¿Hubo alguna vez entre humanos
alguno que venturara a aclararnos
que la vida es tan solo un riachuelo
que se desliza con dulce cuchicheo
saltando sobre rocas y entre berros
llegando hasta su fin sin encontrar
remolinos, caídas o quebradas?

Vivimos momentos de alegría,
sufriendo además de la tristeza,
conocemos de éxitos, victorias,
experimentamos a menudo los fracasos,
si somos débiles por estos perecemos
pero aquellos, al ser fuertes, los logramos.

El triunfo más grande que obtenemos
es que al pasar los buenos y los malos
tenemos de aqello que vivimos
los hijos de quienes triunfos esperamos
y la infantil inocencia de los nietos
que a menudo endulzan los momentos
y al ir creciendo llenando de risa
nuestras vidas con sus ocurrencias
y crece nuestro orgullo por lo que alcanzan
en artes, estudios y deportes.

Miremos hacia atrás y comprendamos
que a pesar de tropiezos, golpes y caidas,
conseguimos sobrevivir las tempestades
y llegaron arcos iris, luz de luna y arreboles,
para luego descubrir, en la vejez, que no ha sido todo
lo que hemos experimentado, esfuerzo vano.