de como suceden las cosas que a veces pensamos que no tienen explicación pero si mucha magia

Texto agregado el 27-08-2004, y leído por 382 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
17-11-2005 Definitivamente...por eso Kundera es mi favorito. Es un escrito excelente, me atrapó por completo. Mis saludos :) chica_cenicero
14-11-2005 Me en can tó!!! etherea
03-11-2005 ¡Muy bueno!¡Saludos! compa
12-11-2004 Diosito Bimbo nos regala una vez cada dos mil años tres cosas: los condones con texturas, a Milan Kundera y a ti. Excelente relato, ¿ya intentaste armar tu ecuación de las casualidades? ¿casualidad morbosa? ¿ soñar que te mandan a Petrin? Asesina_Serial
27-10-2004 Fantástico. La originalidad no está en la historia sino en la manera de contarla. Tienes madera. Saludos, Mina. ezelrida
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