Mira todo lo que he capitulado:
Ordeno la casa para recibirte
con el gesto atávico de un pajarito en cortejo,
limpio tu sillón con la pulcritud de una viuda obsesa,
camino contigo de la mano por la calle
corroborando con ternura la presencia de tus dedos,
te perdono el abrazo y el destiempo...
Y, sin embargo, siento tanto la tentación homicida
de rajarte como un animal,
desde el centro de la garganta
hasta el hueso del pubis,
desde debajo de tu costilla izquierda
hasta el pulmón derecho,
y mirarte abierto, desde adentro,
mientras esta cortina recogida
ha dejado pasar el sol y entibia el cuarto.
En todo amor, siempre suena de fondo un blues y la tragedia…