Tommy nunca tuvo una vida fácil, pero no se quejaba ni le echaba la culpa a algún personaje inexistente. Era pareja de una mujer que había estado con él en las buenas y en las malas sin que se lo pidiera.
La conoció cuando ella hacía cursos de inglés a empresas, pero no llegaron a nada más que una fuerte amistad que duró hasta que ella debió viajar a una capacitación en Inglaterra. Al llegar, ella se dio cuenta de la falta que le hacía Tommy y viceversa, así que comenzó la relación más pasional y a la vez fraterna que Tommy hubiera podido pedir y vivir.
De fraternidad no sabía mucho, ya que sus padres eran separados y sus hermanos habían huido de sus trincheras para construir hogares lo más lejos posible en la medida de lo aceptable.
Sus padres no eran precisamente amorosos y preocupados, sino que los mantenían vivos, aunque el abortado no corrió esa suerte. ‹‹Al menos hay de comer›› pensaba Tommy como consuelo cada vez que veía el desastre de familia en el que estaba.
A base de esfuerzo, logró terminar su educación endeudándose para pagar la carrera de arquitectura y, por suerte, encontró un trabajo estable en la ciudad donde conoció a Érica en el curso de inglés que la empresa impartía a sus trabajadores más importantes.
Al terminar de pagar su crédito universitario comenzó un ahorro que Érica le dio la idea de emprender para un departamento provisorio.
Ambos estaban hartos de vivir arrendando. Así que la alegría más grande fue aquella que sintieron el día en que terminaron los trámites y les entregaron las llaves de su flamante departamento en el quinto piso de un edificio.
El siguiente proyecto fue un kia. Solo necesitaba aguantar un poco más en la empresa...