Los cascos de los edificios en ruinas parecían gigantes mórbidos a la luz de la luna, el constante ir y venir de la lluvia golpeaba fuertemente contra los cristales que aún no estaban rotos. Desde mi azotea miraba con recelo aquellas visiones que el mundo vomitaba; esto me inspiraba a levantarme todos los días pero con cada día que mis cansados huesos soportaban este infierno la vida se me volvía aún más insoportable, lo único que hacía que siguiera adelante era la constelación de recuerdo que tenía guardados de tu cuerpo y tu sonrisa desangelada que aunque triste reconfortaba mi alma como si de un refugio celestial se tratara. Pero esta noche esto no me basta y mi corazón clama por la paz que perdió el día en que la vida comenzó a extinguirse y llora porque otro crimen se ha cometido en su nombre, aunque no lo parezca él sabe que es principio y fin por eso cierro los ojos para engañarlo pues ya no soporta que más sangre se derrame por su culpa y es que el mundo se acabó por culpa del amor.

Y aunque le duele reconocerlo también sabe que es el último corazón con la capacidad de sentir amor, pero a quien puede ofrecérselo si prácticamente todos están muertos y los que sobrevivieron no tienen corazón pues lo sacrificaron en nombre de dios en un intento desesperado por frenan su ira, él no les conto que el amor nunca le había pertenecido hasta aquel día. Al principio nadie le extraño pero conforme el tiempo transcurrió la humanidad descubrió que colapso por falta de amor, ahora los últimos sobrevivientes de aquellas noches apocalípticas merodean entre las sombras en busca del amor, irónicamente solo recuerdan su nombre pues el recuerdo de aquel sentimiento se extinguió hace mucho tiempo.