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Invocación a la pasión
Escrito para el reto solo para valientes II

Miraba sin ver desde el porche de su casa hacia poniente cuando el sol comenzaba a besar el mar en su horizonte virtual. Los rayos del sol tremolaban en la superficie del mar intentando no claudicar mientras la brisa marina acariciaba la playa con su suave y húmedo anuncio de frescor y calma. Todo estaba en su sitio pero no era así, su razón y su ser no estaban a su lado y nada encajaba, ni el sol, ni el mar, ni la brisa: nada, nada, nada. Poco a poco se hizo presente la tímida oscuridad y en su lento avance, aprovechando que la luna estaba distraída, engulló a placer cuanto se le puso a su paso. La privación de la luz hizo más potente y presente el rumor del mar y la suave y rítmica letanía cobró vida instalando en su corazón su dilema vital como definitivo y la respuesta fue espontánea, “sí, la deseo aquí y ahora con todo mi ser y mi razón”.

La fuerza de la convicción puso en marcha sus ensoñaciones y disparó la esperanza de sentirla una vez más, lo inevitable dio paso a la naturalidad consentida y lo liberó de toda duda sobre cualquier consecuencia, la cual dejó simple y llanamente de existir. La brisa del mar se tornó más húmeda y perló su cuerpo de pasión y deseo, el rumor del mar se hizo más grave y penetró hasta lo más hondo de su ser.

Sus sentidos se aguzaron y sus latidos se sincronizaron con el rumor que crecía en su interior y que todo lo envolvía y, sin ver, la sintió llegar. Echó la cabeza hacia atrás, cerró los ojos y ella lentamente se hizo carne sobre él. La sintió como siempre y como nunca, cálida y cercana, ligera y dispuesta, sosegada y deseosa . La recorrió muy lentamente abarcándola por entero, recordando cada centímetro de su cuerpo, y sus manos se sintieron nuevamente en casa. Las yemas de sus dedos festearon sobre ella, explorando cada rincón con parsimonia y dulzura, mientras se fundían en un solo cuerpo. Sus ojos interiores se posaron en el torso generoso de su amada que irradiaba paz y armonía, calor y deseo, complicidad y pasión, mientras la pasión le arrancaba suaves sonidos entrecortados en busca de aire que la brisa generosa atendía solícita. Los segundos se hicieron eternidad, la brisa alimento, el mar banda sonora y la luna despuntó con un rubor ingenuo queriendo contemplar tan singular evento. Sus almas se sincronizaron cuando un claro de luna iluminó tímidamente a los amantes cuyos cuerpos con extrema lentitud se provocaban mutuamente . El éxtasis los sorprendió mirándose más allá de sus ojos y sus almas se fundieron en una sola y definitiva, la comunión de la carne dio paso al estremecimiento y la plenitud se instaló definitivamente en él. En ese instante comprendió que nunca más renunciaría a ella. La nigromancia era solo una parada intermedia para volver a estar a su lado…… por siempre jamás.

Texto agregado el 10-07-2014, y leído por 113 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
10-07-2014 Un relato sensual, que maneja un erotismo elegante y cadencioso. Mis 5* estrella_celeste
10-07-2014 Un bellísimo poema en prosa,de principio a fin.Me dejé llevar por las imágenes que describes y casi llegué a ser parte del paisaje marino en él plasmado.UN ABRAZO. GAFER
 
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