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Inicio / Cuenteros Locales / sabiel / Calibre 38.

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-personaje, una prostituta.
-lugar, Paris.
-genero, negro/policial.
Estas sn las variables que me salieron sorteadas en el desafio creativo solo para valientes de Junio pasado, organizado por Canon. Confieso que lamento no haber completado el desafío, no soy bueno en eso, pero agradezco las criticas (todas) que hicieron a mi texto...
Bueno... espero que les agrade. Nunca habia intentado un texto tan largo que no fuera para explicar la falla de una máquina y desligar responsabilidades...



CALIBRE TREINTAYOCHO.

La larga silueta de sus piernas contrastaba con las luces reflejadas en el agua del pavimento, que la lluvia hacia ondear.
Tiffany.
Su nombre de batalla lucía aún sobre una pulsera de plata, unica pertenencia de valor que llevaba, fuera del dinero, pero que no sobresalía de entre las chucherías brillantes que traía consigo.
El inspector sacó un cigarro, y con dificultad logro encender el cerillo humedecido, puteando para sus adentros de su propia porfía de no comprar un encendedor decente.
-Emille, tomale las huellas.
-Si, monsieur Delacroix.
A André Delacroix no le hizo ninguna gracia. No era la primera prostituta muerta que encontraba ni tampoco sería la última, era obvio, pero algo le daba mala espina en todo esto. Quizas sería la lluvia, tal vez la noche.
Hacía frio. Al menos el cigarrillo le calentaba la cara, añoraba una taza de cafe negro y espeso. Mientras mira hacia otro lado Su asistente bebe disimuladamente un trago de la petaca que lleva escondida en el sobretodo.
Las escasas evidencias que se podían recopilar distaban mucho de mejorar la situación.
-Bien, Emille, deja eso, que ya lo hablamos. Te necesito sobrio. Resumiendo, ¿que tenemos?.
-Monsieur, disparo en el pecho a quemarropa con una pistola calibre treintayocho...
-La destrozaron...-dice Delacroix tocandole una mano con la punta del zapato, con frialdad absoluta.
-Si, Monsieur, y hay señales de lucha. También parece que el asesino la arrastró un par de metros... Hora de la muerte, mmmm.... creo que las doce cincuentaycuatro, aunque no estoy del todo seguro pues este frio me engaña. Aproximadamente hace cerca de cinco minutos puede ser, pero por la ubicacion del impacto y la denuncia telefonica, Monsieur, agonizó posiblemente diez. No hay signos de que le hayan robado algo, hay dinero aun en su cartera, aparte de un poco de marihuana y otros efectos personales.
-¿Hay proyectiles?
-Aun no, de balística me han dicho que vienen en camino.
-Quiero un informe lo mas pronto posible.
-Perdoneme Monsieur, pero hasta aquí no veo por que tanto interés en una prostituta muerta. Esto es de todos los findesemana...
-Sospecho que Bernard Betancourt esta implicado en el caso. ¿Lo ves? - dice señalando el brazo derecho- tienen todos la misma marca en común. Es sutil, pero siempre aparece. Tanatologia aun no ha sabido dar un informe claro del porque de esa marca.
-¡Por Dios, es cierto!- exclama Emille- no me había dado cuenta.
-No eres el único, Emille. Ese tipo es demasiado astuto.
Delacroix, pega una ultima chupada al cigarro, lanzando la colilla al negro pavimento. Su semblante muestra el cansancio de horas y horas de seguimiento, interrogatorios, de reunir evidencias sobre evidencias sin resultados. Betancourt parece un fantasma, un día aparece y hay un fiscal muerto, luego un vendedor ambulante, luego una prostituta y luego se desvanece en el aire, como sabiendo de antemano cuales seran los movimientos del departamento de policía, apareciendo despues de algunos meses en otra ciudad. Las victimas cambian, exepto la prostituta. Siempre tiene que haber una. Pareciera tener una fijación con ellas.
Uno de los temores de Delacroix era que llegara a Paris.
Ahora, de pie junto al cuerpo bajo la lluvia, en la Rue du Val de Gracie, con dificultad trataba de imaginarse los futuros derroteros de la investigación.
Pronto, junto a la acera, ve la colilla de cigarro recién apagada por la lluvia, y algo le llama la atención. Un pequeño cuchillo de cocina sumergido en una poza de agua.
-Emille, ven aquí, mira esto.
Al llegar Emille, toma tres fotografías y luego extrae una pequnña bolsa para evidencias. Con una pinza, cuidadosamente la introduce en la bolsa y la sella, entregandosela luego a Delacroix, quien examina el contenido de la bolsa con detenimiento. En el mango aparece escrito Tiffany con algo que parece esmalte de uñas rosado semiborrado por el uso con una letra casi infantil, manuscrito confundiendo mayusculas y minusculas. André siente un nudo en la garganta que dura solo un instante amargo, pues su profesionalismo lo fuerza a tragarselo en seguida.
Ya no hay sangre en la evidencia, la lluvia esta vez jugó de complice con el fugitivo. Emille adivina en el inspector la frustración de haber perdido su presa nuevamente tan solo por minutos, pero esta vez lo nota aun mas ensimismado.
André mientras tanto siente una corazonada al ver el cuchillo, pero es una ligera angustia que no le indica un fin especifico, solo la sensacion de olvidar algo importante.
Tiffany. O Adelle. Daba lo mismo, no la reconoció en seguida pero la caligrafía lo ayudó.


Ambulancia.
Un hombre toma la mano de su esposa y reza. Los reflejos azules y rojos de las balizas le iluminan la cara por sobre la mortecina luz del vehiculo.
Después, en la sala de espera del hospital, mientras termina de fumar su cigarro, su movil rasga el velo de silencio de la habitación.
-Diga...
-¿Alo?, soy yo, Dennis. Hermano me acabo de enterar. Mira; ten confianza, estas situaciones son normales, además fue atendida en tiempo record... ¡Animo viejo, que se va a recuperar!... La...
De pronto un médico sale de una puerta con una planilla de registro en las manos.
-¿André Delacroix?
-Digame doctor, ¿Como está mi esposa?
-mmmm... La señora Adelle Rosseaux... Logramos estabilizarla, esta bien dentro de su gravedad, pero solo pudimos salvarla a ella, perdió a los bebés...
-¿Alo?, ¿Alo, André?............


-Inspector, ¡Inspector!
Delacroix sale de sus recuerdos y se encuentra en la prefectura. Hacía bastante ratoque habían llegado. Emille le ha traido un café y los informes de balistica. Delacroix los ojea distraido mirando a la ventana de cuando en cuando.


Tiffany termina de despachar un cliente. Ha sido una buena noche, toca final de mes. Coqueta, se ordena el pelo ante una vidriera. Ya hace bastante frio, pero la costumbre es mas fuerte; agranda su escote...
Pronto comenzará a llover. Junto a la esquina está un hombre que lleva largo rato mirandola, asi que decide que con ese cerrará la noche.
Al pasar su mano por dentro de la carterilla que lleva, siente un pinchazo agudo en un dedo. Es el pequeño cuchillo de cocina que Betty, su compañera de cuarto le guardo.
"Tuve un mal sueño anoche", fue todo lo que le dijo.
-Hola, ¿como te llamas?...
-Tiffany.- a pesar de la sorpresa, pues el hombre se acercó a la velocidad del rayo, le contesta con seductora serenidad, pero aun sin mirarle el rostro.
-¿Vamos?. Ella por fin lo mira, abriendo los ojos con la sorpresa e incredulidad grabados en ellos
-¡Tú!- exclama mas bien como un suspiro.
-Perdóname- le responde el hombre entre lagrimas.
Entonces le propina un golpe de puño en el brazo, dejandole una marca con el enorme anillo que lleva puesto.
Ha comenzado a llover bajo el cielo de Paris. Un par de personas forcejean en la calle a lo lejos, mientras el vecindario duerme placidamente. Una detonación rompe la noche.


-Pierrot ha sido visto nuevamente cruzando la frontera con España.
-No es nada, solamente hay que avisar a los museos que otra vez anda rondando. Los coleccionistas privados se enteraran en seguida.- contesta André al aviso del Subprefecto, al recibir la carpeta de antecedentes dejandola actoseguido en el escritorio.
-Inspector, encontraron el arma que usaron con la víctima de la Rue du Val de Gracie.-interviene Emille súbitamente, mientras el Subprefecto sale. Cruzan ambos una venia a modo de saludo y conpermiso.
-¿Ya la pesquisaron?
-Si, la revisan a ver si logran sacar una huella, estaba mojada. La hallaron cerca del Hpital Cochin.- Como un relámpago, Delacroix recuerda el cuchilo y lo relaciona de inmediato.
-¿Y el número de serie?
-Aun lo tiene, Monsieur, pero esta inscrito a nombre de Andrè Delacroix... el arma es suya Monsieur. ..


-Enfermera, necesito atención con urgencia. ..
El hombre, palido como un papel se apoya con dificultad en el mesón de recepción.
La enfermera pide paramedicos urgente. Desde el torax del hombre la sangre va dejando un rastro que se extiende hasta el piso y hasta la puerta de acceso.
Mientras lo suben a la camilla para la estabilización, ella intenta sacarle los datos del ingreso.
-Su nombre , su nombre, digame su nombre...
-D... Dennis... De...la... croix ....
Cayó Inconsciente mientras corrian con el en camilla por el pasillo.


-Emille, nos vemos mañana,
-¡Jeje!, dira usted en un rato mas, Monsieur inspector. ..
-Si, si, como sea Emille, nos vemos.
El sarcasmo de su subordinado resbaló sin hacer mella, de todas formas tenía una idea fija. Betancourt debia andar cerca, y si antes queria atraparlo como fuera, como cazar una buena pieza para la colección, la motivacion que ahora lo movia era mucho más oscura. El detalle del arma no era menor. Esa arma llevaba decadas perdida, robada de su antiguo despacho. Ahora estaba implicado aunque oficialmente no lo estuviera.
Se escabulló por los pasillos del hospital, y moviendo viejos contactos logró dar con la carpeta de un ingreso de madrugada. Herida toraxica cortopunzante con compromiso pulmonar, o algo por el estilo rezaba el diagnóstico clínico. El habito profesional y la porfia rindieron fruto a largo plazo; ya no habia letra de médico que no pudiera leer.
Pero algo había que no encajaba desde un principio, Conoció hacia años a un Bernard Betancourt; un perro maldito que no merecía misericordia, pero que tuvo la fortuna de morir rápido en una balacera en Nantes. Nadie supo quien era aquella bolsa de balas, y ni que al menos un tercio de ellas salieron de la vieja treintayocho del inspector, André solo lo reconoció por un trozo de tatuaje y un diente de oro; fue enterrado como nn. El Subprefecto siempre encontró sospechosa su indulgencia con Pierrot, lo que no sabia es que este le indicó el lugar preciso donde se escondia el antaño violador pedofilo. Todo eso André lo sabia, siempre lo supo. El problema es quien realmente estaba en esa sala de hospital.


-Al fin se realmente quien es el nuevo Bernard Betancourt...
Las máquinas que monitorizaban signos vitales marcaban un ritmo constante y continuo que se mezclaba con el sonido de fuelle de la maquina de respiracion artificial.
El hombre en la cama de hospital, lleno de parches y de vías, en su semiinconsciencia trata de abrir los ojos consiguiendolo apenas. André entra cerrando tras sí la puerta.
-¿Porque Dennis? Eras lo unico que me quedaba en el mundo...

¡Plafff!!!

No sintió el golpe. Solo se desplomó sin sentido.
Despertó amarrado a una silla, inmovilizado. Echó de menos el ruido de las maquinas. Cuando pudo por fin aclarar la vista, se dió cuenta en la penumbra de que quien estaba en la cama de hospital bajo la maraña de tubos y parches mal colocados era Emille, su asistente, terminando ya de convulsionar.
"No puede ser, esto no esta pasando..." pensó. Trató de gritar, pero de su garganta solo salía un murmullo. Cerro los ojos un momento para no ver morir a su camarada de años y recobrar la mente fria que siempre lo caracterizó, cuando escuchó una voz... esa voz....
-¿Cuantos años han pasado André? ¿Veinte?, ¿veintidos?... Vamos André, saluda a este viejo amigo que te ha echado tanto de menos...
André no salia de su asombro. Betancourt, exactamente el mismo Betancourt que creyó muerto en ese tiroteo y enterrado en una fosa común. El mismo.
Su cuerpo no reaccionaba de manera normal, lo cual lo hizo suponer que el delincuente lo habia drogado, quizas de alguna manera similar a Emille, y quizas también con su misma espectativa de vida. ¿El café?, tal vez. Pero eso implicaba que fueron metódicamente observados, y también que su propia investigación, las operaciones, los rastreos en vano, todo habia sido una trampa.
-Ay André. Tu amigo Emille me salió dificil. Confieso que lo subestimé, no era tan decrépito como parecía.
-¿Que hiciste con Dennis? -balbuceo el inspector.
-Puedes deducirlo, para eso eres el bueno, aunque para eso creo que te queda bastante poco tiempo. Te inyecte una toxina. No no es de mi invención, no soy perfecto, pero en mi opinión creo que es bastante buena. Moriras con dolor, te lo aseguro...
Te ahorrare ese tiempo, obligué a tu hermano a matar a tu esposa. Fue sencillo. Bastó con decirle que tenía en mi poder a su propia esposa y a sus hijas y accedió de inmediato, así que le entregué tu pistola, la misma con la que me ibas a asesinar, jejeje...

André recordó que en los bolsillos traía un par de balas. Sabía que con su formacion policial, Bernard lo mas probable es que le hubiera registrado a él y a Emille, y les hubiera quitado las armas de servicio y la treintayocho con la que pretendía vengar a su esposa, pero aun tenía la esperanza de que estuvieran allí. Podía moverse apenas, ya comenzaban los dolores, y debia ser preciso pues posiblemente no tuviera mas que una oportunidad.
Contra toda lógica, André se encontraba entre Betancourt y la unica puerta de la habitación, a los pies de la cama, debido a la confianza que tenia Betancourt en la toxina inyectada.
-Jaja.. y ¿te digo algo?, las maté antes que el matara a tu Adelle... Que mas da, en este minuto tu Dennis debe ser cenizas en el crematorio del hospital...
André , cerca como estaba del cuerpo de Emille se dió cuenta del potente olor a alcohol que manaba el cadaver. Alcoholicos Anonimos lo recibió en innumerables ocasiones antes, posiblemente el café que solicitamente le entregó temprano haya sido una pantalla para beber un vaso de vodka con una pizca de café,
-Muy moralista Él, como si no hubiese hecho jamas algo fuera del marco legal...
Mientras Bernard hablaba, André encontro las balas de milagro y su caja de cerillos semihumedecidos. "Si solo pudiera encender uno mientras está junto a la cabecera, podria comenzar con las sabanas y el colchón. ... Este maldito no debe salir jamas de esta sala..."
-¡Jajajajaja...! Aun recuerdo la expresion de tu cara cuando reconociste el cadaver de Pierrot como el mio, jajaja... Me quitaste todo lo que tanto me habia costado construir. Tenia un negocio con aquellos videos que iba al alza, y ¿quien no tiene dos trabajos? Podia haber seguido siendo Subprefecto...
André entonces escondió las balas y la caja entre las sábanas, con una agilidad que ni Él se esperaba.
-¡Era pornografía, maldito violador!- a media lengua logro contestarle André, arrastrando las palabras.
-¿Recuerdas que juré que me me vengaría de ti, amigo, hermano...? Ahora esperaré aquí para verte morir...-dijo al fin Bernard Betancourt, sentandose junto a la cabecera, cerca de la ventana
"Ahora es el momento" pensó André.
Rápidamente extrajo la caja y dos cerillos desde donde tenía las balas. Y el primero que encendió hayó gracia divina, pues inflamó a una velocidad vertiginosa las sábanas, comenzando a consumir luego las frazadas que tenía dobladas a los pies, todo ayudado por el vaho etilico del contenido de la cama.
Bernard quedo mirando atónito el espectacular fuego que se alzaba ante sus ojos. Luego reaccionó, precipitandose a toda carrera hacia la salida, mientras las balas iban explosando una a una, arrojando proyectiles en todas direcciones. Uno le dió en el pie justo antes deque lo agarrara André.
La alarma de incendio del hospital sonaba con estridencia. Afuera era otro caos, de enfermeras y doctores trasladando pacientes a salvo. Los bomberos con dificultad avanzaban mientras la gente como fuera iba evacuando el piso. El olor a carne asada que manaba la pira se mezclaba con el humo negro, denso que dificultaba la respiracion y hacía arder los ojos inundaba los pasillos, y los bomberos aun no podían dar con el foco de incendio.
André se aferraba a Betancourt. El dolor le crispaba las manos pero no cejaba en su intento. Bernard le daba golpe tras golpe sin entender que el dolor ya no era de importancia para su contrincante. Delacroix le arrebata por fin de entre las ropas un arma. Esta cargada. Deja ir a Bernard quien se arrastra hasta la salida, encontrandola sellada por el calor sofocante de la habitación. André escoge un blanco y dispara, cayendo luego desmayado. El balazo da en la cañería de la red de distribucion de oxigeno. El chorro de gas aviva el fuego al grado de desatar el infierno.
Fue lo último que vio Betancourt.

-Lespanaye, toma. Este es tu nuevo caso.
- Jefe. De verdad lo lamento, y quiero decirle tambien que acepto el castigo...
-Lo se. Y por que aun confío en tí solo te reasigné, no te di de baja. Te explico; hay reportes que indican que ha sido visto un hombre en gabardina con una pistola en las manos, persiguiendo a otro. Los reportes indican horarios variados. Es en el piso cinco del Hpital Cochin.
-¿El piso que se quemó hace diez años?
-Si...

Texto agregado el 15-08-2014, y leído por 260 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
31-01-2015 Atrapante del principio al fin. Mis ***** chilicote
22-12-2014 Amigo, no se por qué te minimizas. Tienes el "toque" que te diferencia del montón. Yo si, no soy nadie idóneo para calibrar tu valía como escritor, pero mi sentido común me dice que eres sobresaliente. ZEPOL
10-12-2014 Nada mal. la_sombra
26-11-2014 Te has lucido en este cuento. Felicitaciones. agostina
20-09-2014 UN POQUITO MAS Y TENIAS UNA BELLA NOVELA EN TUS MANOS HAS CONDUCIDO TU IDEA CON PALABRAS PRESISAS Y DESCRITOS SUS PERSONAJES DÁNDOLE VIDA Y FORMA DE UNA MANERA BRILLNTE EL FINAL ACORDE AL LA HISTORIA DEJAS ABIERTAS LA PERPECTIVA DE SEGUIR UN ABRAZO SABIEL ESPERO LA CONTINUIDAD, NO ES MALA LA IDEA DE UNA NOVELA, GRACIAS POR TUREGALO rolandofa
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